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24 Septiembre 2012

Caspar David Friedrich, un romántico depresivo

El solitario pintor del norte, como era conocido el creador de Der Wanderer über dem Nebelmeer en Alemania, sufrió varias depresiones y, al menos, un intento de suicidio, algo que se refleja en cada una de las obras de su testamento artístico.

El Romanticismo como ideal no fue un fenómeno exclusivamente francés, ya que se propagó por gran parte de Europa, llegando a Alemania a finales del XVIII. Esta tendencia, resguardó la recuperación de los valores negados por el Racionalismo de la Ilustración, como la tradición, la religión y el instinto.

Así como en Francia, en el primer ambiente romántico, se ensalzaron la Chanson de Roland y la lírica trovadoresca, en Alemania se enalteció el poema de los Nibelungen y la poesía de los Minnesänger, trovadores germanos que en los siglos XII y XIII recorrían el país llevando canciones y sonetos.

La nostalgia de la Edad Media se manifestó entre los románticos alemanes con el mismo confusionismo que en otras partes del Viejo Continente, pero en pintura tomó una expresión distinta que en Francia a través de dos formas bastante divergentes.

Una de ellas manifestó todo el arqueologismo histórico en la pintura mural decorativa; la otra, más genuina, se inspiró en lo que era propio de la pintura romántica, la que encarnaban pintores que eran, principalmente, de caballete y que plasmaron en sus cuados retratos y visiones de la naturaleza.

Caspar David Friedrich ha sido catalogado como el máximo representante del Romanticismo alemán y uno de los pintores más importantes de la época en Europa, junto a Ferdinand Victor Eugène Delacroix, Joseph Mallord William Turner o John Constable. En sus pinturas representó prototípicamente la melancolía, algo que ha sido mencionado tanto por sus biógrafos contemporáneos como por los posteriores.

Artistas de distintas disciplinas han plasmado en sus obras, arquetipos y características que permiten reconocer en ellas situaciones que, varios especialistas, observan diariamente en sus consultas. Muchos de ellos supieron condensar en sus creaciones sus momentos de melancolía, duelos, desesperanzas, adicciones, miedos y deseos de muerte, francos síntomas depresivos, insatisfacción con su obra, preocupaciones por el paso del tiempo, anuncios de suicidio, condiciones que muestran una parte de la condición humana.

Friedrich nació en la ciudad hanseática y universitaria de Greifswald, situada al nordeste de Alemania, en la región de Pomerania Occidental, el 5 de septiembre de 1774. Era el sexto hijo del fabricante de jabones y cerero Adolph Gottlieb Friedrich que al igual que su madre, Sophie Dorothea Bechly, era oriundo de Neubrandenburg, ciudad a la que el pintor acudiría en numerosas ocasiones a lo largo de su vida a visitar a sus familiares y que quedaría reflejada en varios de sus cuadros.

Su obra, olvidada tras su muerte, fue redescubierta a finales del siglo XIX y muy apreciada por gran parte de la vanguardia de comienzos del siglo. Tras la Segunda Guerra Mundial, su fama se oscureció de gran manera, ya que muchos críticos malinterpretaron sus paisajes como una exaltación de la identidad alemana al estilo nacionalsocialista. Hoy, sus obras son el modelo del paisaje romántico.

Friedrich -el solitario pintor del norte, como era conocido- sufrió varias depresiones y al menos un intento de suicidio. Fue constante en su obra la sensación de soledad, reflejo del aislamiento que sufrió en vida. Desde el mundo de las ciencias se ha concluido que gran parte de su trabajo habría sido influenciado por una depresión mayor que se gatilló en 1799 por primera vez, la que fue sucedida en el futuro por tres episodios que terminaron con un derrame cerebral en 1835.

En 1790, a los 16 años, comenzó a recibir clases de dibujo con Johann Gottfried Quistrop y entre 1794 y 1798 estudió en la Academia Real de Bellas Artes de Copenhague. Durante el otoño de 1798 se trasladó a Dresden, capital del movimiento romántico y en 1808 pintó su primer gran obra: Das Kreuz im Gebirge. A esa altura, ya había tenido su primer intento de suicidio entre 1801 y 1802.

Según los escritos del propio artista, todos los elementos de su composición tenían un carácter simbólico. “Las montañas son una alegoría de la fe; los rayos del sol del atardecer simbolizan el final del mundo precristiano; y los abetos representan la esperanza”. Los colores fríos, ácidos; la iluminación clara y los contornos contrastados potenciaban los sentimientos de melancolía, aislamiento e impotencia humana frente a la fuerza inquietante de la naturaleza que se expresaba en su obra.

A través de sus lienzos y gracias al testimonio de amigos cercanos, se ha podido establecer que Caspar David Friedrich era persona solitaria, sumida en una profunda depresión recurrente, que habría marcado las etapas de su obra y su desempeño artístico.

A esa conclusión llegó un grupo de investigadores de la Klinik und Poliklinik für Psychiatrie und Psychotherapie der Ernst Moritz Arndt Universität Greifswald am Hanse Klinikum Stralsund (Fortschr Neurol Psychiatr. 2006 Jul; 74(7):392-9) después de aplicar criterios de diagnóstico psiquiátrico a cartas, publicaciones, declaraciones de sus contemporáneos y arte.

Para los psiquiatras alemanes Friedrich habría sufrido una depresión mayor recurrente antes de ser golpeado por un derrame cerebral que terminó con su muerte, cuando tenía 61 años de edad.

Cualquiera sea la forma de sus manifestaciones psíquicas y somáticas, la depresión tiene relación con la melancolía. Sigmund Freud la definió como “un estado de ánimo profundamente doloroso, una suspensión del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución de la autoestima”.

Los episodios depresivos sufridos por el creador de Die Kreidefelsen auf Rügen y Der Wanderer über dem Nebelmeer en los años 1803, 1805, 1814, 1816 y entre 1824 y 1826 fueron contrastados con la obra realizada en esos períodos y revelaron cómo influyeron en el proceso creativo, así como en la disminución y alteración del mismo, algo que también se reflejó en la técnica elegida y la temática.

En 1835, un infarto subcortical lo llevó a una parálisis del lado derecho, lo que perjudicó su pintura, ya que volvió a los colores sepia, menos exigentes y agotadores que sus acuarelas. Lo más probable es que también haya sufrido de depresión post ACV, lo que también ilustró a través de símbolos de muerte en su obra tardía.

Como profesor de la Academia de Dresden, determinó la obra de los pintores románticos alemanes posteriores. A pesar de que su fama declinó tras su muerte, acaecida el 7 de mayo de 1840 en Dresden, su simbología sigue produciendo cierta fascinación en la actualidad.

Grandes pintores como Vincent van Gogh, Francisco de Goya y el mismo Caspar David Friedrich crearon obras de arte a partir de la gradación fascinante que existe entre melancolía y locura. Es más, basta un solo recorrido por las galerías de arte más importantes del mundo para constatar de qué manera la depresión ha influido en la creación artística de muchos exponentes del arte.

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