Dra. Johanna Otero Olmos:
"En la esclerosis múltiple es clave hacer un diagnóstico diferencial"
Es la primera causa de discapacidad no traumática en adultos jóvenes. Si bien tiene un manejo complejo, el enfoque multidisciplinario e integral contribuye en el abordaje.
Con una variada sintomatología, la esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad neurológica que se manifiesta clínicamente según el área del sistema nervioso central (encéfalo, troncoencéfalo y médula espinal) afectada por inflamación y neurodegeneración. Estos síntomas pueden incluir pérdida de la visión por un ojo de forma transitoria, trastornos motores e incluso alteraciones sensitivas y del equilibrio.
Debido a la importancia de un diagnóstico precoz, es esencial difundir información homogénea sobre esta condición y sus tratamientos. "Es importante entusiasmar a los equipos para que puedan ir creciendo en el manejo de esta enfermedad, porque efectivamente los pacientes lo requieren", detalla la doctora Johanna Otero Olmos, neuróloga de adulto y jefa del Programa de Esclerosis Múltiple del Centro de Diagnóstico Terapéutico del Hospital de La Serena en Chile.
- Teniendo en cuenta que es una patología compleja de identificar, ¿cuál es su diagnóstico diferencial?
Hay que tener un cuadro clínico compatible consistente en la presencia de "brotes", los cuales corresponden a síntomas y signos neurológicos característicos reportados por el paciente, que duran más de 24 horas y pueden remitir o recuperarse completamente a lo largo del tiempo. Esto suele ocurrir en el 85% a 90% de la evolución de la patología.
Además de presentarlos, existen otras manifestaciones asociadas. Una de ellas, que es muy prevalente, es la fatiga. Estos pacientes refieren mucho cansancio, lo que se asocia al proceso neurodegenerativo que ocurre a lo largo de todo el sistema nervioso central. Es necesario abordar el manejo tanto con fármacos como neurorrehabilitación y debe estar a cargo de kinesiólogos y terapeutas ocupacionales que estén familiarizados con la enfermedad y sus complicaciones.
También se reporta dolor y espasticidad en las extremidades, que afectan significativamente la movilidad y la calidad de vida. Para abordar esto se trabaja en conjunto con médicos fisiatras y terapia kinésica regular.
Otros son los síntomas de la esfera anímica, en particular la ansiedad y depresión, que afectan la funcionalidad, significativamente. El manejo por parte del área de salud mental es esencial.
El paciente cursa con estos síntomas clínicos, que en ocasiones se recuperan de forma espontánea o luego de un tratamiento con corticoides en fase aguda. La recuperación puede también ser completa o incompleta, afectar su funcionalidad a largo plazo, lo que genera una discapacidad progresiva. En términos técnicos, se habla de que la enfermedad pasa a una forma secundaria.
- ¿Cuál es su prevalencia?
En los últimos años, ha aumentado y constituye la principal causa de discapacidad no traumática en adultos jóvenes en Europa y Norteamérica. A nivel mundial, entre 30 y 100 pacientes lo manifiestan.
Aqueja a personas entre 20 y 50 años, preferentemente a mujeres. Con menor frecuencia, se han visto casos en niños y adultos mayores. En pacientes con esclerosis múltiple con más de 65 años se dificulta, porque hay que descartar otros diagnósticos diferenciales que pueden generar déficit neurológicos similares. Por ejemplo, la enfermedad cerebrovascular, que es muy prevalente en este grupo etario.
- ¿De qué manera ayuda la detección temprana?
Es importante tener la sospecha clínica a partir de los síntomas neurológicos y así, poder realizar un diagnóstico oportuno por parte de un especialista e iniciar un tratamiento eficaz, lo cual permitirá tener un mejor pronóstico funcional a largo plazo. Es fundamental la educación de los pacientes para que reconozcan estas manifestaciones clínicas.
Para hacer una evaluación acuciosa se requiere de una acabada historia clínica, de un examen físico completo y de la realización de análisis complementarios. Entre estos últimos, el más importante es la resonancia magnética, que permite obtener imágenes del cerebro y la médula espinal, localizando las lesiones que estarían provocando los síntomas y la progresión de la enfermedad. Estas neuroimágenes forman parte de los criterios diagnósticos de McDonald (2017), que son los utilizados en la actualidad.
- ¿Cuáles son los tratamientos disponibles?
Contamos con una variada gama de fármacos eficaces, llamadas terapias modificadoras de la enfermedad que han experimentado un enorme avance en los últimos años, teniendo más de 20 accesibles a nivel mundial.
A fines del siglo pasado, contábamos con los interferones, que son los más conocidos y con mayor tiempo en el mercado. Cerca del 2010 aparece el primer fármaco oral: fingolimod, lo cual marcó un antes y un después en cuanto a la facilidad en la administración.
En los últimos años, se han desarrollado otros medicamentos. Entre ellos, anticuerpos monoclonales y terapias de reconstitución que han logrado disminuir la progresión de la discapacidad y la tasa anual de brotes. A largo plazo, esto implica una menor neurodegeneración, inflamación y mejor pronóstico funcional.
Por Dominique Vieillescazes
