Una singular e histórica lección de anatomía
El arte, así como la medicina, se ha nutrido de la corriente humanista, doctrina que se convirtió en un modo de pensar y vivir en torno a una idea principal: en el centro del Universo está el hombre, imagen de Dios, criatura privilegiada, digna sobre todas las cosas de la Tierra.
La pintura se convirtió en la actividad artística que más testimonios ha dejado del devenir del hombre, donde la ciencia médica y los aspectos que rodean a la enfermedad han sido verdaderos protagonistas de los lienzos que conservan –entre luces y sombras- el incalculable legado histórico de tiempos pasados.
La anatomía ha sido, y sigue siendo, una ciencia fundamental dentro del conocimiento médico. Es el soporte sobre el cual se sustenta el conocimiento del organismo humano. ¿Cómo se puede comprender lo que es una enfermedad si no se conoce en detalle cómo es el cuerpo humano por dentro?.
En el siglo XVI comenzó el período de los grandes anatomistas que, a pesar de los obstáculos sociales, religiosos y políticos, llegaron a explorar y describir detalladamente nervios, arterias y órganos junto a su respectiva función. Con la aparición de la anatomía la mirada del médico comenzó a interpretar la enfermedad mediante estructuras y funciones.
El pasado 16 de julio se celebró el cuarto centenario del nacimiento de Rembrandt Harmenszoon van Rijn, uno de los grandes artistas del posrenacimiento, cuya obra perdura hasta nuestros días. En 1632 recibió un encargo pictórico por parte del Gremio de Cirujanos de Ámsterdam, quienes querían rememorar la lección de fisiología que el prestigioso doctor Nicolaes Pieterszoontulp iba a realizar en la ciudad. Así nace la famosa Lección de Anatomía del Doctor Nicolaes Tulp, uno de los cuadros representativos del mundo médico.
La obra, a juicio de los expertos, es una fotografía informativa que da cuenta del testimonio de la vida cotidiana que el autor eleva a la categoría de acontecimiento histórico. En él se representa la disección de un cadáver que, en aquel entonces, se realizaban a modo de clases magistrales una vez al año, generalmente en invierno para evitar la putrefacción del cadáver.
El “lección” se desarrollaba en los teatros anatómicos que eran estrados circulares de madera con plataformas ascendentes que permitían a los espectadores ver de cerca la autopsia, recientemente autorizada en la zona holandesa, previo pago de una entrada con la que luego se pagaba al verdugo que proporcionaba el cadáver, al médicos que realizaba la disección y al cocinero que se encargaba de preparar la cena una vez finalizado el encuentro.
La clase era presidida por un praelector, persona responsable de la cátedra y de la realización de los exámenes. En este caso se trataba de la lección de anatomía del doctor Tulp, profesor del gremio hasta 1653, que acudió para ilustrar a los asistentes con una clase magistral sobre anatomía humana, que complementaba la formación teórica que dos veces por semana reunía a los cirujanos de Ámsterdam.

La pintura es una composición muy pensada y cuidada. La atención de la persona que la observa se dirige a la actividad que se encuentra realizando el profesor Tulp: está mostrando cómo son los músculos del brazo, el que se ha seccionado para cumplir aquel propósito.
Es muy probable que Rembrandt haya querido plasmar esta escena así como Vesalio lo había hecho unos siglos antes. En su obra De humani corporis fabrica aparece retratado junto a un brazo diseccionado con los tendones y músculos al descubierto. Así pues, el doctor Tulp aparece con unas pinzas mostrando la musculatura del antebrazo del cadáver.
El cuerpo que se utilizaba para este tipo de autopsias públicas era generalmente el de un criminal. En este caso se trataba de Adriaen het Kint, personaje que había herido gravemente a un guardián de la cárcel de Ultrech y que había robado y apaleado a un hombre en Ámsterdam. Murió en la horca y su cuerpo fue donado a los cirujanos de Ámsterdam para su estudio.
El artista holandés, que tenía 26 años cuando realizó la pintura, dejó de lado su tradicional composición en línea y distribuyó a los personajes de su obra de manera piramidal en la que todos pasan a ser protagonistas de la misma.
Las miradas de todos ellos, en total son siete, no se dirigen hacia el profesor Tulp, sino que pareciera que estuvieran comprobando las afirmaciones del doctor en un libro que se encuentra a los pies del cadáver (parte inferior derecha de la pintura), escritos que podrían pertenecer a Vesalio (gran anatomista) o bien Descartes (muy buen amigo y profesor del pintor en la Universidad), según los expertos en arte.
En la obra se da una interesante dicotomía pictórica, todos los personajes se encuentran individualizados pero, al mismo tiempo, forman parte de una todo. Cada uno de ellos tiene una identidad reconocida, sabemos quién es el profesor, quién es el cadáver y quiénes son los alumnos, pues sus nombres se encuentran dentro de la lista que uno de los hombres sujeta en el fondo del lienzo.
Este genio de la pintura –que se hizo famoso por el manejo de la luz, el contrapunto entre claridad y oscuridad- no solo captó en sus cuadros el curso de la vida y la sociedad de su época, sino las profundidades y los recovecos del alma eterna del ser humano.
El Gremio de Cirujanos, años más tarde, hizo un encargo similar al pintor: La lección de Anatomía del Doctor Deijman, para la sala de Anatomía de Ámsterdam. Fue realizada en 1656 y representaba al doctor Joan Deijman haciendo una disección del cerebro del condenado Joris Fonteyn. La disposición del cadáver, en este caso, se encuentra tendido frente al espectador. Esta obra sufrió los efectos de un incendio, por lo que tuvo que ser recortada en el siglo XVIII.
Estos cuadros fueron y siguen siendo propiedad del gremio al que pertenecían los mandantes. En 1798, cuando desapareció el Gremio de Cirujanos, las pinturas pasaron a la Fundación de Viudas de Cirujanos. La dirección de este organismo decidió en 1828 vender el cuadro. Sin embargo, se prohibió la venta por Decreto Real. Finalmente fue vendido por el gobierno holandés y desde aquel momento pertenece a la colección del museo Mauritshuis.
Con el correr de los años, la La lección de Anatomía del Doctor Tulp se ha transformado, sin haber sido ese su objetivo, en un homenaje a los médicos del siglo XVII que, a pesar del oscurantismo y la superstición, lograron mantener el prestigio de una profesión y de una ciencia al servicio del hombre.
