El sucio dinero
La enseñanza de la higiene comienza cuando los niños son muy pequeños. Bañarse, lavarse los dientes, la cara y las manos, son las primeras cosas que aprendemos en lo que respecta al cuidado personal. Precisamente, lavarse las manos es algo que se recomienda aún con más insistencia cuando se ha manipulado dinero, pues se piensa que billetes y monedas son especies que portan gran número de patógenos. Un equipo del Hospital Regional de Talca, liderado por el doctor Alejandro Peña Martínez, realizó un estudio bacteriológico para determinar si esta creencia era cierta.
El papel moneda inventado por los chinos para facilitar las transacciones comerciales hace casi 400 años, tiene ciertas características físicas que le permitirían actuar como reservorio de gérmenes. Esta particular condición está dada por el modo en que es fabricado, pues en este proceso no se usa celulosa, como en los papeles comunes, sino una pasta de algodón, lo que le confiere una gran resistencia al uso prolongado, pudiendo incluso lavarse sin que se destruya.
Sin embargo, esta misma característica que lo hace tan resistente es un arma de doble filo, pues también lo convierte en un elemento muy higroscópico, es decir que tiene la capacidad de absorber la humedad ambiental y el sudor de las manos, dos elementos que pueden ser vectores de microbios patógenos. De hecho, la mayoría de las personas tiene temor frente a monedas o billetes muy usados o sucios, por las enfermedades que estos elementos podrían portar.
Extrañamente, aún cuando estamos en diario contacto con billetes muy sucios y ajados, el potencial poder contaminante de éstos no ha sido un motivo frecuente de estudio. Los científicos liderados por el doctor Peña no encontraron ningún trabajo nacional publicado referente al tema, al menos en los últimos 20 años. Tampoco parece haber sido motivo frecuente de investigación en la literatura extranjera, donde los estudios son escasos y anecdóticos, habiéndose reportado la pesquisa de Staphylococcus aureus, Salmonellas, y Escherichia coli en algunos billetes analizados en Estados Unidos, España, Perú y Bolivia.
A este respecto existe un antiguo trabajo español de 1959, que demostró que la carga microbiana de las pesetas era muchísimo más alta en aquellos billetes que venían de zonas húmedas. Pero es necesario considerar que ese estudio se realizó a dinero que tenía mucho uso, inclusive algunos ejemplares superaban los 18 años. En Chile, en cambio, los billetes de bajo valor no duran más de 4 ó 5 años, para luego ser retirados de circulación por el Banco Central, organismo que los incinera.
Con el propósito de establecer cuan cierta es esta arraigada creencia se llevó a cabo un estudio bacteriológico del papel moneda muy usado y de baja denominación, más precisamente, de billetes de 500 pesos que habían sido retirados de circulación por los bancos comerciales para su devolución al Banco Central.
Para realizar el trabajo se procedió al estudio de 10 billetes de 500 pesos emitidos los años 1999 y 2000. Con el fin de simular lo mejor posible los mecanismos de transmisión o contagio de microbios patógenos, los billetes fueron humedecidos en suero fisiológico, imitando así el sudor de las manos. A continuación, se sumergió una tórula estéril en el suero con movimientos circulares, procediendo a la siembra en placa con agar Base sangre y en placa con agar MacCokey.
A diferencia de los escasos trabajos extranjeros, el estudio no reveló la existencia de bacterias patógenas aeróbicas Gram negativas, ni Gram positivas, salvo en dos billetes en que se aisló Staphylococcus coagulasa negativos, que eventualmente pueden actuar como agentes patógenos.
Si bien la muestra examinada fue pequeña, los autores señalan que la discordancia con los estudios extranjeros puede deberse a otros tres factores: que algunos de estos trabajos son muy antiguos, y en las últimas décadas las condiciones higiénicas han cambiado; que en los estudios anteriores se investigaron billetes muy viejos con más de 10 años de circulación y que las condiciones higiénicas de nuestro país son superiores a otras naciones de Latinoamérica, pues contamos con acceso casi total al agua potable y alcantarillado. Otra razón que explicaría la baja carga microbiana de nuestros billetes es el clima con muy baja humedad ambiental, lo que determina que los billetes retengan menos microbios que en aquellos ambientes húmedos tropicales.
Finalmente, un último factor inhibitorio de desarrollo microbiano descrito en los billetes, es el uso de tintas con sales de cobre y plata en su impresión, elementos que pudieran haber ejercido un efecto beneficioso sobre el papel moneda.
A modo de conclusión, los autores recomiendan a las autoridades económicas del país, que los billetes de baja denominación sean retirados precozmente, que en su confección se usen siempre tintas con sales inhibitorias de desarrollo microbiano y que se privilegie el uso de las monedas por sobre los billetes cuando éstos son de bajo valor.
