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Proveniente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) cuenta con posgrados en cardiología, clínica médica y terapia intensiva y es past presidente de las sociedades argentinas de Trauma y Terapia Intensiva.

Se desempeña desde el año 1984 en el Hospital Italiano de Buenos Aires, donde actualmente preside la Fundación de Cuidados Críticos, instancia creada en el centro médico para dar más impulso a la educación, según nos compartió.

Como evaluador de la mesa internacional que calificó y eligió a los mejores trabajos de investigación del evento, comentó que quedó gratamente sorprendido por el nivel de preparación de los participantes, además del espacio brindado desde la organización a los médicos jóvenes.

- ¿Cómo evalúa en general este XIII congreso, doctor?

Quedé gratamente sorprendido. El congreso tuvo mucha convocatoria, las salas estuvieron siempre llenas y lo más importante es que la gente preguntaba, se incorporaba dentro de las charlas para poder saber más.

Otra cosa que me llamó la atención es que asistió mucha gente del interior del país, de distintas localidades como Encarnación, Villarrica y San Lorenzo.

También me sorprendió y pareció muy lindo el acompañamiento de la industria farmacéutica, que es una exposición comercial amable, agradable y sin ese apoyo no se pueden hacer estos eventos que moviliza mucha gente.

- Participó de la mesa de jurado a mejores trabajos de investigación… Cuéntenos su experiencia.

Me gustó mucho ser jurado porque pude notar que la gente se preparó para sus exposiciones y eso no es menor.

Eran personas muy jóvenes, lo cual me dijo dos cosas. Primero lo de un cambio generacional, ya que son residentes y se están fogueando; pero por otro lado –algo que culturalmente nos cuesta tanto en América Latina- observé que dan espacio al médico en formación y eso es poder permitir que el otro crezca y se desarrolle.

Hubo trabajos muy interesantes y de calidad, lo cual es importante para la medicina. Algunos epidemiológicos y un poco más completos, lo que quiere decir que hay interés de querer saber lo que nos pasa y después actuar en consecuencia. Deseo que no se pinche esta burbuja de entusiasmo.

Muy grato todo y te lo digo con experiencia porque hace 20 años que hago la misma rutina de estar presente en Asunción, viendo un poco este proceso con los doctores Juan Carlos Rivas y José Ortellado y la doctora María Cristina Jiménez. Algunos ya no están en la función ejecutiva, pero se nota que el viento de cola que dejaron, llega hasta acá.

- ¿Qué conoce de la atención médica en Paraguay? ¿Podría evaluarla?

Conozco cómo se trabaja en los hospitales públicos porque hemos hecho mucho intercambio con colegas y ellos cuentan. También sé algo de las clínicas privadas.

Si bien no soy la persona objetiva para juzgar, tengo la sensación por los trabajos que se presentaron en este congreso, por ejemplo, de que todavía hay mucha gente indigente que llega tarde al médico. La atención primaria que es el primer escalón para que alguien no se enferme, todavía es una deuda en Paraguay.

También sé que hay lugares donde se pueden hacer grandes cirugías y de alta complejidad, pero ahí hay un desbalance. Por un lado se tiene accesibilidad de operarse de algo grave, pero por otra hay una enorme población que todavía espera la medicina cotidiana, incluida la atención del parto, entre otras.

Creo que es una deuda latinoamericana y hay que ser sinceros, eso es salud pública.

- Por último… ¿Cómo ve a la investigación en América Latina?

Investigar en América Latina es muy difícil porque es voluntaria o hay poco dinero para ese fin. Los países desarrollados lo hacen básicamente porque hay dinero puesto para eso.

Quizá los países más avanzados en investigación en este momento porque tienen apoyo del Estado son Chile y Brasil, y el resto solo tiene investigación voluntaria.

Si no se asume que la investigación lleva su tiempo, el tiempo lleva pérdida de trabajo, eso de dinero y que ello no se puede compensar, nunca vamos a avanzar y eso es un límite para la calidad de la investigación.

Del otro lado, veo que hay algunos avances en cuanto a querer saber lo que nos pasa y desde allí mejorar. Ese es un buen camino.