Genética médica
Los genes de la inteligencia
La mayoría de los individuos no son capaces de mantener sus capacidades cognitivas en el tiempo, como alguna vez lo hicieron, mientras que otros permanecen intelectualmente intactos. ¿Qué explica tal diferencia? Mediante el uso de análisis genético y pruebas de inteligencia tomadas en grupos de personas en la infancia y la vejez, los científicos han podido concluir que los genes y factores ambientales juegan un papel significativo en la mantención del nivel de inteligencia a lo largo de la vida útil.
Se estima que, durante el tiempo de vida, aproximadamente una cuarta parte de los cambios en las puntuaciones de las pruebas de inteligencia puede ser debido a factores genéticos. La preservación de la salud cerebral en la vejez es clave para envejecer bien, incluyendo la capacidad de realizar las tareas cotidianas, mantenerse independiente e incluso, aumentar las posibilidades de supervivencia. Una gran cantidad de ensayos ha concluido que lo inteligente que se es en la adolescencia por lo general se prolonga en la edad adulta y en la senectud. Otros, han encontrado que el nivel de inteligencia de una persona, medido por un test de inteligencia, no se fija en el nacimiento. De hecho, el coeficiente intelectual puede aumentar o disminuir con el envejecimiento, en donde el coeficiente adolescente puede crece o disminuye en hasta 20 puntos en sólo unos pocos años. Además, existen progresos que han podido averiguar qué factores ambientales afectan la inteligencia. Algunos ejercicios cognitivos demuestran que la capacidad cognitiva es capaz de crecer en sólo unas pocas semanas, aunque los incrementos son pequeños y tienden a desaparecer después de unos meses.
Para resolver las dudas anteriores, un reciente estudio escocés (doi:10.1038/nature10781) analizó datos genómicos de 1.940 personas no relacionadas entre sí, junto con la información de pruebas de inteligencia tomadas cuando los pacientes cumplían los 11 años, y después de los 65.
La investigación genómica implica el análisis de marcadores a través del ADN o genoma en muchas personas para encontrar las posibles variaciones genéticas. En este caso, el equipo investigador se centró especialmente en las diferencias existentes en zonas de ADN denominadas polimorfismos de nucleótido simple (SNP, del inglés single nucleotide polymorphism) asociados a las personas cuya inteligencia disminuía o se mantenía estable.
Los investigadores fueron capaces de hacer estimaciones de la contribución genética a las diferencias de inteligencia en la niñez y vejez, y del cambio durante el paso del tiempo en las mismas personas. La novedad de estas aproximaciones es que se hicieron las pruebas en ADN real, y no a partir de ensayos realizados en gemelos o hijos adoptivos. Esto confirma lo que muchos científicos han aceptado desde hace tiempo, que la inteligencia parece estar muy influenciada por la composición genética y factores ambientales. Estos últimos pueden incluir aspectos que impactan directamente, por ejemplo, en la salud cardiovascular, como la exposición a toxinas y la educación, entre otros descritos.
Al analizar los datos, los investigadores fueron capaces de hacer inferencias generales sobre el tamaño cuantitativo del efecto genético en el mantenimiento de la inteligencia durante el transcurso la vida, pero no pudieron identificar genes específicos o variantes génicas que pudiesen contribuir a la estabilidad de un envejecimiento mental saludable.
En general, se desconocen las verdaderas influencias genéticas en el cambio cognitivo durante los años, aunque con algunas pocas excepciones. Por ejemplo, se sabe que la mutación APOE4, es un factor de riesgo grave para el deterioro cognitivo asociado con la enfermedad de Alzheimer. También, que la disbindina, localizada en el cromosoma 6p22.3 y de función específica desconocida, está muy presente en regiones claves del cerebro relacionadas con la cognición, incluyendo el aprendizaje, resolución de problemas, juicio, memoria y comprensión. Los científicos especulan que esta proteína juega un papel protagónico en la comunicación entre las células cerebrales y ayuda a promover su supervivencia. Una alteración en el mapa genético de la disbindina puede interferir con la comunicación celular y no proteger a las células del cerebro de la muerte, con el consecuente impacto negativo en la cognición e inteligencia.
