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“Es una enfermedad crónica de la piel, no contagiosa, dolorosa, desfigurante e incapacitante para la que no hay cura”. Esta es la descripción con la cual, desde mayo de 2014, la Organización Mundial de la Salud reconoce a la psoriasis como una patología inflamatoria grave. Ocurrió durante una asamblea general y fue el momento cúlmine de una campaña liderada por la Federación Internacional de Asociaciones de Psoriasis, que buscaba visibilizar la carga física y psicosocial que sufre entre 2% y 3% de la población.

Aumentar el acceso a tratamientos especializados, investigación y conocimiento de la comunidad en torno a sus consecuencias fue asumido como un desafío global. “Se manifiesta principalmente con lesiones inflamadas en la piel, pudiendo también afectar uñas y articulaciones. Si bien su causa es desconocida, la interacción de múltiples factores genéticos, inmunológicos y ambientales es clave”, detalla Romina Contreras, médica internista y especialista en dermatología y venereología de la Universidad Nacional de Asunción (UNA).

El diagnóstico es eminentemente clínico, realizado en base a la exploración física y las características típicas de las lesiones. En algunos casos difíciles, con compromiso solo de uñas, palmas y plantas o de pliegues, puede ser necesaria una biopsia. Aparece a cualquier edad, sin embargo, en la mayor parte de los pacientes ocurre entre los 20 y 30 años.

“A pesar de los avances importantes en su etiopatogenia, su causa aún no está del todo aclarada, aunque se sabe que es producida por un trastorno en el sistema inmunológico sobre el cual intervienen múltiples factores tanto genéticos como ambientales. La psoriasis grave puede causar un gran impacto en el paciente deteriorando su calidad de vida y la de su familia”, agrega la profesional, magister en enfermedades autoinmunes, miembro del Colegio Ibero-latinoamericano de Dermatología, de la Sociedad Paraguaya de Dermatología y del Hospital de Clínicas UNA.

“Ya que no evoluciona por fases, más que la detección temprana, lo importante es el diagnóstico correcto. Una vez hecho esto el tratamiento se ajusta en base al tipo de psoriasis del paciente”. Uno de los objetivos de la doctora Contreras es visibilizar sus consecuencias en la población, un esfuerzo que redobla cada 29 de octubre, Día Mundial de la Psoriasis.

“Existe una predisposición genética, ya que en 30% a 50% de los pacientes tenemos historial familiar. Sin embargo, estudios realizados con gemelos idénticos han demostrado que solo en 70% de los casos ambos la sufrían, demostrando que además de estos factores hay otros implicados”.

- ¿Como cuáles?

El estrés es uno de los factores desencadenantes más comunes y el manejo de este puede mejorar la enfermedad. Las infecciones de vías respiratorias superiores, como las amigdalitis por estreptococos, se relacionan frecuentemente con el debut de una psoriasis guttata en niños o jóvenes. En nuestro país en los últimos dos años hemos visto varios casos de debut de psoriasis y brotes en relación a infecciones por dengue y recientemente otros vinculados a la COVID-19 y a las vacunas para el SARS-CoV-2. El clima también es un factor y habitualmente puede haber empeoramiento en el invierno. La obesidad es otro a tener en cuenta, ya que aumenta el riesgo para el desarrollo de psoriasis y esta suele dificultar los tratamientos en pacientes con esta condición. Otros factores que pueden empeorar la psoriasis son el alcoholismo, tabaquismo y algunos medicamentos como el litio, los antimaláricos y betabloqueantes.

- Aunque su etiopatogenia es comprendida parcialmente, investigaciones recientes han demostrado que la psoriasis sería una enfermedad inflamatoria sistémica, con similitudes a otros cuadros autoinmunes…

En los últimos años se ha avanzado mucho en el entendimiento de las vías biológicas e inmunológicas involucradas. Estudios genéticos han demostrado que la susceptibilidad a la psoriasis involucra componentes tanto de la inmunidad adaptiva como de la innata, esto la hace una enfermedad única donde las respuestas autoinmunes y autoinflamatorias coexisten, con un equilibrio crítico entre ambas que se traduce en las manifestaciones clínicas.

- Además de la sintomatología cutánea, ¿qué otras manifestaciones pueden indicar su presencia?

Las zonas más afectadas son codos, rodillas, espalda baja y cuero cabelludo. También puede comprometer las uñas y articulaciones. La afectación ungueal se ve en más de 50% de los pacientes y en un 5% a 10% de los ellos es la única manifestación. La artritis psoriática se manifiesta con hinchazón, enrojecimiento y dolor de las articulaciones afectadas y puede ocurrir en 10% a 40% de los casos. Usualmente las lesiones cutáneas preceden a la artritis, aunque en casos menos frecuentes puede haber artritis sin lesiones en la piel. El diagnóstico y tratamiento de la artrititis psoriática es fundamental, ya que puede provocar daño permanente a las articulaciones causando un impacto significativo en la calidad de vida.

- ¿Siempre se encamina a la cronicidad?

La psoriasis es una enfermedad crónica de la piel siendo fundamental explicar esto al paciente. Ahora bien, existe una forma clínica, la psoriasis en gotas que habitualmente tiene un inicio agudo y está en relación con infecciones faríngeas causadas por el estreptococo grupo A. Esta puede remitir.

- ¿Cuáles son las complicaciones más frecuentes?

Es un factor de riesgo para patologías cardiovasculares, síndrome metabólico y enfermedad vascular periférica. Los pacientes con psoriasis tienen más posibilidades de sufrir otros trastornos autoinmunes como las enfermedades inflamatoria intestinal y celiaca, además de baja autoestima y depresión.

- Profundicemos en estos vínculos…

Por un lado, las enfermedades cardiovasculares y la psoriasis comparten vías comunes de inflamación crónica. Esta asociación se conoce con el nombre de “marcha psoriática”. La inflamación crónica podría causar insulinorresistencia, desencadenando una disfunción de la célula endotelial, lo que lleva al desarrollo de aterosclerosis y finalmente a la aparición de eventos isquémicos cardíacos o cerebrovasculares. Por su parte la psoriasis moderada a severa impone una carga emocional importante a los pacientes y esto conduciría a mayor frecuencia de trastornos psiquiátricos asociados como ideación suicida y depresión.

- ¿Cuál ha sido el impacto de las terapias biológicas?

El desarrollo de los biológicos ha supuesto un cambio dramático en relación con su alta eficacia y perfil de seguridad tolerable. Además, este tipo de medicación nos ha ayudado a entender su patogénesis. La investigación actual se enfoca también en el desarrollo de biomarcadores que podrían ayudar a aumentar el diagnóstico temprano de comorbilidades y la evaluación clínica.

- ¿Contribuyen los cambios en el estilo de vida?

La adopción de un estilo de vida saludable es de suma importancia, ya que la psoriasis está asociada a un mayor riesgo de eventos cardiovasculares. Los pacientes tienen más posibilidades de presentar hipertensión arterial, obesidad, dislipidemia y síndrome metabólico, por lo cual llevar una rutina y dieta sanas ayuda al control de estas comorbilidades y tiene un impacto positivo en el manejo de la enfermedad.

- ¿Qué mensaje enviaría en el Día Mundial de la Psoriasis?

Es fundamental sensibilizar a la población. Esta es una enfermedad inflamatoria crónica frecuente, que afecta a millones de personas en todo el mundo, con un elevado impacto en la calidad de vida y por ello es clave visibilizarla. Por otro lado, como es una patología no muy conocida, a menudo vemos preconceptos erróneos -por ejemplo, que puede ser contagiosa- y de ahí la relevancia de la educación. Otro de los objetivos de esta conmemoración es mejorar el acceso a terapias, siendo muy importante que los afectados sepan que pueden tratarse y que hay lugares especializados donde pueden acudir. Por último, también buscamos que los pacientes tengan voz y compartan su experiencia.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez