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“El consumo de sustancias constituye un problema de salud pública debido al aumento considerable de personas con trastornos mentales derivados de este hábito, la baja accesibilidad a la consulta profesional y escaza adherencia de los pacientes para llevar a cabo un tratamiento interdisciplinario”, comenta Lorena Núñez, psiquiatra del Hospital de Encarnación.

Según la docente e investigadora de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Itapúa, entre 20% y 30% de las atenciones en salud mental tiene esta base. “Se trata de una práctica asociada a conductas peligrosas de la cual no se puede prescindir o resulta muy difícil hacerlo por razones de dependencia psicológica y fisiológica. El cuadro se puede identificar fácilmente con métodos como entrevistas o test estandarizados”.

Especialistas advierten que Latinoamérica muestra un alza sostenida de abuso de alcohol, tabaco, marihuana y benzodiacepinas a partir de 2020. La incertidumbre, angustia y estrés aumentaron la prevalencia durante la crisis sanitaria dificultando su abordaje en postpandemia. Con formación en el Hospital Psiquiátrico de Asunción y el Centro Nacional de Control de Adicciones, el tema no es ajeno para la doctora Núñez, quien ha abordado el manejo de la drogodependencia e intoxicaciones en diferentes reuniones científicas.

- ¿Qué factores han contribuido al agravamiento de este problema?

Sin duda el aislamiento a que nos vimos sometidos todos y la falta de atención profesional debido al miedo al contagio. Estos años en crisis han hecho que enfermedades mentales o emocionales preexistentes como la depresión, ansiedad e insomnio afloren o acrecienten en las personas llevándolas a tomar la vía más rápida y fácil que es consumir o comenzar a hacerlo.

- El rol del entorno es clave…

Uno de los pilares fundamentales para lograr el éxito en la detección y posterior terapia es un adecuado acompañamiento de familiares, amistades y compañeros de trabajo. Es importante que ellos no se sientan discriminados y reciban ayuda cuando manifiesten alguna necesidad. En estos casos el cumplimiento terapéutico solo alcanza entre 5% y 10%, por eso el apoyo debe ser permanente.

- ¿Cuál es el enfoque inicial?

Siempre apuntamos a realizar primeramente un tratamiento psicoterapéutico con el psicólogo intensivo a fin de valorar potencialidades, desventajas y debilidades con que cuenta el paciente. Una vez hecho esto, si existen comorbilidades u otros síntomas que requieran farmacología, es derivado al psiquiatra. Y este, a su vez, a los demás profesionales que fuesen necesarios dependiendo de cada caso. Siempre es importante un perfil familiar o socioambiental elaborado por un trabajador social.

- ¿Cómo manejar las recaídas y frustración que estas pueden generar?

Entendiendo que la drogadicción o el consumo problemático de drogas es una enfermedad crónica y persistente. Como tal tiene sus mejorías y recaídas. Como mencionada antes se debe evitar la estigmatización y una forma de hacerlo es dando a conocer a la sociedad los problemas que implican padecer esta dolencia. Recomiendo siempre el diálogo abierto con todas las personas que rodean al paciente y un trabajo interdisciplinario.

- ¿Existe una deuda de la sociedad con estas personas?

Falta empatía, ponerse a entender lo que es sufrir esta enfermedad que no solo es el consumo, sino que acarrea un sin fin de problemas físicos, emocionales, sociales y, en ocasiones, judiciales. 

- ¿Por qué se dedica a este tema?

En general atender a los pacientes con consumo de drogas es un desafío, porque no siempre ellos están dispuestos a realizar o terminar un tratamiento. Sin duda manejamos esa posibilidad, pero estamos conscientes de que debemos intentar ayudar a una persona que no encuentra calma en su vida y que atraviesa momentos muy complejos. Es importante mantener este tema en discusión y, por lo mismo, me esfuerzo en divulgar a mis colegas y comunidad información certera, oportuna y abierta que pueda ayudar en la detección y abordaje.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez