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26 Octubre 2020

Dr. Raúl Riquelme Véjar:

“El profesional de salud debe cuidarse física y mentalmente"

La pandemia por SARS-CoV2 ha generado desgaste y altos niveles de estrés en el personal sanitario, propiciando un desbalance en su bienestar.

Para la Sociedad de Psiquiatría Española la incertidumbre y estrés que conlleva la atención médica durante un brote epidémico, exige especial atención en materia de apoyo emocional. Esto, principalmente, porque cuidarse y animar a otros a hacerlo, mantiene la capacidad de velar por los pacientes.

La experiencia clínica, sumada a estudios internacionales que se han realizado sobre el síndrome de Burnout, han demostrado que el estrés, trauma y represión de emociones son capaces de causar dolor y otros síntomas físicos. 

El doctor Raúl Riquelme Véjar, fundador y past president de la Sociedad Chilena Salud Mental, es docente de psiquiatría en diversas universidades. Respecto a este periodo de pandemia, explica que el personal de salud es un grupo altamente vulnerable, pues la presión, largas horas de trabajo y pocas instancias para conversar sobre lo que sucede internamente y liberar tensión, son factores claves para la aparición de este síndrome.

- Doctor, ¿podría describir las características y síntomas del Burnout? 

Este término, también conocido como “Síndrome de quemarse en el trabajo” fue descrito por el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger en 1974. Hoy se explica como una serie de signos y síntomas que se manifiestan como respuesta al estrés laboral. Quien lo padece se siente emocionalmente agotado y se dirige con actitud negativa hacia sus colegas. En principio, esto se debería a una combinación de estresores pertenecientes al entorno social, laboral y del propio sujeto.

Se trata de un círculo vicioso que se va cerrando y retroalimentando del agotamiento físico y psíquico, donde ocurren episodios de despersonalización, visión negativa, escéptica o cínica de sí mismos y de los propios logros. Existe moral baja, detrimento y descenso de la productividad en el trabajo y sentimientos de fracaso y frustración. Se percibe escasa o nula realización personal, lo que no permite al invididuo darse cuenta de lo que está ocurriendo.

- Se entiende que esta condición va progresando...

Podemos enfrentanos a cuatro estadios: 

Nivel 0: aparecen síntomas premonitorios, como la hiperactividad, donde el sujeto se “tapa” de trabajo y se involucra excesivamente. Labora por más horas sin cobrarlas y siente que nunca tiene tiempo.

Nivel 1: falta de motivación para asistir al trabajo. Surgen malestares inespecíficos, contracturas, cefaleas, cansancio. Cuando se le pregunta qué es lo que pasa, la respuesta suele ser: no sé, no me siento bien.

Nivel 2: cada vez se ve con más claridad que le molesta su oficio y, en particular, relacionarse con el entorno que lo compone. Puede generarse sensación de persecución o de haber llegado al límite y no poder dar más de sí mismo, nada resulta suficiente, se incrementa el ausentismo, se fantasea o se solicita el traslado a otro puesto y se incrementa la rotación.

Nivel 3: disminución evidente en la capacidad y rendimiento laboral. Pueden aparecer enfermedades psicosomáticas (alergias, psoriasis, traumatismos, hipertensión, cuadros de acidez o ulcerosos). En esta etapa se comienza la automedicación, que al principio posee un efecto placebo, pero luego requiere de mayor dosis. A esta altura se ha verificado el comienzo de la ingesta alcohólica. No se suele acudir a ayuda profesional.

Nivel 4: esta etapa se caracteriza por el alcoholismo, tabaquismo aumentado, trastornos importantes del apetito, drogadicción con fármacos e intentos de suicidio. Existe incapacidad para relajarse dentro o fuera del trabajo, se tiende a adoptar conductas de riesgo y jugar con los límites (velocidad al manejar, comportamientos agresivos y/o provocadores, aumento de conductas y reacciones violentas). El ausentismo es marcado, suelen profundizarse cuadros previos o aparecer patologías de carácter graves. Durante este periodo generalmente ha fracasado el intento de cambio de puesto o se ha avanzado hacia una rotación improductiva y sin resultados. Un recurso habitual es la tendencia a abandonar el trabajo y distintas maniobras, intencionales o no, para conseguir ser despedido.

- ¿Existe evidencia sobre profesiones más afectadas?

Se han realizado estudios en España, Cuba y otros países latinoamericanos, donde la frecuencia de este síndrome en la atención primaria alcanza entre 20% y 50%. Otros, sobre profesores, donde alcanza el 40% y 50%. En funcionarios de gendarmería la frecuencia varía entre 30% y 40%. En general, toda persona que tenga una profesión vinculada a la atención de público es vulnerable al Burnout, sobre todo cuando se es, de cierto modo, una especie de receptor del problema del otro. Por eso en salud, y sobre todo en este tiempo de pandemia, es muy probable que muchos estén cursando este cuadro. Y, por eso mismo, es necesario que todas las instituciones de salud brinden espacios para que sus colaboradores puedan “botar” lo que les está ocurriendo, hablar de esta carga que llevan. Es tremendamente importante.

- Es bastante alta la vulnerabilidad del trabajador de la salud entonces…

Ciertamente. Si bien sanar a una persona trae muchas satisfacciones, existen sacrificios que podrían llegar a exigir mucha fortaleza de carácter, sobre todo cuando el cuidador tiene que realizar tareas que no siempre resultan agradables. El personal de salud nunca debe olvidar que atender sus propias necesidades es tan importante como velar por las personas. Si uno se enferma o se cansa mental o físicamente, no podrá ocuparse de otros. Los profesionales deben cuidarse física y mentalmente.

Los efectos que las historias nos producen finalmente son emociones positivas, pero la mayoría de las veces son negativas: pena, angustia, ira, culpa o una combinación compleja de estas. De modo que es necesario, diariamente, gestionar estas emociones desfavorables para deshacerse de ellas y disminuir el impacto y tensión que producen. 

- ¿Qué estrategias se pueden aplicar?

Establecer límites entre trabajo y vida personal, dar y recibir supervisión, favorecer una comunicación fluida, hacer agradable el espacio físico donde se labora. Es sumamente necesario que exista distribución del tiempo del equipo, por más difícil que pueda sonar o hacer hoy en día, pero es vital crear espacios y actividades fijas para el desarrollo personal y grupal. Se necesita en los equipos de salud apoyo y confianza basadas en el respeto mutuo, la comunicación cara a cara y la regularidad de retroalimentación entre los compañeros.

- Pareciera ser una tarea importante para los recintos de salud…

Lamentablemente hay escaso tiempo para hacer este análisis que, aparentemente, puede aparecer como un lujo técnico, pero quienes trabajamos en esta materia pensamos que es una herramienta de alto valor y rendimiento que en cualquier punto de la red de salud mental se puede aplicar. El desconocimiento de estos temas contribuye a que los equipos se desgasten y existan altos índices de burnout. Por eso recalco que es importante que exista alguna modalidad de autocuidado grupal y supervisión del trabajo con otros profesionales.

Por María Ignacia Meyerholz L.

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