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17 Septiembre 2012

Se ilumina el lado oscuro del genoma humano

En el marco del proyecto ENCODE, iniciativa científica que busca comprender a cabalidad el funcionamiento del genoma humano, un grupo de investigadores hizo un histórico descubrimiento que cambió el rumbo del estudio del ADN.

El 7 de octubre de 1959 la sonda automática soviética Luna 3 (E-2A), diseñada por Serguéi Pávlovich Koroliov, uno de los personajes más relevantes durante la carrera espacial, fotografió por primera vez el lado oscuro de la Luna, logrando un importante triunfo, en plena Guerra Fría, sobre los Estados Unidos.

Este histórico hecho, si se quiere fruto de irreconciliables diferencias ideológicas, permitió descubrir un territorio que es imposible observar desde la Tierra, debido al fenómeno de libración, revelando características geográficas que eran una verdadera incógnita, abriendo camino a nuevas investigaciones y teorías.

Pues bien, yendo desde lo macro a lo más micro, curiosamente con el genoma humano ocurrió algo parecido. Y es que una serie de estudios han permitido “iluminar” una parte importante del genoma, librándolo de la oscuridad y misterio que encerraba hasta el momento, desencadenando una serie de conjeturas e hipótesis de gran relevancia para el futuro de la humanidad.

Desde que se comunicó al mundo el desciframiento del genoma humano, el 26 de junio de 2000, también comenzó una carrera para conocer los secretos de uno de los mayores avances científicos de toda la historia. Hasta aquí, sus principales protagonistas eran los genes, responsables de la producción de las proteínas, unidades estructurales y funcionales de las células. Vale decir, un pilar fundamental, pero que en términos prácticos representa el 2 por ciento del genoma.

El trabajo científico se había abocado a este porcentaje, dejando de lado una parte importante del ADN, considerada intrascendente y que ahora pasa a transformarse en un factor determinante para la medicina. Según datos aportados por un grupo de 440 investigadores, reunidos en 30 estudios que las revistas Science, Nature, Genome Research y Genome Biology publicaron de manera simultánea, la fracción del genoma que, aparentemente, no parecía tener funciones, sí interviene regulando el “desempeño” genético. Según los expertos, esta parte del genoma “apaga o enciende” los genes, regulando cuándo, cómo y qué cantidad de proteínas tienen que producir. En resumidas cuentas, su participación es clave en la biología humana.


Predisposición genética

Realizados en 32 laboratorios de diferentes países, los estudios publicados forman parte del proyecto ENCODE, (Encyclopedia of DNA Elements), iniciativa que responde al mayor esfuerzo colectivo de los últimos años para comprender el genoma humano. Es el heredero del Proyecto Genoma, ofreciendo una segunda lectura en este campo, la cual, a la luz de los resultados, es capaz de alcanzar límites insospechados. Con el panorama despejado, la conclusión es clara: no existe “ADN basura” y más del 80% de la secuencia que se pensaba desechable tiene actividad.

“Los elementos reguladores son responsables de garantizar que las proteínas del cristalino estén en las lentes de los ojos y que la hemoglobina esté en la sangre, y no en cualquier otro lugar. Es muy complejo. El procesamiento de la información y la inteligencia del genoma residen en los elementos reguladores. Con este proyecto, probablemente hemos podido pasar de comprender menos del 5% a cerca del 75% de ellos”, coinciden los autores de los estudios.

El 88% de la fracción del genoma que, de acuerdo a lo descubierto, cumple el rol de regulación de los genes, contiene variantes de ADN asociadas a enfermedades que se activaron durante el desarrollo embrionario, lo que supone que desde el periodo fetal se predispone genéticamente la salud de los individuos. Muchas veces su aparición dependerá, claro está, de factores externos.

Asimismo, se determinó que los cambios en el ADN se dan en zonas reguladoras relacionadas con la enfermedad de órganos o células específicos, como las variantes de ADN asociadas a la diabetes, las que se producen en la zona que regula los genes que controlan aspectos del metabolismo del azúcar o de la secreción de insulina. Otro ejemplo, explicaron los científicos, son las variantes que se dan en las zonas que regulan el sistema inmunológico y que han podido vincular a enfermedades como la esclerosis múltiple, el asma o el lupus.

Todos los datos se consiguieron tras analizar 147 tipos celulares, incluyendo 235 anticuerpos u otros elementos, restando aún por estudiar muchas más células y tejidos del organismo para comprender de mejor forma el funcionamiento del ADN. Podría ser la tercera lectura de este proceso.


Aplicación clínica

En julio de 2011, el doctor en ciencias y decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Concepción, doctor Carlos Calvo Monfil, explicaba que el desciframiento del genoma humano abriría las puertas a nuevos tratamientos de diversas patologías, considerando que la gran mayoría de las enfermedades están determinadas genéticamente o al menos por interacción de genes y factores ambientales.

En entrevista con SAVALnet, el académico comentaba que “lo más esperanzador es que la terapia de estas enfermedades, a través de los medicamentos, está también apuntando a una revolución como es la farmacogenómica, lo que en términos simples quiere decir que en algunos años dispondremos de fármacos personalizados, destinados para una persona en particular, de acuerdo a su perfil genético”.

En una conferencia denominada “Proyecto genoma humano: la revolución del milenio en medicina”, el destacado docente sostenía que el genoma humano generaba grandes expectativas en cuanto a la terapia génica, que pretende cambiar aquellos genes alterados por versiones correctas y poder hacer, por ejemplo, tratamientos definitivos de una leucemia, alzhéimer o diabetes.

“También surge la medicina predictiva, la cual, por intermedio del conocimiento del genoma y la predisposición que pueda tener una persona a una determinada enfermedad, prevendrá el mal antes de que éste se manifieste, como el caso del cáncer. A futuro podríamos pensar que vamos a disponer de un carné genético, que nos va a indicar si tenemos predisposición al alcoholismo, a la esquizofrenia o al infarto, y eso abrirá un fuerte debate de aspectos éticos, legales y sociales”, presagiaba el doctor Calvo.

Ese futuro, impensado hace 20 años, podría estar acercándose velozmente. De hecho, el objetivo del proyecto ENCODE es precisamente comprender el funcionamiento completo e integral del ADN, para así poder desarrollar terapias preventivas y curativas específicas para cada persona, llegando a predecir qué patologías va a sufrir o qué terapias requiere un individuo para bloquear o activar alguna parte de su genoma. Sin dudas, se trata de una realidad difícil de imaginar, tal como seguramente resultada pensar, a principios del siglo XX, que una nave no tripulada tomaría fotos del lado oscuro de la luna o que un astronauta, años más tarde, daría en el satélite natural “un gran salto para la humanidad”.

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