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Este 2020 se cumplieron 200 años del natalicio de Florence Nigthingale, fundadora de la enfermería profesional moderna y reconocida por su contribución a la reforma de las condiciones sanitarias de los hospitales de campaña. Sin embargo, esta mujer perteneciente a una familia británica de clase alta en la Inglaterra victoriana tuvo una faceta menos conocida: sus aportes a la bioestadística.

La necesidad de este enfoque está bien reconocida en la investigación y salud pública. Sin embargo, en el siglo XIX la organización y visualización de datos fue toda una innovación, con la que ella mostró cómo un fenómeno social podía ser medido y analizado objetivamente.

De niña, sintió una atracción irresistible por la ciencia y, en particular, por la matemática. Principalmente, por la estadística descriptiva. Una de sus aficiones era recolectar y clasificar conchas, anotando referencias sobre ellas y creando tablas numéricas con las distintas medidas y características.

Como parte de la educación de sus hijas, los Nightingale las llevaron de gira por Europa, viaje que Florence aprovechó para seguir recopilando y ordenando información, esta vez respecto a la población, hospitales e instituciones de caridad de las ciudades por las que pasaba.

Estas vivencias y su espíritu religioso marcaron profusamente su personalidad y con tan solo 17 años sintió que tenía una misión: dedicar su vida a cuidar enfermos. Comenzó a visitar hogares de personas pobres y acongojadas, lo que no era bien visto por su familia.

A los 23 años opta por convertirse en enfermera, trabajo al no se dedicaban las mujeres de su condición social. Pese a los intentos de sus cercanos por convencerla de que buscara otra vocación y ante la perseverancia demostrada, su padre la inscribió en los mejores establecimientos que ofrecían dicha formación. Primero asistió al Instituto de San Vicente de Paúl en Alejandría (Egipto) y luego al de Diaconizas Protestantes de Kaiserswerth (Alemania) [1].

Entre 1851 y 1854 completó la instrucción práctica que había adquirido en Kaiserswerth, colaborando en diferentes hospitales europeos donde recopiló informes y publicaciones oficiales sobre sanidad pública, datos que sistematizó en dos libros: “Notas de hospital” y “Notas de enfermería”, que marcaron la pauta de la enfermería moderna.

Cuando Florence se encontraba desarrollando esta investigación obtuvo su primer trabajo formal: fue nombrada directora de un sanatorio para señoras de alta sociedad en la calle Harley, en pleno West End de Londres, institución en la que permaneció hasta el estallido de la guerra de Crimea, donde Gran Bretaña participó como aliado junto al Imperio Turco Otomano y Francia en contra de Rusia. 

A través de los periódicos conoció las noticias sobre el conflicto bélico y las malas condiciones sanitarias de los heridos, los que morían mayoritariamente por enfermedades infectocontagiosas, más que por las propias heridas de guerra.

Sus ansias por ayudar la llevaron a reclutar a un grupo de 40 enfermeras para atender a los soldados a las afueras Scutari, hoy Estambul. En terreno aplicó un método combinado de cuidados asistenciales y medidas de higiene como agua y aire puros, desagües eficaces, limpieza general y luz con los que logró reducir la mortandad de 60% a 42% y luego a 2,2%. Datos que al llegar comenzó a tabular para demostrar la eficacia de sus medidas [2].

Con su sistema innovador de recolección, tabulación y presentación fue precursora de la estadística aplicada al mostrar cómo esta disciplina proporciona un marco para comprender la realidad y proponer mejoras. Elaboró numerosos informes e ideó un diagrama de datos, la “la rosa de Nightingale”, un tipo de gráfico descriptivo que fue creado originalmente, por André-Michel Guerry en 1829, el fundador de las "estadísticas morales" que condujeron al desarrollo de la criminología, sociología y la ciencia social moderna [3].

Este diagrama de área polar, como se le conoce hoy, mostraba un círculo dividido en 12 sectores -uno por cada mes- cuya área y colores variaba según los soldados caídos: rojo por heridas de guerra; azul por enfermedades infecciosas; y negro por otras causas. Esta tabulación evidenció que la principal causa de muerte eran las enfermedades infecciosas y que la mejora de las condiciones en el hospital las reducía enormemente. 

Conservando la esencia de gráfico cíclico de Guerry, incorporó una dimensión no tan utilizada: el color, con el que además de entregar cifras pudo realizar comparaciones a primera vista que le ayudaron a que su mensaje fuese comprendido rápidamente a través de la imagen.

Se cree que eligió hacer este resumen visual con la intención de persuadir a la reina Victoria de la necesidad de crear políticas públicas en torno a la salud de los soldados, con el fin de no repetir la historia de Crimea al interior del ejército inglés, lo que -entre otras cosas- derivó en que asesorara a Estados Unidos y Canadá en la organización de su sanidad militar.

Con los fondos recaudados como tributo a sus servicios fundó, en 1860, la Escuela y Hogar para Enfermeras Nightingale, en el Hospital St. Thomas de Londres, hecho que marca la creación de la carrera de enfermería, validándose como una labor con altos grados formativos y de gran responsabilidad.

El éxito del establecimiento formador facilitó la incorporación de alumnas cada vez más capacitadas, por lo que las “enfermeras Nightingale” comenzaron a crear sus propios establecimientos de instrucción. Incluso, la migración de ellas a Australia, Canadá, India, Finlandia, Alemania, Suecia y Estados Unidos permitió la formación de una red internacional de centros que aplicaban su sistema y metodología.

Fue la primera mujer admitida en la Royal Statistical Society británica en 1858; y la American Statistical Association la nombró miembro honorario en 1874, donde el matemático Karl Pearson la reconoció como una “profetisa” en el desarrollo de la estadística aplicada.

Sin saberlo, un siglo antes de que naciera la medicina basada en la evidencia, ella aplicó sus conceptos a la profesión mediante la utilización consciente, explícita y juiciosa de la mejor evidencia clínica disponible para tomar decisiones sobre el cuidado de los pacientes individuales. 

Hoy la Escuela de Enfermería, Obstetricia y Cuidados Paliativos Florence Nightingale sigue operativa y forma parte del King’s College de Londres. Antes de morir a los 90 años, la reina Victoria la condecoró con la Royal Red Cross, por su infatigable labor y servicios excepcionales en la profesión de enfermería militar.

"Cuando no sea ni siquiera un recuerdo -solo un nombre- espero que mi voz pueda perpetuar el gran trabajo de mi vida”, dijo en 1890. Y así ha sido. El bicentenario de su nacimiento fue recordado en todo el Reino Unido, donde se abrieron cinco hospitales temporales para atender a los enfermos por COVID-19. Todos fueron bautizados como Florence Nightingale, en homenaje al legado que aún sigue vigente. 

Referencias
[1] Young, Pablo, Hortis De Smith, Verónica, Chambi, María C, & Finn, Bárbara C. (2011). Florence Nightingale (1820-1910), a 101 años de su fallecimiento. Revista médica de Chile, 139(6), 807-813.
[2] Karimi, H., & Masoudi Alavi, N. (2015). Florence Nightingale: The Mother of Nursing. Nursing and midwifery studies, 4(2), e29475.
[3] Álvarez Arenas, Juan Pablo & Guevara, Miguel & Orellana, Carolina. (2018). Florence Nigthingale, la enfermería y la estadística: otra mujer fantástica. Revista Médica Clínica Las Condes. 29. 372-379.

Por Carolina Faraldo Portus