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12 Octubre 2020

La cuarta ola pandémica

Así se denomina a la huella psicológica, trauma físico y problemas psicosociales que se manifestarán en las personas, incluso en aquellas sin patología previa. Son los efectos colaterales de esta emergencia sanitaria. 

La historia es conocida. En diciembre de 2019 fue identificado el SARS-CoV-2 como causante de la Coronavirus Desease (COVID-19) en personas de la ciudad China de Wuhan. 

Tres meses más tarde, cuando el número infectados fuera de aquellas fronteras aumentó 13 veces y las naciones comprometidas se triplicaron, la Organización Mundial de la Salud declaró al brote epidémico como una pandemia y llamó a las autoridades a gestionar y reforzar sus acciones para abordar este complejo escenario en materia de salud pública.

El alcance y la propagación del virus evolucionó rápidamente y con diferentes particularidades. Las cifras de contagios y muertes por COVID-19 siguen elevándose, varios meses después de las rigurosas cuarentenas implementadas, y si bien se había controlado la emergencia en las primeras naciones afectadas, ya se están reportando segundos brotes y con ellos miedo, incertidumbre, angustia y estrés. 

El análisis de los epidemiólogos es claro: al igual que otras pandemias, el coronavirus no tendrá un “peak único” de casos que dé paso a la “normalidad” -o al estado al que estábamos acostumbrados- sino que se presentará en “olas de contagios” por países, climas y otros factores.

El médico estadounidense Victor Tseng, viralizó en su cuenta de Twitter un inquietante mensaje: “A nuestros amigos y colegas que desafían las líneas de frente, también debemos prepararnos para una serie de réplicas. Es muy difícil planificar tan lejos mientras estamos en modo de supervivencia. Tenmos que elaborar temprano una estrategia para nuestra respuesta al daño colateral de COVID-19”.

El especialista en cuidados críticos pulmonares, mitocondria, biología transpulmonar y cardiovascular de la Universidad de Colorado, acompañó esas palabras con una infografía respecto a las “olas” de daños que dejará esta pandemia [1]".

“La primera es la mortalidad y la morbilidad inmediata. Luego viene el impacto en quienes no pudieron ingresar a terapia intensiva, porque estaban atestadas de enfermos con coronavirus. La tercera se refiere a pacientes con condiciones crónicas que interrumpieron sus tratamientos, ya sea por el cierre temporal de algunas prestaciones o por la restricción de recursos para condiciones urgentes no COVID, cuyos fondos fueron destinados a superar la emergencia. Aún no tenemos certeza de cuáles van a ser las consecuencias futuras”. 

Y, por último, “tenemos la cuarta ola, que contempla el trauma físico, agotamiento psicológico, estrés, enfermedad mental, impacto social y económico derivado de las largas cuarentenas impuestas. Lo que se espera es que, con el paso del tiempo, dejen una cifra de muertes muy superior a las de COVID-19”, aclara el doctor Tseng.

La evidencia existente en pandemias anteriores revela que las medidas de distanciamiento social producen efectos psicológicos en la población, los cuales se vinculan con la “ola de pánico” que precede a la llegada de la enfermedad, el temor al virus mismo y al efecto del encierro obligatorio [2].

El psiquiatra Marcelo Cetkovich -director médico de la Fundación Ineco, organización argentina dedicada a apoyar programas de investigación sobre trastornos neurológicos y psiquiátricos en niños y adultos- recalca que en este grupo también se debe incluir a los profesionales de la salud que “están extenuados por el esfuerzo que han debido realizar. Actualmente, el estado mental de muchos de ellos es similar al de un soldado durante su traslado al frente de batalla”.

“Sienten cansancio, pero por el carácter vocacional de la medicina, la mayoría experimenta una sensación de orgullo por ser parte de quienes lucharon contra el SARS-CoV-2. Otros, sin embargo, van a tener secuelas psíquicas que requerirán atención, considerando que, en este contexto de ‘cuarta ola’, van a tener que ejercer un trabajo de contención emocional al escuchar y atender a pacientes debilitados anímicamente”.

Uno de los principales parámetros para saber si una condición es patológica es observar qué tanto impacta en el funcionamiento diario. Para el doctor Cetkovich “la forma de mitigar estos efectos es entregando contención, escuchando, acompañando y brindando herramientas para poder lidiar con las emociones negativas”. 

Cuando un individuo es consciente e internaliza el por qué es necesario cuidar la salud mental, está más capacitado y seguro para lidiar con situaciones estresantes y evitar su impacto. 

Poder “surfear” o “capear” estas olas con éxito, va a depender de qué tanto se prolonguen las medidas de distanciamiento social y qué tan efectiva sea la capacidad de los Estados para trazar eficazmente los casos sospechosos.

La esperanza para terminar con la pandemia está puesta en el desarrollo de una vacuna. Sin embargo, tendremos que aprender a convivir con este nuevo virus entre nosotros y continuar con las medidas de distanciamiento físico, lavado de manos frecuente y uso de mascarilla por un buen tiempo.

Referencias
[1] Kohli P, Virani SS. Surfing the Waves of the COVID-19 Pandemic as a Cardiovascular Clinician. Circulation. 2020;142(2):98-100.
[2] Bao Y, Sun Y, Meng S, Shi J, Lu L. 2019-nCoV epidemic: address mental health care to empower society. Lancet. 2020;395(10224):e37-e38. 

Por Carolina Faraldo Portus

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