https://www.savalnet.com.py/mundo-medico/entrevistas/en-1985-programamos-la-primera-unidad-de-terapia-intensiva-en-paraguay.html
22 Septiembre 2014

Dr. Oscar Doldán Pérez:

“En 1985 programamos la primera unidad de terapia intensiva en Paraguay”

Pediatra intensivista y uno de los iniciadores de la primera unidad de terapia intensiva en Paraguay, se destaca por ser una persona multifacética, que no solo tiene tiempo para la medicina, sino también para contar historias a través de un anecdotario diario -singular y jocoso- , que comparte en las redes sociales y que cuenta con un importante público.  

Se desempeña en el Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS), desde hace 22 años, como médico del staff de cirugía cardiaca infantil del Servicio de Cardiocirugía, además de ser past presidente de Sociedad Paraguaya de Cuidados Intensivos Pediátricos y Neonatales, y actual miembro del Tribunal de Certificación Pediátrica en la Sociedad Paraguaya de Pediatría.

Recibió a SAVALnet en el sanatorio La Costa, donde es el actual jefe de la Unidad de Terapia Intensiva, para contarnos cómo se dio la creación de la primera unidad de terapia intensiva en el país, comentarnos sobre la situación actual de la pediatría paraguaya y respecto a un programa radial denominado “Catarsis médica”, que inició hace poco con un grupo de médicos y que va al aire en una radio de Asunción.

Con un humor destacable que permaneció durante toda la entrevista, el médico también nos habló sobre “El Doldanero”, boletín electrónico -hoy día virtual- que produjeron en el seno familiar y que luego se hizo público, donde junto a sus hermanos desarrollaban su lado periodístico y humorístico para entretener a miembros de su familia e incluso a extraños, a través de anécdotas e historias singulares sobre hechos médicos y otros temas.

- Cuéntenos sobre su formación y cómo fue que decidió dedicarse a la pediatría… 

Yo me recibí en el año 1979, en la Universidad Nacional de Asunción (UNA), que era la única que existía en ese momento. Justamente estoy cumpliendo 35 años de profesión médica. Fue una promoción muy rica en valores artísticos, musicales, mucha gente importante fue parte de ese grupo.

Luego hice el internado rotatorio y me di cuenta que realmente la pediatría era mi camino, la ternura que inspiran los niños, y estaba indeciso entre hacer clínica médica o pediatría, pero ya al principio del internado rotatorio me había decidido por la pediatría.

Somos siete hermanos. Mi padre, que es mi personaje favorito, siempre me decía que le gustaba la medicina, tenía atracción por la medicina pero no fue médico. 

- Coméntenos cómo nació la primera unidad de terapia intensiva en el país… 

La terapia intensiva no existía, ni siquiera en el concepto. Yo era pediatra y pensaba hacer pediatría general, pedí una beca a México que no me salió, e indirectamente me hicieron un favor al no aceptarme.

Estando como residente del tercer año en pediatría en el Hospital de Clínicas, casualmente el doctor Aníbal Carrillo, jefe de sala en aquel entonces, comentó en una recorrida que era paradójico que no existiera terapia intensiva en Paraguay, que debiera haber una.  Nosotros teníamos una piecita en el hospital que se llamaba pensión y era un lugar donde la gente podía pagar un poquito más y se le atendía, tenía cuatro camas. Y él dijo que ese lugar podía convertirse en una unidad de terapia intensiva, que sería interesante plantear esa idea.

Y luego vino el profesor Juan Jaime Bestard, que era un docente con muchísimas inquietudes, que nos formó muchísimo a nosotros, era el jefe de Cátedra. Se hizo la recorrida y en eso yo repliqué exactamente lo que escuché que dijo el doctor Carillo, como si fuera una opinión mía. Le dije al profesor que cómo podía ser que no haya terapia intensiva y él me dice que era cierto, que tenía razón y terminamos la recorrida. 

Al día siguiente en el alto parlante me manda llamar y yo lo primero que pensé era que qué macana me había mandado, algún error, que no le había atendido bien a un chico, pensé que me quería dar alguna reprimenda, entonces me voy y me dice que estuvo pensando en lo que había dicho el día anterior sobre la necesidad de una terapia, y me dice que teníamos que hacerlo, que él conseguiría los rubros y que quería que yo haga terapia intensiva.

Habló con uno de los doctores más destacados de Argentina y me envió al Hospital Italiano de Buenos Aires, me consiguió una pasantía para formarme en terapia intensiva y me dijo que a mi vuelta abriríamos la unidad.

Al volver, en abril de 1985, ya empezamos a programar la apertura de la primera unidad de terapia intensiva del Paraguay, en el Hospital de Clínicas. En el año 1989 me nombraron jefe de la unidad y mi estuve a cargo hasta 1999.

- En su opinión ¿cuál es la diferencia entre los pediatras de su época y los actuales?

Yo siempre digo que para ser un buen médico tenemos que tener las cuatro haches.

En primer lugar la honestidad, pero en este caso no solo el médico debe serlo, sino todo el mundo; la segunda hache es la humanidad, porque tratamos con seres humanos y en nuestro caso con niños y con el entorno del niño y entonces tiene que estar como un punto cardinal en la formación de un médico; la tercera hache es la humildad, que la misma medicina nos da periódicamente baños de humildad, no puede existir un médico soberbio; y la cuarta hache que es la que aglutina a las otras tres y gracias a la cual nosotros podemos sobrellevar esas tres haches, y es el humor.

Así que con humor tenemos que tomar esta pesada carrera que es la medicina, ya que gracias a eso nosotros nos distendemos, y ese es un poco el fundamento de “Catarsis médica”.

Tratar con humor todas nuestras pequeñas tragedias, dramas, alegrías, frustraciones y como yo digo, luces, sombras, sístoles y diástoles de la medicina.

Y la quinta hache en la que nunca tenemos que caer es la histeria, y por último llega la última hache, que a veces llega y otras no, que son los honorarios.

- ¿Qué fue lo más difícil que le tocó sortear durante estos años de carrera, los obstáculos con los que se encontró?

Nuestra carrera está llena de obstáculos, frustraciones y alegrías. Si bien son más los casos de niños que evolucionan bien y salen exitosos de intervenciones, también cada cierto tiempo tenemos frustraciones con algún niño que perdemos a pesar de todo nuestro esfuerzo.

Y en esos casos siempre nos preguntamos si dejamos de hacer algo o pudimos hacer alguna cosa más para salvar a ese niño. 

Y lo más difícil es nuestra formación, es muy larga y penosa. Son seis años de estudio, después un año de internado rotatorio, tres años de residencia, y en mi caso yo hice otro año más de terapia intensiva. O sea, pasan más de diez años y todavía no somos nadie, tu consultorio está vacío, todavía somos un pimpollo que está saliendo. En diez años uno recién está empezando a surgir.

Y algo que nos preocupa realmente es que muchos de los médicos jóvenes son irreverentes de la semiología, se van primero a la ecografía, a la tomografía, a la resonancia y se olvidan de lo más importante, escucharle y preguntarle al padre del niño qué le pasa, y qué se examina en el cuerpo del niño. Eso es lo más importante y todo lo demás son exámenes auxiliares.

Quieren pasar de lo más importante que es examinar al niño, a la tecnología, y la tecnología es un auxiliar. La clínica es la soberana y la química es la súbdita. 

También vemos con preocupación la proliferación de universidades que no reúnen los requisitos mínimos exigidos para formar a alguien tan importante como un médico y vemos como por años se producen médicos a escala industrial como si fueran productos a comercializar en plaza.

- Doctor, cambiando de tema… ¿cómo surgió “El Doldanero”?, espacio de difusión escrita de anéctodas?…

Surgió a iniciativa de mi hermano Guillermo, que es una persona con muchas inquietudes periodísticas que lastimosamente no se dedicó a eso. Él tiene un perfil muy bajo, pero organiza este tipo de cosas, de publicaciones, boletines electrónicos, procesamiento de fotos. Él es muy buen fotógrafo también, es una persona con muchas habilidades.

Él organizó el boletín que se llamó “El Doldanero” y que aglutinó a toda la familia, primos y ahora ya hijos y nietos. Fue un éxito intrafamiliar. Incluso en la revista del diario Última Hora salimos en una portada una vez, con la familia Schaerer, y allí hablamos sobre lo que era “El Doldanero”.

Duró 7 años y después con la aparición del Facebook y otras redes, dejó de funcionar como boletín, pero sigue estando vivo en las redes.

- Puede contarnos sobre el programa radial “Catarsis médica”, del que forma parte como co-conductor…

Resulta que se formó este año un grupo cerrado en Facebook que se llama “Catarsis médica”, iniciado por el doctor Miguel Ángel “Mime” Velázquez,  y en él ya están como 2400 miembros, solo médicos y médicas.

El programa radial empezó el domingo 14 de setiembre, y surgió justamente gracias al éxito que tuvo el grupo de Facebook. Se realiza los domingos de 22:00 a 00:00 horas en Radio Monumental 1080 AM, y es un programa muy divertido y distendido.

Al escuchar, parece que estamos hablando solo entre nosotros, olvidándonos que nos escuchan 2500 médicos y también una población importante. A través del Facebook se promocionó el programa y allí se habla de todo, se le llama a un médico que está en el exterior, por ejemplo, y la dinámica del programa va a ser esa, un programa distendido donde el médico habla de casi todo, menos de medicina.

También se recuerda a un médico que ya falleció, en el primer programa lo hicimos al doctor Carlos Codas, que fue un neurocirujano muy querido, y también hay una sección especial que se llama “El Doldanero”, ahí ponen una música “Forever young”, y recuerdo alguna de las múltiples anécdotas que vengo publicando todos los días en mi portal.

En el programa estamos el doctor Miguel Ángel Velázquez Blanco, él es el director del programa y quien inició este grupo; y como panelistas los doctores Hugo Celauro, Ike Cabañas, Juan Pablo Servín, la doctora Carla Fusillo y yo. También hay un invitado en estudios.

- También supimos que integraba un grupo musical en época de facultad… 

Esa es una vieja historia que se remonta a nuestro primer año de facultad, y nuestro lema era siempre tomarlo todo con humor.

Y estábamos en la Cátedra de Histología, muy estresados, contacto con cadáveres, con microscopios, y me tocó integrar un grupo de estudios con músicos privilegiados, y entre todos yo era el menos músico.

Finalmente llegué a ejecutar la flauta diabética, y le hicimos una música a un profesor y trascendió, la música era muy ingeniosa, en guaraní, y en una peña que organizaron los del sexto curso nos pidieron que cantemos y nosotros tímidos, temblorosos, pálidos y sudorosos, subimos al escenario y cantamos, y fue un éxito total.

Entonces, ese fue el primer gran impacto, que se llamó “Karaja sapukai”, dedicado a un profesor que después nos amenazó de que íbamos a perder la carrera. Era un docente sumamente riguroso, pero nosotros por algún motivo le caímos en gracia.

El grupo se llamaba “Os basureiros”, ya que en aquel entonces apareció un grupo brasilero que se llamaba “Os batuqueiros”. 

Y en octubre probablemente nos volveremos a juntar, formábamos ese grupo los doctores Oscar Benítez, Senén Cárdenas, Domingo Pizurno, también Pedro Ruíz Díaz, Martín Moreno, Angel Cáceres, Juan Carlos Arrúa y Eduardo Acevedo. En cierto momento también tuvo sus integrantes femeninas, denominadas las "aves canoras",  las hermanas Helena y Haydée Fernández Barriocanal.

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