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Para comenzar este reportaje me gustaría contar una experiencia personal. Un día de mi adolescencia caminaba por calle Beltrán Mathieu de Concepción (Chile) rumbo al corazón del Barrio Universitario. A media cuadra, se acercan tres jóvenes que al verme sonríen, aceleran el paso para saludarme, hablándome cada vez más y lanzándome bromas. Yo no los reconocía, pero se notaban entusiasmados, hasta que al mirarme de frente explotan en carcajadas y dicen: ¡es igual!

Mientras se alejaban -todavía incrédulos- yo me quedé con la sensación de que, definitivamente, en la misma ciudad vivía una persona que era idéntica a mí. No sé qué habrá sido de ellos después de tanto tiempo, lo que realmente importa es que, hablando de semejanzas, existen algunos casos que son sencillamente notables. ¿Por qué? Ese increíble parecido, que inesperadamente puede unir a dos desconocidos sin parentesco, trae otra sorpresa: una huella genética.

El punto de partida de este hallazgo se remonta a 1999, cuando el fotógrafo canadiense François Brunelle inició un proyecto: retratar a individuos que tuvieran un gran parecido físico sin ser parientes. Con el paso de los años, su registro fue sumando decenas de estos “dobles”, también llamados look-alike en inglés o doppelgänger en alemán, vocablo que proviene de doppel (doble) y gänger (andante) y que fue acuñado en 1796 por el novelista Johann Paul Friedrich (1763-1825) [1].

Durante más de una década, los casos de “falsos gemelos” se viralizaron por las redes sociales dando paso a múltiples interpretaciones, hasta que un grupo de investigadores decidió llevar el tema al terreno científico. Basándose en el trabajo de Brunelle se propusieron demostrar, por primera vez, por qué se pueden encontrar personas casi idénticas en distintos lugares del mundo, evidentemente sin conocerse ni compartir algún vínculo familiar.

“Lo que hicimos fue recopilar muestras biológicas de estos individuos extremadamente parecidos para ver si descubríamos una razón objetiva de su similitud”, comenta Manel Esteller, director del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras y profesor de genética de la Universidad de Barcelona en España [2].

Material genético común

El equipo exploró el genoma, epigenoma y microbioma para esclarecer cómo contribuyen en el parecido. De acuerdo con las conclusiones del trabajo publicado en la revista Cell Reports [3], una fuerte semejanza está asociada con variantes genéticas compartidas. Para llegar a este resultado, los científicos analizaron imágenes de 32 parejas fotografiadas por el artista norteamericano mediante tres programas de reconocimiento facial, que otorgaron más objetividad al prescindir del juicio humano. 

El examen determinó que en 16 casos el grado de parecido alcanzaba al que se produce con los gemelos, vale decir, casi indistinguibles entre sí. Luego tomaron muestras de saliva para evaluar estas características, junto con las biométricas y hábitos. 

"Comprobamos que tienen un material genético común a pesar de no estar emparentados. Existen variaciones similares en el ADN, particularmente relacionadas a genes involucrados en la formación de la boca, nariz, ojos, barbilla y frente”. Según detalla Esteller, nueve de estas 16 parejas compartían 19.277 polimorfismos de un solo nucleótido, un tipo de variante asociada con la estructura ósea facial y pigmentación de la piel.

El análisis entregó un dato clave: las similitudes no solo se limitaban al rostro, sino que también algunas parejas repetían la estatura, peso, carácter y comportamientos que van desde el hábito de fumar hasta el nivel de educación.

Evidencia y aplicaciones

Pese a algunas limitaciones de la publicación como el tamaño de la muestra, el predominio de participantes europeos y el uso de imágenes en blanco en negro en dos dimensiones, el artículo demuestra que la genética es un factor que determina el aspecto y comportamiento. En tanto, las diferencias se deben a una composición epigenética distinta y la disímil carga bacteriana y viral de sus cuerpos.

Sus aplicaciones, plantean los autores, se pueden dar en los campos de la biomedicina, estudios evolutivos y medicina forense. “Nuestro trabajo abre muchas líneas de investigación, pero mencionaría dos: abre las bases para que, mediante el análisis de la imagen y forma de la cara, se logren diagnosticar enfermedades genéticas. Además, a partir de una muestra de ADN desconocida se podría reconstruir el rostro de una persona, uno de los grandes anhelos de la medicina forense y criminalística”.

Cuando le preguntan a Manel Esteller si existe algo más detrás de todo esto, responde tajante. "Sí, todo es fruto del azar. Esta genética similar no tiene otra explicación. Debido a que la población ya bordea los 7.900 millones de seres humanos es cada vez más probable que se produzcan estas increíbles repeticiones".

Ese desconocido gemelo genético bien puede vivir al otro lado del planeta o tal vez, justo ahora, está a solo media cuadra de distancia de ti.

Referencias
[1] Molina Foix, Juan Antonio (2007). Cuentos de dobles (una antología). Madrid: Siruela. ISBN 978-84-9841-076-1.
[2] Las personas que se parecen sin estar emparentadas comparten similitudes genéticas. https://www.agenciasinc.es/Noticias/Las-personas-que-se-parecen-sin-estar-emparentadas-comparten-similitudes-geneticas
[3] Joshi RS, Rigau M, García-Prieto CA, Castro de Moura M, Esteller M, et al. Look-alike humans identified by facial recognition algorithms show genetic similarities. Cell Rep. 2022 Aug 23;40(8):111257.