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El rodeo es la fiesta de la tradición del campo chileno. Junto con los jinetes que demuestran toda su destreza, los animales de noble raza, las cabezas de vacuno y los aperos del huaso criollo, se encuentran los frutos, la música, la comida y la calidez de la tierra de nuestro país. Una tradición que, a veces, parece perderse entre el ritmo de la vida en las grandes urbes y las preocupaciones del trabajo, pero que sin embargo continúa emocionando a quienes aman nuestras raíces.

Pese a que actualmente el rodeo es una actividad poco masiva, muchos fieles expositores aún se reúnen para participar en el torneo nacional, donde corren las mejores colleras. Este es el caso de los médicos Carlos Chandía y Fernando Bello de Concepción, quienes compiten desde hace varios años en distintas ciudades. Recientemente, participaron en la fecha de octubre del provincial realizado en Hualqui, VIII Región, donde destacó la participación del doctor Chandía, quien junto a su collera Claudio Cancino obtuvo un puesto entre los mejores puntajes de la jornada.

Dado que las competencias son largas, muchos optan por asistir con toda la familia a competir y presenciar el espectáculo, paseo que generalmente se prolonga por todo el fin de semana, ya que las carreras se realizan durante dos días o tres cuando se corre por el campeonato nacional. Este es el caso de los doctores Bello y Chandía, quienes viajan junto a familiares y amigos hasta los lugares donde se realizan las competencias y aprovechan de disfrutar del campo chileno.

Según los profesionales, esta es una ocasión para que los jóvenes también se acerquen al mundo del rodeo. “En esta oportunidad, participó en la competencia de Hualqui mi sobrino, quién obtuvo buenos resultados”, cuenta el doctor Chandía. El médico señala que este es un claro ejemplo de cómo las nuevas generaciones conocen una actividad chilena que se mantiene vigente sin importar el paso del tiempo.

Para el doctor Chandía la vida en el campo es una pasión, que implica ciertos sacrificios a la vez que entrega muchas satisfacciones. Las costumbres campesinas, la tranquilidad y las tradiciones lo atraen y ocupan un importante espacio en su vida. Para él, este deporte es una fiesta: “Acá uno se entretiene, viene a olvidarse del trabajo de la semana. Personalmente en cuanto puedo me arranco al campo” comenta.


Un poco de Historia
El rodeo chileno tiene su origen en el siglo XVI, cuando el entonces Gobernador de Chile García Hurtado de Mendoza (1535-1609) durante la fiesta del Apóstol Santiago, patrono de la capital, ordenó reunir el ganado en la Plaza de Armas de Santiago durante las jornadas del 24 y 25 de julio, para ser marcado y seleccionado. Posteriormente el cabildo hizo obligatorio ese rodeo, trasladándose la fecha de realización para el 7 de octubre, fecha en que adiestrados jinetes aprovechaban de lucir su pericia.

A fines del siglo XVII la actividad comenzó a regularizarse y a tomar un carácter más competitivo, siendo en 1860 establecidas la característica medialuna y otras reglas que perduran hasta nuestros días, con algunas modificaciones.

Con más de 400 años, el rodeo fue declarado oficialmente deporte nacional el 10 de enero de 1962 por el Consejo Nacional de Deportes y el Comité Olímpico de Chile. Desde entonces, la Asociación de Criadores de Caballos y la Federación del Rodeo Chileno se han encargado de organizar y fomentar esta actividad a través de muestras y competencias.


¿De qué se trata el rodeo?
El rodeo en sí constituye un mundo, con términos, códigos y características propias. En primer lugar, está la carrera que es la faena que realizan los jinetes dentro de la medialuna. Una carrera se inicia cuando sale el novillo desde el toril (pequeña puerta en el apiñadero), donde los jinetes deben guiarlo y dar dos vueltas, antes de salir del apiñadero. Si lo hacen sin cometer faltas, reciben un punto. Luego, los jinetes llevan al novillo hacia la cancha, corriendo uno detrás (arreando) y el otro al lado (a la mano), formando una tenaza con las cabalgaduras. Llegados a los extremos de la cancha, la collera debe detener al novillo, siguiendo las exigencias del reglamento. Se dan la vuelta, el jinete que arreaba ahora va a la mano, y vuelven a detener al novillo en el otro extremo. Finalmente, deben entregar el novillo en la puerta de salida. Si toda la corrida cumple con las normas, reciben 13 puntos, completando 14.

Otras reglas de la disciplina señalan que sólo pueden competir caballos de raza chilena inscritos, animales que deben ser montados por jinetes con atuendo de huaso completo, aspecto que constituye uno de los principales atractivos que convierten a este deporte en un espectáculo de tradición y chilenidad.

La temporada se inaugura en septiembre y se desarrolla hasta abril, con cerca de 320 competencias en todo el país, donde se reúne puntaje para participar en el Campeonato Nacional de Rodeo Chileno, celebrado en la Medialuna Nacional de Rancagua.

Pero hay mucho más, ya que en torno al rodeo se realizan una serie de actividades paralelas a la competencia. Una de las atracciones más llamativas, especialmente para los niños, es el “movimiento de riendas”, que consiste en la muestra de la elegancia de jinetes y caballos, que lucen su destreza en la cancha. La música tampoco puede faltar, por ello, mientras se preparan empanadas y anticuchos en el quincho, un grupo de cantoras folclóricas entona cuecas y tonadas. Una fiesta de la chilenidad, donde artesanos ofrecen trabajos tales como ponchos, sombreros, riendas y espuelas, constituyendo una instancia donde todos tienen un espacio para disfrutar de lo nuestro.

Por Soledad Cabrera