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de enfermedades cerebrovasculares, determinan

que la disfagia sea también un sintoma frecuente

a esta edad, y en pacientes que han padecido

accidente vascular encefàlico, enfermedad de

Parkinson, enfermedad de Alzheimer e incluso

en los mayores de 70 años sin esas patologías

(presbifagia). Esto se ha demostrado en repetidas

oportunidades en residentes de hogares de ancia-

nos

11

. En general, esta alteración de la deglución

es subestimada, a pesar de ser responsable de pro-

blemas respiratorios y nutricionales significativos

en este grupo etario.

Los trastornos de la deglución contribuyen al

desarrollo de la neumonía aspirativa, complica-

ción severa y frecuente en los gerontes cuando

no es identificada oportunamente y no se toman

las medidas preventivas requeridas. Este trastorno

funcional, debe ser investigado dirigidamente

cada vez que se atiende a un paciente mayor y

se pretende prevenir las importantes complica-

ciones asociadas a la aspiración de alimentos o

secreciones de la cavidad oral. La observación

directa de la deglución ininterrumpida de un vaso

de agua, es un método sencillo y eficiente para

evaluar esta alteración cuando ella se sospecha.

La aparición coincidente de tos o de un trastorno

de la fonación posterior debe ser considerado

confirmatorio de la sospecha clínica

12

.

La neumonía aspirativa, es un cuadro de alta

ocurrencia en este grupo etario, y si bién no se

dispone de datos de su incidencia poblacional,

se ha demostrado que ella se asocia con el enve-

jecimiento y con la presencia de enfermedades

subyacentes. En residentes de hogares de ancia-

nos portadores de trastornos de la deglución, su

frecuencia puede llegar al 50% en el primer año

de estadía, con una mortalidad sobre el 45%

13

.

En un estudio consecutivo de pacientes mayores

de 70 años hospitalizados por neumonía en una

unidad geriátrica, el 55% de ellos presentaba

signos clínicos de disfagia orofaríngea. Se con-

centraba en los de edad más avanzada, y ellos

poseían comparativamente una menor capacidad

funcional, mostraban peor estado nutricional

y poseían un índice de Fine de severidad de la

neumonía más alto. Su mortalidad era significa-

tivamente más elevada a los 30 días y al año de

seguimiento después de ocurrida la neumonía

14

.

Así, la disfunción orofaríngea es muy frecuente

en adultos mayores y es un factor de gravedad en

la neumonía de este grupo etario.

De un modo similar, alteraciones de los

mecanismos de defensa, tales como abolición

de la tos, la reducción de la limpieza faríngea,

el aumento de la colonización orofaringea y la

debilidad del sistema inmunitario muchas veces

asociado a la desnutrición y comorbilidades,

contribuyen al aumento de la frecuencia de las

neumonias en este grupo etario, sobre todo en

quienes poseen riesgo tabáquico y cavidad oral

en malas condiciones.

Los principales microoorganismos aislados

en las neumonías aspirativas adquiridas en la co-

munidad son el

Streptococcus pneumoniae

,

Sta-

phylococcus aureus

,

Haemophilus influenzae

y se

agregan los bacilos gramnegativos en las neumo-

nias nosocomiales

15

. El

S. pneumoniae

, continúa

siendo uno de los principales agentes patógenos

en el grupo de pacientes de edad avanzada y en

los portadores de condiciones clínicas asociadas

a déficit inmunitarios que requieren hospitaliza-

ción. Esta bacteria es responsable de un número

considerable de fallecimientos en nuestro país tal

como en el resto del mundo

16

. Por ello las infec-

ciones neumocócicas han sido identificadas como

un problema importante de salud pública y varias

organizaciones internacionales han planteado la

utilización de la vacuna antineumocócica en los

adultos pertenecientes a esos grupos de riesgo.

Actualmente existen dos vacunas antineumocóci-

cas, la vacuna conjugada (7, 10 y 13 valentes) de

uso preferencial en niños, y la vacuna polisacári-

da 23 valente para ser usada en grupos de riesgo

y adultos mayores. Se estima que esta última es

capaz de conferir una protección de 50 a 60%

durante cinco años a estos dos grupos.

Si las infecciones respiratorias bajas son im-

portantes en el adulto mayor, tanto más son las

enfermedades respiratorias crónicas, sobresa-

liendo por su frecuencia el asma bronquial y la

EPOC.

¿Se aplican las guías de práctica clínica en

forma similar en este grupo etario a como se hace

en el adulto joven? ¿Qué limitaciones tenemos en

la práctica clínica para diferenciarlas? Las Guías

GOLD 2017 fueron explícitas en señalar que el

diagnóstico de EPOC se basa en la ¨existencia de

síntomas respiratorios y obstrucción bronquial

persistente debidas a alteraciones bronquiales y/o

alveolares generalmente causadas por una expo-

sición significativa a partículas o gases dañinos¨.

Los síntomas respiratorios son frecuentes en el

adulto mayor por múltiples causas, y la demos-

tración de obstrucción bronquial requiere de la

aplicación de una espirometría de limitada utili-

zación en nuestro medio más aún en los sujetos

mayores. Esto explica el elevado subdiagnóstico

de esta frecuente condición. A lo largo de nues-

tro país poseemos en la mayoría de los Centros

de Salud Familiar, la amplia disponibilidad de

espirómetros, sin embargo, aún su utilización es

limitada. No es posible confirmar el diagnóstico

Rev Chil Enferm Respir 2017; 33: 303-307

R. Sepúlveda M.