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11 Junio 2018

Las razones del por qué

Para la OMS el suicidio infantil es un problema de salud pública en aumento que necesita prevención y control. Un trabajo publicado en la revista Pediatrics recoge la recomendación y manifiesta su inquietud sobre la forma en la que se está exponiendo esta conducta en una publicitada serie de televisión. 

El suicidio es una epidemia silenciosa que está recorriendo el planeta. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año fallecen 1,2 millones de adolescentes de entre 10 y 19 años en el mundo. Esto de traduce en un ritmo de 3.000 casos fatales diarios, cuyas causas son evitables. Más de dos tercios de estas muertes ocurren en los países en vías de desarrollo, especialmente en África y en el sureste asiático.

La adolescencia es el período en el cual una persona crece y se desarrolla hacia la madurez. Se trata de la transición entre infancia y edad adulta, caracterizada por profundos cambios físicos, psicológicos, sexuales y sociales, propios e irrepetibles.

En esta etapa los jóvenes deben adaptarse y competir en el mundo extra familiar; comienzan a experimentar conflictos de carácter emocional como rupturas amorosas o separación de los padres; algunos se inician en el consumo de alcohol y drogas. También exhiben mayor sensibilidad, menor autocontrol y más dificultad para expresar emociones como la angustia y los impulsos agresivos.

Cuando la serie de Netflix 13 Reasons Why (Por trece razones) se estrenó en 2017, rápidamente se convirtió en una de las más vistas del año. La adaptación de la novela homónima publicada en 2007 por Jay Asher acaparó la atención de los jóvenes, porque expuso de frente temas como el acoso escolar, las agresiones sexuales y el suicidio juvenil.

Al conocerse la ficción sobre el drama de Hannah Baker – una joven que decide quitarse la vida y dejar grabadas las 13 “explicaciones” de su drástica decisión- miles de expertos cruzaron opiniones sobre hasta qué punto se generaba una concientización real o si se trataba de una incitación al acto.

Jaelea Skehan, psicóloga y directora del Instituto Hunter de Salud Mental de Australia (conocido como Everymind), publicó en su sitio web una columna donde cuestionó el mensaje que estaba enviando el show, “así como la forma en que se representa el estreno suicida adolescente”.

“Recibí aviso de mis colegas en Estados Unidos sobre la serie. Muchos de ellos, preocupados por los mensajes y la descripción del suicidio, a pesar del asesoramiento que la producción recibió”. 

“Hay quienes creen que la transmisión juvenil está enviando visiones incorrectas. Otros sienten que muestra la dura realidad para generar debate y conversación. Ambas posturas son igualmente válidas. El problema radica en que la reacción va a depender de la conexión personal con el problema, por lo que el tono debe ser cuidadoso. Desde el punto de vista profesional, tengo ‘Seis razones por las cuales me preocupa la serie’, que no sólo las familias deben considerar, sino también los profesionales de la salud que pueden verse enfrentados a preguntas sobre suicidio adolescente generadas a raíz del programa”.

“La escena del suicidio en el último episodio es muy gráfica. Se habla de que se trata de un acto inevitable, un anuncio poco útil. Los jóvenes necesitan entender que la angustia y el dolor psicológico son legítimos y que son dignos de obtener apoyo si hay una razón. No se anima a los jóvenes a involucrarse a hablar con los adultos o a pedir ayuda. Y se entrega una visión romántica del suicidio, mostrándolo como una forma de dejar un mensaje a los demás”.

El efecto de la serie fue tan grande que durante los 19 días siguientes al estreno de la primera temporada miles de jóvenes se inclinaron por conocer más sobre las problemáticas y términos que presentaba la historia televisiva. 

Según un estudio realizado por profesionales de la Universidad de San Diego las búsquedas en Google relacionadas con quitarse la vida sumaron entre 900 mil a un millón 500 entre las cuales se destacaban “prevención del suicidio” (un 23%), “línea directa contra el suicidio” (un 12%) o “canciones sobre suicidio” (60%), pero también “cómo cometer suicidio” (que creció un 26%), “suicidarse” (un 18%) o “cómo matarse” (un 9%). (DOI:10.1001/jamainternmed.2017.3333)

La plataforma estrenó una segunda tanda de capítulos que llevó a investigadores de la Universidad de Minnesota a publicar un informe en la edición de junio de la Revista Pediatrics respecto a por qué puede ser desaconsejable para algunos jóvenes estar en contacto con este material visual. (doi.org/10.1542/peds.2018-0575)

En el artículo titulado 13 Things Pediatricians Should Know (and Do) About 13 Reasons Why los autores recomiendan a los especialistas conversar con los pacientes jóvenes más vulnerables y con sus padres para que se mantengan lejos de este espacio de ficción. 

Al revisar los registros en su sistema de salud, los autores identificaron más de 60 referencias documentadas del programa por parte de 31 pacientes pediátricos tratados en los seis meses posteriores a la emisión de la serie. El 75 por ciento de ellos recibió tratamiento médico y más de la mitad de los padres aseguraron sentir temor que la serie empeorara la salud mental de sus hijos.

En el artículo, los autores instan a los pediatras a seguir las nuevas directrices de la American Academy of Pediatrics, actualizadas a principios de este año, que exigen la detección universal de la depresión en pacientes mayores de 12 años y a agregar preguntas respecto al consumo que los niños y adolescentes están haciendo de este tipo de programas.

El doctor Michael B. Pitt, uno de los autores del trabajo, destacó que una de las cosas que más le sorprendió fue constatar “cómo algunos de nuestros colegas ni siquiera saben de la existencia de esta transmisión y cómo está afectando a los pacientes sensibles al tema. Nosotros seguiremos alertando sobre los riesgos de exponer estas temáticas sin advertencias claras. Estamos conscientes que abren una oportunidad para el diálogo sobre la salud mental adolescente, pero creemos que se debe hacer con mayor responsabilidad. Los adolescentes pueden ser irreflexivos y emocionales. Ver que un personaje decide que el suicidio es la mejor opción podría hacerlos llegar a tomar la misma decisión”.

El suicidio es un grave problema de salud pública en todo el mundo. Pero se puede prevenir con intervenciones oportunas. Los expertos sugieren que el trabajo debe enfocarse en educar emocionalmente a los jóvenes para que reconozcan y vivan sus emociones. Eso se logra reforzando el manejo de los factores que provocan estrés; ejerciendo el autocontrol; desarrollando un optimismo realista y buscando emociones positivas, porque el enfrentamiento asertivo de los problemas relacionales produce bienestar y disminuye las conductas autodestructivas.

Por Carolina Faraldo Portus

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