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11 Junio 2007

Miguel Servet y la circulación de la sangre

Volviendo la mirada hacia el legado de las expresiones artísticas y culturales de Grecia y Roma, durante el Renacimiento el interés por la perfección física y las formas corporales trajo como resultado el impulso de los estudios anatómicos. De este modo, el saber médico progresó a partir de la segunda mitad del siglo XV, retomando el conocimiento del cuerpo humano como una realidad básica de la medicina, enfoque que había sido castigado durante la Edad Media.

La enseñanza de la anatomía durante este período presentó como innovación el desarrollo de la técnica de disección y práctica de autopsias, las cuales fueron reconocidas como valiosas herramientas para la investigación en esta científica.

En este escenario, se hicieron nuevas traducciones de los griegos y personas como Leonardo da Vinci, Juan Guinter, Andrés Vesalio, y Miguel Servet, comenzaron a reescribir la historia de la medicina a través de sus apuntes e ilustraciones, las cuales estaban basadas en sus propias experiencias de disección.

Fue éste último personaje -Miguel Servet- quien trazó las primeras líneas en torno al conocimiento de la circulación menor de la sangre al observar, en sus numerosas disecciones de cadáveres, que no existían poros que comunicaran los lados izquierdo y derecho del corazón, como había postulado Galeno en los comienzos de la Era Cristiana.

Miguel Servet (1511-1553), nació en la localidad española de Villanueva de Sigena, destacando desde muy temprana edad por su talento sobresaliente en todo lo relacionado con las letras, siendo un gran conocedor de idiomas como el latín, el griego y el hebreo.

Luego de realizar estudios de Derecho, desarrolló sus primeras obras de crítica teológica al mismo tiempo que abrazaba causas ligadas a la Reforma y al naciente protestantismo. Sus textos, que incluso cuestionaban a la Santísima Trinidad, produjeron rechazo en amplios sectores sociales, especialmente en las castas superiores, motivo por el cual comenzó a ser perseguido por la Inquisición Española.

Frente a este escenario, cerca del año 1530 Servet decidió escapar a Francia, donde adoptó el nombre de Michel de Villeneuve y se mantuvo trabajando por algún tiempo en la edición de libros sobre geografía. Fue en esta misma época cuando conoció al médico Symphorien Champier quien, al ver el interés que Servet tenía en esta materia, lo incentivó para que estudiara medicina.

Así fue como en 1537 el teólogo español se matriculó en la Universidad de París, donde fue discípulo de grandes médicos de la época. Sin embargo, cuando ya se había titulado, su pensamiento controversial frente a una amplia variedad de temas lo llevó a confrontarse con la comunidad universitaria, por lo que se trasladó a la ciudad de Lyon donde fue contratado como médico personal del arzobispo de Vienne. Comenzó entonces a trabajar en "Restitución del Cristianismo", texto que constituiría su obra más importante, dado que postulaba una visión religiosa según la cual Cristo estaba en todas las cosas, mostrándose contrario a algunas tradiciones de la iglesia tales como el bautismo de los niños.


Sangre elemento divino

Partiendo de una reflexión más teológica que científica, uno de los puntos expuestos por Miguel Servet en la "Restitución del Cristianismo" mostraba al alma como una emanación de la Divinidad, que tenía como eje a la sangre. Así, gracias a la sangre, el alma estaba diseminada en todo el cuerpo, con lo que el hombre podía asumir su condición divina.

Con esta descripción, basada en sus experimentaciones en cadáveres, Servet desarrolló la primera descripción escrita que existió en el mundo occidental sobre la función de la circulación pulmonar o circulación menor, sosteniendo que "la sangre es transmitida por la arteria pulmonar a la vena pulmonar por un paso prolongado a través de los pulmones, en cuyo curso se torna de color rojo y se libera de los vapores fuliginosos por el acto de la espiración". Para Servet, por lo tanto, no había una diferencia sustancial entre teología y fisiología, pues estos y muchos otros asuntos obedecían a un mismo designio divino.

Finalmente, su libro fue publicado en forma anónima a principios de 1553, causando nuevamente un gran escándalo. A través de una denuncia, la Inquisición francesa se enteró de que el hombre tras el libro era, ni más ni menos, que Miguel Servet oculto bajo la falsa identidad de "Villeneuve". Ese mismo año fue capturado y se le juzgó por herejía, en base a su negación de la Santísima Trinidad y por su defensa del bautismo a la edad adulta. Desde entonces, se le reconoce como un mártir de la libertad de pensamiento y de expresión de las ideas.

De las dos mil copias del libro "Restitución del Cristianismo" que inicialmete fueron editadas, sólo se conservan tres en la actualidad. Aunque sus observaciones sobre la circulación pulmonar fueron conocidas recién un siglo más tarde, se estima que no tuvo mucha influencia en los siglos XVI y XVII. Es por ello que en términos formales para la medicina contemporánea, fue el inglés William Harvey (1578-1657) -y no Servet- el descubridor del fenómeno de la circulación de la sangre.

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