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nuestros pacientes de 8,7 días podemos presupo-

ner que estos síntomas iniciales consecuencia de

dejar de fumar, los padecería el sujeto en nuestro

servicio, por lo que habría que detectarlo para

poder apoyar al paciente y ofrecerle tratamien-

to, pues se sabe que es un factor predictor en el

fracaso del abandono del tabaco

22

. Si estos sínto-

mas son reconocidos por el fumador y aliviados

mientras está rodeado de personal sanitario estará

preparado para afrontarlos una vez que esté ex-

puesto a su entorno.

Los ingresados tenían un grado de tabaquismo

grave (media de 43 paquetes/año) por lo que se

trata de sujetos de riesgo y de alta complejidad

para dejar de fumar, a pesar de eso en los informes

de alta de 172 sujetos no queda registrado que el

profesional médico especialista en neumología

realizara ninguna intervención, de ahí la necesi-

dad del entrenamiento del profesional médico,

que está aún lejos de lo deseable en materia de

formación en el manejo de tabaquismo. No se

puede discutir la necesidad de preguntar al pacien-

te que si es fumador

23,24

ya que una intervención

conductual o farmacológica aumenta la cesación

tabáquica

25

. Como profesionales sanitarios, al ser

un problema de salud pública y una enfermedad

crónica, debe ser siempre abordado ofreciendo un

tratamiento, al igual que tratamos otras patologías,

el tabaco es una más y no es concebible que no

se les ayude a los fumadores para dejar de serlo.

Diferentes guías

26,27

dan las directrices al perso-

nal sanitario de cómo atender a las poblaciones

especiales como jóvenes y embarazadas a la vez

que muestran cómo usar las diferentes terapias

farmacológicas y dan respuesta a los problemas

más frecuentes que hay que abordar en nuestros

pacientes.

Nos pusimos en contacto con nuestros pacien-

tes transcurrido al menos un año desde el alta,

para preguntarle si habían dejado de fumar supo-

niendo que la intervención en sí ha sido el propio

ingreso hospitalario. La tasa de abstinencia al

mes es del 52% siendo esta cifra superior al com-

pararla con otros estudios, como el del Dr. Roig

Cutillas

20

que obtiene una cesación tabáquica del

35,6%. Al año alcanzamos una tasa del 30,6%.

Sin embargo, un estudio sobre enfermos cardio-

vasculares con una intervención mínima alcanzan

hasta una abstinencia del 62,2% a los 12 meses

28

.

En otros estudios en pacientes cardiovasculares

en los que realizan intervenciones, obtienen a los

seis meses abstinencias del 67% y del 49% con

diferencias significativas comparándolos con

los grupos que sólo reciben un cuidado mínimo

donde las cifras caen hasta el 43% en el trabajo

de Dornelas

29

. Por lo que si en nuestra población

realizáramos alguna intervención esperaríamos

encontrar cifras superiores. Entre los sujetos

que han dejado de fumar solo una quinta parte

recibió consejo médico por lo que confirma que

el propio ingreso en sí supuso un impacto para

abandonar el tabaco. Se confirmó la fiabilidad de

las respuestas de los pacientes que afirmaban ha-

ber dejado de fumar al obtener una media de 4,2

ppm en la COoximetría. Si bien se sabe que las

respuestas son fiables

30

, la propia COoximetría

pudo servir de factor motivador para permanecer

sin fumar. Otro dato a tener en cuenta es que la

mitad de los que continúan fumando estuvieron

una media de 49 días sin fumar, por lo que si en

este tiempo hubieran recibido una intervención

nuestras cifras de abstinencia serían mayores ya

que el contacto posterior aumenta las cifras.

Conclusión

El propio ingreso hospitalario ofrece en sí

un marco ideal para abandonar el tabaco. La

presencia del personal sanitario para motivar y

aliviar los síntomas derivados de la abstinencia

junto al contexto de un espacio libre de humo es

una oportunidad que el profesional médico debe

reconocer. Es necesario formar a los especialistas

para diagnosticar y tratar al paciente en dicho

proceso, de tal forma que sobre todo sujeto fuma-

dor hospitalizado se realice alguna intervención.

Todos los centros deben tener consultas mono-

gráficas donde se pueda realizar un seguimiento

que permita aumentar las cifras de abstinencia.

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Abandono del hábito tabáquico tras un primer ingreso en el Servicio de Neumología

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