El efecto protector de la amistad
La calidad de esta relación determina la salud y posibilidad de una mayor expectativa de vida. Hablar con un amigo, tan solo una vez al día, puede aumentar los sentimientos de felicidad y reducir niveles de estrés.
Se suele decir que los amigos son la familia que se elige. Y, al parecer, ese "afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otro, que nace y se fortalece con el trato" [1] es lo que ayuda a construir nuestra identidad, desarrollar empatía y sentir que formamos parte de un grupo.
La amistad protege, cuida y fortalece. Es uno de los factores que influye sobre la salud, bienestar y felicidad. Se trata de un concepto individual y, por tanto, parcialmente subjetivo. Lo que se espera de este vínculo social cambia con el tiempo, experiencia y circunstancias. Conforme la persona va madurando se vuelve más selectiva: busca calidad por sobre cantidad y tiene claro los rasgos que van a definir una buena relación.
Para el ensayista y filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626), considerado el padre del empirismo filosófico y científico, quien no tiene amigos "canibaliza su propio corazón". Fue uno de los primeros pensadores en concebir la necesidad de conectar con otros individuos, ya sea de forma natural o adquirida.
"Un fruto principal de la amistad es el alivio y la descarga de la plenitud y la hinchazón del corazón, que las pasiones de todas clases causan e inducen. Sabemos que las enfermedades de taponamiento y asfixia son las más peligrosas en el cuerpo y no es muy diferente en la mente. Puedes tomar zarza para abrir el hígado, acero para el bazo, flores de azufre para los pulmones, castóreo para el cerebro, pero ningún recibo abre el corazón, sino un verdadero amigo, a quien puedas impartir pesares, alegrías, temores, esperanzas, sospechas, consejos y todo lo que se oponga al corazón para oprimirlo, en una especie de confesión o de ofensa civil" [2].
En su ensayo "Sobre la amistad" destaca que "el segundo fruto de ella es saludable y soberano para el entendimiento", porque "hace en verdad un buen día en los afectos, de tormentas y tempestades, pero hace luz en el entendimiento de las tinieblas y de la confusión de los pensamientos (…) quienquiera que tenga la mente cargada de muchos pensamientos, su ingenio y entendimiento se aclaran y disuelven al comunicarse y hablar con otro" [2].
Nutrición social
El número y la calidad de las interacciones sociales en las primeras etapas de la vida pueden predecir la soledad, bienestar y depresión 30 años después [3]. A pesar de estos beneficios bien documentados, no siempre priorizamos pasar tiempo con amigos. Los estadounidenses, por ejemplo, solo dedican alrededor de 41 minutos al día a socializar, lo que representa un tercio del tiempo que destinan a ver televisión o desplazarse [4].
Crear y mantener una, es extremadamente costoso, tanto en términos del tiempo que debe invertirse como de los mecanismos cognitivos que la sustentan [5]. Los estudios longitudinales sobre su desarrollo coinciden en que ocurre con bastante rapidez, generalmente, dentro de las tres a nueve semanas posteriores a un “primer encuentro” [6].
Desde ese momento se pueden requerir de tres a cuatro meses para que se desarrollen apegos cercanos y, curiosamente, después de conocer “amigos potenciales” se desarrollan pocas conexiones nuevas, ya sea por falta de interés o tiempo suficiente para dedicarse a ellas [3].
Antidepresivo natural
Robin Dunbar, psicólogo evolutivo y antropólogo de la Universidad de Oxford en Reino Unido, estudió los siete factores que utiliza la gente para evaluar si alguien tiene las características para convertirse en un amigo: sentido del humor, idioma, lugar de crecimiento, trayectoria educativa, intereses y pasatiempos, gustos musicales y visión de la moral, religión o política [7].
"Seguramente pasarás cientos de horas con tus compañeros de trabajo en la oficina, pero eso no los convertirá en miembros de tu círculo más íntimo. Para que eso suceda, hay que hablar de temas que sean importantes para cada uno, compartir gustos, ideas, bromas. En esencia, experiencias. Para obtener sus beneficios, tienes que destinar tiempo, porque las relaciones no van a evolucionar solo por querer que lo hagan", destaca el genetista y cronobiólogo estadounidense Jeffrey Hall.
Un reciente estudio del Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 2017 verificó que conversar con un amigo -aunque sea solo una vez al día- "para bromear, actualizarse o decirle lo que piensas de él puede aumentar tu felicidad y reducir el estrés al final de la jornada".
Para que la charla sea beneficiosa tienen que cumplirse ciertos requisitos. No puede ser una simple correspondencia de mensajes, aunque sean por audio o por WhatsApp. Tienen que ser conversaciones de calidad en las que se intercambien noticias y opiniones abarcando, al menos, uno de estos siete aspectos importantes: ponerse al día, bromear, demostrar afecto, saber escuchar, valorar la opinión, alabar con sinceridad y aportar comentarios meditados.
"Podemos cambiar la manera en la que nos sentimos un día cualquiera con este gesto comunicativo", asegura Hall. Si se tiene la oportunidad de conversar más, cuanto mejor. Pero una sola vez ya es suficiente para obtener el beneficio psicológico de aligerar la carga, elevar el humor y hacernos más felices y confiados con el mundo que nos rodea.
Una de las zonas cerebrales que más nota este efecto es el núcleo accumbens, que se encarga de generar sensaciones de placer y bienestar. Compartir ratos agradables con nuestros amigos estimula la producción de endorfinas, las cuales actúan como opioides endógenos. Podríamos decir que ellos son un antidepresivo natural, de liberación prolongada.
Referencias:
[1] Definición del diccionario de la Real Academia Española (RAE).
[2] Sellés, Juan Fernando. (2008). La educación de la amistad: una aproximación conceptual. Educación y Educadores, 11(1), 145-166.
[3] Carmichael C. L., Reis H. T., Duberstein P. R. (2015). In your 20s it’s quantity, in your 30s it’s quality: The prognostic value of social activity across 30 years of adulthood. Psychology and Aging, 30, 95–105.
[4] US Dept. of Labor. (2015). American time use survey. Retrieved from http://www.bls.gov/tus/
[5] Dunbar RIM. The Anatomy of Friendship. Trends Cogn Sci. 2018;22(1):32-51.
[6] Hays R. B. (1984). The development and maintenance of friendship. Journal of Social and Personal Relationships, 1, 75–98.[7] Hall, J. A. (2019). How many hours does it take to make a friend? Journal of Social and Personal Relationships, 36(4), 1278–1296.