Belleza artística que nos enferma
Se le conoce como síndrome de Stendhal, cuadro psicosomático caracterizado por trastornos del pensamiento, los afectos e incluso crisis de pánico que aqueja a personas muy sensibles al arte.
Un hombre de 70 años que sufrió un infarto al miocardio mientras contemplaba El nacimiento de Venus de Botticelli -la representación del siglo XV de la diosa emergiendo del mar- en la Galería de los Uffizi en Florencia, es una de las últimas “víctimas” reportadas con un trastorno causado por una intensa exposición al encanto artístico [1].
Se cree que sucumbió al síndrome de Stendhal (SS), fenómeno que lleva el nombre del seudónimo del escritor francés Henry-Marie Beyle, quien en 1871 describió en su libro “Nápoles y Florencia: un viaje de Milán a Reggio” palpitaciones, miedo a caer y “una especie de éxtasis” después de ver la “belleza sublime” [2] de la Basílica de Santa Croce, donde están enterrados Maquiavelo, Miguel Ángel y Galileo.
Más allá de una experiencia estética
Aunque no se ha llegado a un consenso sobre cómo definir el arte, su naturaleza ha atraído el interés de neurocientíficos cognitivos que abrieron un campo de investigación: la neuroestética, la cual estudia cómo el cerebro percibe sus distintas manifestaciones [2].
La experiencia de lo bello es capaz de activar áreas cerebrales neocorticales (corteza orbitofrontal medial) y estructuras cerebrales (amígdala e ínsula) que liberan neurotransmisores (dopamina, serotonina y adrenalina), que al experimentar algo sublime activan los ganglios de su base (hipocampo y cerebelo) y brindan sensaciones de euforia, alegría y bienestar [3].
Esta liberación produce un aumento temporal de la frecuencia respiratoria, presión arterial y del latido cardíaco, las que -al parecer- solo sufren quienes tienen una sensibilidad educada en el arte.
Reportes de la extraña reacción
La psiquiatra italiana Graziella Magherini, miembro de la Associazione Italiana di Psicoanalisi, de la International Psychoanalytic Association y fundadora de la International Association for Art and Psychology fue la primera en describir el SS, al observar más de 100 casos en turistas que visitaban la capital de la región de Toscana en Italia [4].
Pese a que se conocían experiencias de individuos que sufrían vértigo y desvanecimiento desde principios del siglo XIX en adelante, en 1979 ella los define como ataques agudos y divide en tres tipos sindrómicos.
En un 66% de los pacientes identificó trastornos predominantes del pensamiento (alteración en la percepción de sonidos o colores, sentimiento persecutorio o de culpa y ansiedad); en un 29% de los afectos y forma que estos sujetos asociaban en grado variable angustias depresivas, sentimientos de inferioridad y superioridad, pensamiento omnipotente o ausencia de crítica de la propia realidad. Y, finalmente, un 5% sufrieron crisis de pánico o proyecciones somáticas (dolor precordial, sudor, desvanecimiento, taquicardia o malestar epigástrico [4]).
Como factores potencialmente desencadenantes, la especialista identificó “pulsiones sexuales reprimidas, cansancio, insuficiente descanso nocturno o el final del viaje, hecho que también le sucedió al mismo Stendhal. Algunos de los pacientes vivían momentos vitales de incertidumbre o de cambio, pero la mayoría de los que luego presentaron el SS salieron de sus casas en situación de bienestar psíquico” [5].
Esta entidad se ha catalogado como una afección psicosomática que causa elevado ritmo cardíaco, vértigo e incluso alucinaciones cuando un individuo es expuesto a una suerte de “sobredosis de belleza”, normalmente en un espacio pequeño de tiempo y concentradas en un mismo entorno. Esto explicaría por qué Florencia es la ciudad donde más casos se han observado.
Durante los años posteriores a la descripción del SS, varios investigadores vieron respuestas similares en Venecia o Roma, lugares remotos de la India y en Jerusalén, donde probablemente se sumen connotaciones religiosas y místicas [5].
Factor gatillante
El descubrimiento de las neuronas en espejo ha traído una nueva aproximación al estudio de las bases neurobiológicas del gusto estético [6]. Esas células nerviosas fueron descubiertas, casi por casualidad, por un grupo de investigadores de la Universidad de Parma en Italia, liderado por el doctor Giacomo Rizzolatti [7].
La observación artística estimula, de esa forma, mecanismos que suponen y encarnan emociones, acciones o sensaciones corpóreas universales. En esta aproximación, se consideran también factores históricos, sociales, culturales o personales, pero -a diferencia de la psicoanalítica- únicamente modulando la percepción artística [8].
Más allá de su incidencia clínica como enfermedad psicosomática, el síndrome de Stendhal se ha convertido en un referente de la reacción romántica ante la acumulación de belleza y exuberancia del goce artístico.
Para cerrar, volvamos al turista. ¿Qué pasó con él? Afortunadamente, dos cardiólogos sicilianos, que también estaban de visita en la Galería de los Uffizi, lo estabilizaron con un desfibrilador, por lo que aquel anónimo amante del arte, se recuperó en un hospital de la ciudad.
Referencias
[1] Stendhal syndrome: can art really be so beautiful it makes you ill? https://www.theguardian.com/artanddesign/shortcuts/2018/dec/18/stendhal-syndrome-botticelli-the-birth-of-venus
[2] Zeki, Semir. Neural Concept Formation & Art Dante, Michelangelo, Wagner Something, and indeed the ultimate thing, must be left over for the mind to do. Journal of Consciousness Studies. 2002; 9. 53-76.
[3] Pearce MT, Zaidel DW, Vartanian O, et al. Neuroaesthetics: The Cognitive Neuroscience of Aesthetic Experience. Perspect Psychol Sci. 2016;11(2):265-279.
[4] Magherini G. El síndrome de Stendhal. Madrid: Espasa Calpe; 1990.
[5] Guerrero AL, Barceló Rosselló A, Ezpeleta D. Stendhal syndrome: origin, characteristics and presentation in a group of neurologists. Neurologia. 2010;25(6):349-356.
[6] Gallese V, Keysers C, Rizzolatti G. A unifying view of the basis of social cognition. Trends Cogn Sci. 2004;8(9):396-403.
[7] Rizzolatti G, Sinigaglia C. The mirror mechanism: a basic principle of brain function. Nat Rev Neurosci. 2016;17(12):757-765.
[8] Freedberg D, Gallese V. Motion, emotion and empathy in esthetic experience. Trends Cogn Sci. 2007;11(5):197-203.