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Asistencia ventilatoria

Miguel A. Pantoja H.

CAPÍTULO 4

El síndrome de distrés respiratorio (SDR) neonatal, constituye la principal causa de ingreso a

UCI Neonatal, alcanzando un 30% en prematuros tardíos y hasta un 90-100% en algunas series

de prematuros con extremo bajo peso al nacer (EBPN o < 1.000 g).

La neonatología moderna, como subespecialidad, nace hace aproximadamente 50 años, de

la mano de la introducción de la asistencia ventilatoria del recién nacido. Esta intervención junto

al uso de corticoides antenatales entre otras ha tenido un muy alto impacto en el aumento de

sobrevida de los recién nacidos con SDR, sobre todo de los prematuros extremos.

Si bien la ventilación mecánica (VM), es un pilar del manejo intensivo neonatal, es conocido el

riesgo a corto y largo plazo que implica someter a un recién nacido a ventilación invasiva. El daño

asociado a VM o VALI en inglés (

Ventilator Associated Lung Injury

) es mediado por barotrauma

(daño por presión), volutrauma (daño por volumen), atelectrauma (daño por colapso alveolar) y

biotrauma (daño por mediadores inflamatorios), entre otros.

La publicación de estudios como SUPPORT y COIN, han apoyado la idea de que el evitar la

intubación y ventilación invasiva, mediante el uso de ventilación no invasiva y surfactante endotra-

queal selectivo, permite disminuir el daño asociado a la ventilación mecánica invasiva y la displasia

broncopulmonar (DBP).

Además, en la actualidad se están estudiando formas de administrar el surfactante exógeno

sin necesidad de intubar (

Minimally Invasive Surfactant Therapy “MIST”

y

Less Invasive Surfactant

Administration “LISA”

), lo que parece promisorio en poder obtener los beneficios del surfactante,

sin agregar los riesgos de la ventilación invasiva.

Se detallará las modalidades ventilatorias más utilizadas en la práctica neonatal.

Ventilación mecánica no invasiva

Presión positiva continua de vía aérea (CPAP)

Se basa en la mantención de una presión continua que permita mantener la vía aérea permea-

ble y asegurar una capacidad residual funcional. Aumenta el área de la vía aérea disminuyendo

su resistencia y estabilizándola, mejora la actividad diafragmática y la distensibilidad pulmonar.

Esto lleva a una disminución del trabajo respiratorio y a una conservación del surfactante en la

superficie alveolar.

El CPAP se puede administrar mediante flujo variable o continuo, ventiladores convencionales y

CPAP de burbuja. Existen algunos estudios que han mostrado disminución del trabajo respiratorio

con el uso de flujo variable, sin embargo, no existen ensayos que demuestren relevancia clínica.

El uso de CPAP de burbuja tendría algún beneficio al generar vibraciones torácicas que con-

tribuyen al intercambio gaseoso.

En relación a la interfase a utilizar para administrar CPAP, existen máscaras nasales, cánulas

nasales cortas y largas. Existe evidencia de que el uso de cánulas binasales cortas disminuiría el

fracaso de extubación por lo que sería la interfase de elección.

Indicación:

Manejo del SDR inicial leve a moderado en RNPT EBPN (extremo bajo peso), pre-

vención y manejo de apneas, posextubación, obstrucción vía aérea alta (laringomalacia, Secuencia

Pierre Robin) y manejo de cardiopatías con hiperflujo pulmonar.

Parámetros:

Ajustar la PEEP (Presión positiva de fin de espiración) entre 4 a 7 cm de agua en

patología aguda. En pacientes crónicos podrían utilizarse parámetros más elevados.

Efectos adversos:

Lesión de tabique nasal que puede prevenirse con capacitación del equipo

de enfermería, neumotórax (PEEP > 7 en pacientes agudos) y alta tasa de fracaso en prematuros

de 24 a 25 semanas.