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17 Septiembre 2007

Presentan a la momia mejor conservada del mundo

Se trata de “La Doncella”, un cuerpo de más de cinco siglos de existencia que todavía tiene sangre en las venas y alimentos en sus entrañas y que al observarla pareciera ser, más que una momia, una fotografía o una pintura magistral.

Era marzo de 1999 cuando una noticia conmovió al mundo de la arqueología y de la ciencia en general: un equipo de investigadores –dirigido por los doctores Johan Reinhard, uno de los mejores arqueólogos del mundo y especialista en la arqueología de altura, y Constanza Ceruti y que contó con la participación de estudiantes de arqueología peruanos y argentinos y con financiación de la National Geographic Society- encontró tres cuerpos intactos, conservados por el frío durante más de cinco siglos en el volcán Llullaillaco de 6739 metros de altura ubicado en el límite de Chile y Argentina.

En este sitio arqueológico, situado a mayor altura del mundo, fueron encontrados los llamados Niños de Llullaillaco: “La Doncella”, “El niño” y la “Niña del rayo”, que fueron elegidos por su perfección física, condición política y alto estatus social del incanato.

Este acontecimiento sin precedentes, todo un hito en la arqueología de alta montaña y un orgullo para la provincia argentina de Salta, abrió una nueva etapa en las investigaciones arqueológicas y confirmó antiguas suposiciones que los científicos e investigadores tenían sobre la forma de vida de estos antepasados y los secretos de la ceremonia cíclica llamada Capacocha, ritual en el cual pequeños niños eran ofrendados por los incas a sus dioses para convertirse en protectores de las comunidades locales que se asociaban al Tawantinsuyu o imperio incaico.

“El niño” vestía túnica roja. Antes de enterrarlo, cabeza arriba en una tumba de un metro de diámetro y 1,70 metro de profundidad, fue envuelto en un textil incaico que actuó como fardo funerario. Su cuerpo se momificó en posición fetal forzada: le ataron las piernas y el tronco con cuerdas, con los brazos cayendo a los lados del cuerpo y la cabeza entre las piernas.

“La Doncella” fue colocada en una tumba en dirección norte, quedó eternizada casi sentada, con el torso flexionado, con las piernas cruzadas y las manos juntas. Mientras que “La niña del rayo” fue colocada en una tumba que miraba hacia el este, con las piernas flexionadas y cruzadas, las manos sobre los muslos y la cabeza erguida. Ya enterrada, recibió la descarga de un rayo que afectó a algunos objetos de su ajuar, le causó quemaduras y pérdida de tejidos en el cuello, hombro y tórax izquierdo.

Las tumbas que recibieron los cuerpos, luego fueron rellenadas con sedimento de granulometría fina y cerradas mediante muros de piedra ligeramente abovedados, formando el techo de la cámara. Luego se rellenó la plataforma delimitada por los muros de contención y el emparejamiento de la superficie. Así quedaron selladas durante 500 años.

En 1999 se tomaron muestras de las momias para estudios de ADN y análisis microbiológico, extraídas por punción para biopsia, con aguja gruesa, de los brazos y los glúteos. El procedimiento fue realizado con el mismo instrumental que se emplea para tomar muestras en seres vivos.

Sin embargo, los últimos estudios que le practicaron a las tres momias en laboratorio, hace 20 días atrás, asombraron a los científicos: los órganos estaban intactos. También se les realizaron radiografías odontológicas que permitieron establecer la edad que tenían los niños al momento de su sacrificio: “La Doncella” tenía 15 años, “El Niño”siete y la “Niña del Rayo” seis.

En el estómago de “La Doncella” todavía permanecen los últimos alimentos que comió. Su piel quedó dura por acción del frío, pero la carne no está seca, sino congelada. Todo ello permitió que se le realizara todo tipo de estudios médicos, tal como si se hubieran practicado en un ser vivo.

Las tomografías computadas permitieron determinar el excelente estado de conservación de los órganos. Tras observar las placas, el doctor Carlos Privigliano advirtió que en el pulmón izquierdo había un atrapamiento inusual de aire. Según observó en las imágenes, la joven sufría de sinusitis y de bronquitis. "Lo increíble es que las tomografías computadas permitieron el diagnóstico como si se tratara de una adolescente viva", señaló la doctora Ceruti.

Estos exámenes también evidenciaron que las momias tienen restos de alimentos en el estómago y materia fecal en los intestinos. Significa que comieron y bebieron hasta muy poco antes de su muerte. La creencia incaica decía que las víctimas del sacrificio habían sido felices si habían comido y bebido lo suficiente. Por el momento, los investigadores decidieron no aplicar técnicas invasivas para los análisis. Por eso, hasta ahora no se han tomado muestras del contenido estomacal ni intestinal.

Otro de los datos que aportaron las radiografías odontológicas es que las víctimas tenían bastante desgastados los dientes, lo que podría indicar que el maíz habría sido parte fundamental de su dieta. En ninguna de las radiografías se hallaron registros de líneas de Harris, las cisuras que se marcan en los huesos cuando una persona tuvo un período de mala nutrición. Los investigadores lo interpretan como un signo inequívoco de que las víctimas pertenecían a estratos sociales altos.

Además, de acuerdo a los estudios realizados, no evidencian traumatismo craneano, por lo que se descartó que se haya usado un golpe en la nuca para sacrificarlos. Tampoco hay evidencia de estrangulamiento. Los investigadores creen que fueron momificados en estado de asfixia parcial o bien que se hallaban inconscientes por efecto de la chicha, la coca, el frío y la altura cuando fueron enterrados en huecos de la montaña a 20 grados bajo cero.

El pasado 5 de septiembre, “La Doncella” fue presentada en sociedad en el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) de la ciudad de Salta en Argentina. Su rostro, con gesto sereno, se encuentra enmarcado por su cabellera azabache peinada en pequeñas trenzas. Lleva un vestido marrón ceñido a la cintura por una faja con dibujos geométricos y tiene los hombros cubiertos por un manto sostenido por un prendedor de plata.

Hoy, el volcán Llullaillaco, lugar que albergó a estos tres niños durante más de 500 años, ha sido reemplazado por una sala del MAAM, donde “La Doncella” se encuentra sobre un círculo a 18 grados bajo cero. Posee sensores conectados a una computadora que monitorea que no se altere su conservación.

Según lo previsto, estará allí unos tres meses, para luego dar paso a la presentación de alguno de los otros dos cuerpos hallados a 6.700 metros de altura. Seguirá “durmiendo” tranquila, hasta que la “despierten” de su sueño para someterla nuevamente a exámenes médicos, los que –a lo mejor- revelan muchos otros misterios de los llamados Niños de Llullaillaco.

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