Malnutrición y su vínculo con la depresión
El alto consumo de alimentos ultraprocesados está asociado con un mayor riesgo de sufrir trastornos mentales en mujeres de mediana edad.
Cada vez hay más evidencia que sugiere que la dieta puede influir en el riesgo de depresión. A pesar de la gran cantidad de datos que relacionan los alimentos ultraprocesados (UPF, por sus siglas en inglés) con ciertas enfermedades, existe poca información acerca de la asociación entre el consumo de UPF y la depresión. Los datos dietéticos a corto plazo y la capacidad limitada para evaluar posibles factores de confusión, han dificultado la realización de ensayos. Además, ningún estudio ha identificado si algún UPF o ingrediente y su tiempo de consumo, están relacionados con el riesgo de esta enfermedad. Por lo tanto, en este trabajo investigaron la asociación entre los UPF y sus componentes con la depresión incidente.
Se realizó un estudio prospectivo en el periodo 2003-2017, con mujeres de mediana edad sin depresión registrada al inicio del ensayo. La dieta se evaluó mediante cuestionarios validados de frecuencia alimentaria cada 4 años. La ingesta de UPF se estimó a través de una clasificación que agrupa los alimentos según su grado de procesamiento. En los análisis secundarios, se separaron los UPF según sus componentes, incluidos granos y productos lácteos ultraprocesados, colaciones dulces y saladas, comidas, grasas y salsas listas para consumo, carne procesada, bebidas, y edulcorantes artificiales. Establecieron dos definiciones de depresión: una estricta que requiere depresión diagnosticada por un médico y uso regular de antidepresivos, y otra amplia que precisa diagnóstico clínico y/o uso de antidepresivos. Consideraron factores de riesgo conocidos y sospechosos, y examinaron la asociación entre los cambios en el consumo de UPF y la depresión incidente.
La cohorte incluyó a 31.712 mujeres principalmente blancas no hispanas de 42-62 años. Las participantes con una ingesta elevada de UPF tenían mayores índices de masa corporal, tasas de tabaquismo y prevalencia de comorbilidades (diabetes, hipertensión y dislipidemia), y eran menos propensas a hacer ejercicio con regularidad. Identificaron 2.122 y 4.840 casos incidentes de depresión, utilizando la definición estricta y amplia, respectivamente. El alto consumo de UPF presentó un mayor riesgo de depresión tanto por la definición estricta como por la amplia. Con respecto a los componentes específicos, sólo las bebidas endulzadas artificialmente y los edulcorantes sintéticos se asociaron con un mayor riesgo de esta afección. Aquellas que redujeron la ingesta de UPF en al menos tres porciones por día tuvieron un menor riesgo de esta enfermedad, en comparación con quienes mantuvieron un consumo relativamente estable.
Estos hallazgos sugieren que una mayor ingesta de UPF, específicamente de edulcorantes sintéticos y bebidas endulzadas artificialmente, se asocia con un mayor riesgo de depresión. Aunque se desconocen los mecanismos involucrados en esta relación, datos experimentales recientes indican que los edulcorantes artificiales provocan una transmisión purinérgica en el cerebro, que podría estar implicada en la etiopatogenia de este trastorno mental.
