Sueño insuficiente promueve la insulinorresistencia
Durante el período escolar, dormir menos de 6 horas se asocia con una pérdida en la sensibilidad a la hormona en una cohorte de adolescentes con sobrepeso.
Un retraso fisiológico en los ritmos circadianos, junto con el aumento de las demandas académicas y sociales, un mayor uso de dispositivos electrónicos y el inicio temprano de las clases, resultan en altas tasas de sueño insuficiente en adolescentes. Hasta un 25% de jóvenes estadounidenses duermen menos de 6 horas por noche, muy por debajo de las 8 a 10 horas que se recomiendan para este grupo de edad.
A la fecha, se han realizado pocos estudios que examinen la relación entre la duración del sueño y la sincronización con la sensibilidad a la insulina (SI) en adolescentes. Algunos estudios muestran resultados comparables con los de adultos, con una extensión de sueño más corta correlacionada con una menor SI, mientras que otro análisis determinó que esta relación se atenuaba después de controlar la adiposidad.
El objetivo de esta investigación fue examinar la relación entre la resistencia a la insulina (RI) y la salud del sueño/circadiana en adolescentes con sobrepeso/obesidad. Se planteó la hipótesis de que el sueño insuficiente y retardado se asocia con la RI en esta población.
Treinta y un adolescentes (edad media, 16,0 ± 1,4 años; 77% mujeres) con índice de masa corporal ≥ 90° percentil de edad/sexo fueron reclutados en consultas ambulatorias de un hospital infantil. Los participantes se sometieron a una semana de monitoreo objetivo del sueño en el hogar, con una actigrafía de muñeca durante el año académico. Se llevó a cabo una prueba oral de tolerancia a la glucosa de 3 horas, seguida de un muestreo de melatonina salival de luz tenue en el laboratorio cada 30 - 60 minutos desde las 5 pm hasta el mediodía del día siguiente. Finalmente, se examinaron los análisis de regresión entre las variables del sueño y circadianas con la RI.
Los resultados mostraron que la mayor duración del sueño y el tiempo en la cama los fines de semana y días laborables, así como acostarse más temprano durante la semana, se asociaron significativamente con una mejor SI. Los participantes que obtuvieron menos de la duración media del sueño por noche (6,6 horas) mostraron evidencia de RI con secreción de insulina compensatoria en comparación con los que dormían ≥6,6 horas. Un ángulo de fase más amplio entre la hora de acostarse y la aparición de la melatonina, lo que indica una sincronización circadiana posterior de la aparición del sueño, se asoció significativamente con la RI.
En conclusión, una corta duración del sueño, acostarse más tarde durante la semana y el retraso circadiano de sueño se asocian con la resistencia a la insulina en una cohorte de adolescentes con sobrepeso/obesidad durante el año escolar. Se necesitan más investigaciones para comprender mejor la fisiología subyacente a estas observaciones y para evaluar el impacto de la mejora de la salud circadiana sobre la salud metabólica en esta población de riesgo.
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