Los falsos recuerdos de la memoria
La memoria es la capacidad mental que permite conservar, evocar, retener y recordar, mediante procesos asociativos inconscientes, impresiones, ideas y conceptos previamente experimentados, así como todo lo que se ha aprendido conscientemente. Para que esto se produzca, así como pasa en los computadores, necesitamos dominar tres procesos implicados en la memoria: codificación, almacenamiento y recuperación de información, lo cual se origina como resultado de las diferentes conexiones sinápticas repetitivas entre las neuronas, lo que da paso a la creación de las redes neuronales.
Si bien para un computador parte de este proceso significa convertir los datos en ceros y unos, para nosotros se traduce en transformar los datos en algo significativo, como una asociación con un recuerdo existente, una imagen, o un sonido que más tarde es capaz de producir un cambio fisiológico para que la memoria sea almacenada, fenómeno que se completa al devolver la información a una forma similar a lo que la almacenamos.
La diferencia principal entre los seres humanos y los computadores, en términos de memoria, tiene que ver con el modo en cómo se almacena la información. En su mayor parte, los primeros tienen solamente dos tipos: almacenamiento permanente y eliminación permanente. En cambio, nosotros somos más complejos porque tenemos tres modos de almacenaje distintos: la memoria sensorial, que hace referencia a la información que recibimos a través de los sentidos. Esta memoria es muy breve, pues dura solamente algunos segundos; la memoria a corto plazo (MCP), que toma el control cuando la información de nuestra memoria sensorial se transfiere a nuestra consciencia, es decir, cuando somos conscientes de ella; y la memoria a largo plazo (MLP), que es relativamente permanente y prácticamente ilimitada en términos de su capacidad de almacenamiento.
Las investigaciones señalan que tenemos bastante espacio en nuestra MLP como para memorizar cada número de teléfono de los Estados Unidos y todavía funcionar normalmente a la hora de recordar lo que hacemos. Obviamente, no utilizamos ni una fracción de este espacio de almacenaje.
Por qué recordamos lo que recordamos
Según investigaciones realizadas por los investigadores Martial van der Linden y Arnaud D´Argembean en las Universidades de Lieja y de Ginebra, la clave de los recuerdos estaría en el hecho de que éstos se adhieren a emociones, en cambio los acontecimientos neutros, que no movilizan ninguna emoción, se olvidarían sin influir mayormente en la personalidad.
Los acontecimientos positivos son los que, principalmente, movilizan emociones y los que incluyen mayor cantidad de estímulos sensoriales relacionados con el ambiente, como la vista, el oído y el olfato. Esto explicaría el por qué las experiencias emocionales perduran y se conservan nítidas por mucho más tiempo.
Las emociones estructuran la memoria y actúan en forma selectiva, manteniendo algunos recuerdos y otros no, según sea el estado de ánimo. Estos recuerdos sirven para darle estructura a la identidad, actuar de manera coherente, tomar decisiones y poder proyectarse en el futuro.
Diferentes autores explican que distintas hormonas como la adrenalina y otros corticoides que producimos internamente ante situaciones de peligro, o la feniletilamina y dopaminas que corren en nuestro organismo cuando estamos enamorados y cuando nos sentimos complacidos, funcionan como “tintas indelebles” para “escribir” en nuestro cerebro lo sucedido. A mayor emoción que sintamos ante una escena, más impacto y detallado será el recuerdo.
Sin embargo, el mundo de los recuerdos genera una gran cantidad de falsas creencias. Parte de la culpa la tienen la intuición y el sentido común, que son malos consejeros en estos asuntos. Algunas personas pueden confundir lo soñado o lo imaginado con la realidad. El cerebro no es muy eficaz para detectar una eventualidad real de una imaginada intensamente por alguien, y la persona puede generar "recuerdos" de esta experiencia como los secuestros extraterrestres, o de "regresiones" inducidas por visualizaciones usando la imaginación.
Se sabe que la memoria sólo es confiable hasta cierto punto, bien sea por no recordar cosas que se saben, o por recordarlas incorrectamente. Existe una controversia importante respecto de los recuerdos falsos. Nuestro sentido de identidad, de quiénes somos y qué hemos hecho, está vinculado con nuestros recuerdos, y puede ser inquietante que eso sea cuestionado.
La amnesia, la enfermedad de Alzheimer y el trastorno por estrés postraumático son ejemplos de pérdida dramática de los recuerdos, con efectos devastadores para el enfermo y para quienes lo rodean. Los recuerdos falsos también pueden ser traumáticos para cualquiera que esté involucrado, especialmente si no hay acuerdo en que el recuerdo sea falso. Las consecuencias se amplían cuando el recuerdo en sí es chocante, como en el caso de los recuerdos de haber sufrido abuso en la infancia que salen a flote en la adultez.
Por lo tanto, en esos casos se hace imperativo no confiar solamente en la memoria, sino insistir en evidencia que pueda corroborar el hecho. Sin embargo, dicha evidencia, que puede apoyar o contradecir el recuerdo, puede no estar disponible o puede no ser definitiva.
Podríamos decir entonces que la memoria es muy frágil y nos engaña continuamente, sin embargo el doctor Daniel Simons de la Universidad de Illinois asegura que “trabaja bastante bien la mayor parte del tiempo. Nos ayuda a hacer predicciones sobre lo que ocurrirá en el futuro en situaciones similares a las que hemos vivido”.
Asimismo, nos permite "sintetizar lo que es importante y representativo en una escena e incorporar esas interpretaciones a nuestro entendimiento del mundo. Sólo podríamos decir que es débil o limitada cuando pretendemos que sea una cámara de vídeo en vez de una herramienta que da sentido a lo que nos rodea”.
Pero no se asuste, es imprescindible tener en cuenta que todo lo que se olvida o se recuerda tiene que ver con lo que nos está interesando hacer en el presente, donde la memoria, el olvido y las decisiones son aspectos que en el mundo de los actos siempre irán de la mano.
