Los últimos días de Francis Crick, descubridor del ADN
Cuando han pasado 40 años desde que James Watson y Francis Crick recibieran el Premio Nobel, su modelo de ADN sigue siendo una representación del espectacular avance experimentado por la ciencia durante el Siglo XX.
Luego de una larga lucha contra el cáncer de colon, el destacado científico inglés murió en el Thornton Hospital de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos), la noche del miércoles 28 de julio de 2004, según informó el Instituto Salk, organización en la que Crick trabajaba.
En 1953 Francis Crick y James Watson, dos jóvenes científicos del laboratorio Cavendish, entraron al bar “The Eagle”, en Cambrige, anunciando que habían encontrado “el secreto de la vida”. Su descubrimiento: la estructura elíptica del ácido desoxirribonucleico (ADN), información que permitiría los más grandes avances médicos de la historia.
Acordaron entonces, que esta estructura molecular era un compuesto que portaba información genética y no proteínas, como muchos creían hasta ese minuto. Dedicaron los próximos años a comprobar uno a uno los postulados de su teoría, lo que les valió el Premio Nobel de Medicina en 1962.
Con este hallazgo los “padres de la genética”, como fueron denominados más tarde, establecieron la piedra fundamental de la biotecnología moderna y revolucionaron notablemente la vida del hombre. Asimismo, abrieron una puerta nunca imaginada: si se podía descifrar el genoma humano, también era posible modificarlo.
Con el tiempo, el descubrimiento comenzó a ser utilizado en campos tan diversos como la investigación criminal o la agricultura, ya que la industria de la biotecnología los incorporó para modificar genéticamente algunos alimentos. Además, innovadoras terapias genéticas de la medicina, también empezaron a utilizan estas teorías.
Entre muchas otras cosas, el descubrimiento de Crick y Watson abrió el camino para la realización de análisis sanguíneos de AND, que permiten, por ejemplo, recoger muestras del lugar de un crimen, ya sea para condenar o exonerar a un sospechoso.
El Hombre
“Siempre recordaré a Francis por su inteligencia extraordinariamente centrada y por los muchos modos en que me mostró su bondad, permitiéndome desarrollar la confianza en mí mismo”, señaló James Watson en un breve comunicado, que envió a los medios de comunicación desde su oficina en el Laboratorio Cold Spring Harbor, en Nueva York, luego de enterarse del fallecimiento de su amigo y colega.
Francis Harry Compton Crick nació el 8 de junio de 1916 en Northampton (Inglaterra), pero vivió gran parte de su vida en La Jolla, California, donde llegó a convertirse en un distinguido profesor de investigación y presidente del Instituto Salk, organismo en el que trabajó desde 1977.
Hijo del dueño de una fábrica de zapatos, Crick primero estudió física y, más tarde, se dedicó a la biología. Sin embargo, al igual que lo sucedido a muchos otros grandes intelectuales de la época, sus estudios fueron interrumpidos por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Simpatizante de la resistencia aliada, trabajó como científico en el Almirantazgo Británico, donde ayudó a diseñar minas magnéticas y acústicas. Luego emigró a Estados Unidos, donde desarrolló sus más importantes descubrimientos.
Crick se destacó no sólo por sus aportes científicos, sino también por su generosidad y afán de contagiar su entusiasmo a las generaciones jóvenes. Antes de morir, se encontraba realizando complejos estudios sobre el cerebro.
Por Carolina Faraldo
