Microbiota: universo microscópico protector
Este conjunto de bacterias se ha tornado un factor preventivo de diversas patologías oculares, tales como el síndrome de ojo seco.
Conocida es la frase que dice que los ojos son el espejo del alma, pero también podría decirse que son la entrada a una compleja red de factores y estructuras que trabajan para mantenernos en condiciones óptimas.
Además de barreras protectoras como las pestañas, párpados, conjuntiva y glándulas lagrimales, la microbiota ocular -ecosistema microbiano presente en la superficie del ojo- se ha posicionado en la investigación científica por su papel en la salud visual. Pues no solo protege contra infecciones, también influye en la respuesta inmunológica y en la homeostasis ocular [1].
A modo contrario, cuando este conjunto de microorganismos pierde su equilibrio, la manifestación de patologías como el síndrome de ojo seco, blefaritis y queratitis infecciosa, se vuelve más frecuente [1].
La disbiosis ocular puede darse por diversos factores. La edad, componentes ambientales, la utilización de lentes de contacto, el consumo prolongado de antibióticos y padecer enfermedades como la diabetes o síndrome de Sjögren, que afectan a la función de las glándulas que producen lágrimas.
En el caso del ojo seco -enfermedad inflamatoria crónica caracterizada por la disfunción de la película lagrimal- la composición de la microbiota puede influir en la severidad de los síntomas. En particular, en la reducción de bacterias protectoras como algunas especies de Corynebacterium y en el aumento de patógenos como el Staphylococcus aureus [2,3].
En este contexto, la disfunción de las glándulas de Meibomio, responsables de segregar lípidos esenciales para evitar la evaporación de la lágrima, son un factor clave. Al carecer de lubricación ocular, aparecen molestias y, en algunos casos, lesiones que podrían dañar la córnea y conjuntiva [1].
Este trastorno está estrechamente relacionado con la presencia del ácaro demodex, parásito que forma parte de la microbiota ocular y que, pese a su carácter normalmente inofensivo, puede dar paso a enfermedades como la blefaritis o la dermatitis.
Para prevenir su sobrecrecimiento es necesario mantener una buena higiene facial, evitar el uso excesivo de maquillaje y cambiar frecuentemente las toallas, fundas de almohadas y anteojos de sol.
Terapias emergentes
Los tratamientos tradicionales para el ojo seco buscan reducir la inflamación y mejorar la calidad de las lágrimas. En este sentido, la microbiota ocular podría convertirse en un objetivo terapéutico prometedor.
El uso de probióticos y prebióticos ayudarían a restaurar su equilibrio aliviando los síntomas del ojo seco [4]. Y, por otra parte, la terapia de luz pulsada intensa ha demostrado ser efectiva en el tratamiento de la disfunción de las glándulas de Meibomio, reduciendo la inflamación y promoviendo su regeneración [5].
Los avances en la investigación de la microbiota ocular han ampliado la comprensión de su papel en la salud e importancia de mantener su equilibrio para evitar enfermedades. Su caracterización detallada e interacción con el sistema inmunológico ofrecen nuevas oportunidades de diagnóstico y tratamiento que brindarán esperanza para los pacientes que sufren de patologías oculares crónicas.
Referencias
[1] El papel clave de la microbiota ocular: un gran aliado frente al ojo seco. El Mundo. https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2024/09/24/66f1413f21efa0824d8b4589.html
[2] BMJ Open Ophthalmology. (2023). Microbiome and immune-mediated dry eye: a review.
[3] Frontiers in Ophthalmology. (2020). Comparison of the Ocular Microbiomes of Dry Eye Patients With and Without Autoimmune Disease.
[4] Campagnoli, L. I. M., Varesi, A., Barbieri, A., Marchesi, N., & Pascale, A. (2023). Targeting the Gut-Eye Axis: An Emerging Strategy to Face Ocular Diseases. International journal of molecular sciences, 24(17), 13338.
[5] Dell, S. J. (2017). Intense pulsed light for evaporative dry eye disease. Clinical Ophthalmology, 11, 1167-1173.
Por María Ignacia Meyerholz