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Guías de Práctica Clínica en Pediatría
(autoritaria o permisiva) como generadora de estilo de vida saludable o desencadenante de
variados trastornos en el crecimiento y desarrollo, o en la nutrición (desnutrición-obesidad), es
de responsabilidad familiar, en que la madre constituye el pilar fundamental. Debe permitirse
el tiempo necesario para un relato espontáneo, sin presión ni apresuramiento, que permitirá
muchas veces obtener valiosos antecedentes y otorgarles la jerarquía adecuada. Aunque
también muchas veces la información espontánea entregada por los padres puede ser
insustancial y no revelar el real motivo de consulta. Si bien, durante mucho tiempo los
esfuerzos del equipo de salud estuvieron dirigidos a las mediciones antropométricas y la
búsqueda de enfermedades orgánicas, actualmente, parte importante de la entrevista médica (e
incluso del examen físico), deben estar orientados a valorar estilo de vida, hábitos de crianza,
riesgo de maltrato y violencia intrafamiliar, que muchas veces corresponden al verdadero y
encubierto motivo de consulta. Suele ser frecuente la administración de medicamentos sin
prescripción médica, previa a la consulta, algunos de los cuales pueden confundir la
evaluación clínica especialmente uso de antihistamínicos, benzodiazepinas, antiespasmódicos
y sedantes, así como la administración de diversas infusiones de hierbas (anís, cedrón, matico,
boldo), que poseen anetol, otros alcoholes y sustancias con acción en el sistema nervioso
central y digestivo, que pueden confundir la apreciación clínica del recién nacido y lactante
menor. Al menos en Chile, son usados por la familia para aliviar distintas molestias,
particularmente meteorismo, flatulencia y cólico del lactante menor, pudiendo ser la causa del
compromiso neurológico del niño.
En la consulta ambulatoria, la evaluación clínica puede comenzar con algunos anteceden-
tes observados por la asistente médico en la sala de espera, relacionados con la interacción
familiar y comportamiento del niño, sin la influencia ni angustia que genera el médico en su
sala de examen. Ello pudiera contribuir a una mejor interpretación médica de procesos de
somatización temprana en el niño (dolor precordial, taquicardia, disnea suspirosa, dolor
abdominal recurrente, cambios de hábito intestinal, falta de progreso ponderal e incluso
estatural, esto último previo descarte de patología orgánica, etc.). En el caso de una consulta
en Unidad de Urgencia o en el transcurso de la atención hospitalaria, los profesionales de
colaboración médica (especialmente enfermera) y técnicos de enfermería pueden pesquisar
aspectos semiológicos de gran importancia que deben ser informados y acogidos por el
médico para su adecuada interpretación. De particular trascendencia signos sugerentes de
maltrato, abuso sexual, lesiones de piel e incluso comportamiento inadecuado durante la
atención por dichos profesionales. El mismo valor tiene la pesquisa de actitudes sospechosas
en los padres y la familia. En ocasiones suele ser la primera señal de violencia y maltrato.
Especial consideración debe asignarse al grado de confiabilidad de la información
entregada por la madre y la familia. Para ello el médico clínico debe tener algunos
conocimientos en sociología, antropología cultural y psicología del comportamiento. Ello
adquiere mayor importancia cuando no existe suficiente confianza entre la madre del niño, o
el informante, y el pediatra. Incluso, puede haber aspectos de la información que son omitidos
por sentimientos de vergüenza o culpa y simulación (síndrome de
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) a
los que el pediatra debe estar atento y buscar con discreción la oportunidad para recabar y
comprobar dicha información. Especialmente en indagar aspectos que orienten a patologías
relacionadas con infecciones de transmisión sexual, virus de inmunodeficiencia humana
(VIH), adicción a drogas, sexualidad y sospecha de embarazo en la adolescencia. Suele ser
difícil, sobre todo al comienzo de los trastornos conductuales, evaluar cuánto hay de alteración
propia del niño y cuánto de desviación de estilo de crianza.
En la atención de niños mayores, la relación primordial debe establecerse con el propio
paciente, de modo que tenga clara sensación de que es la persona más importante. Debe
generarse la oportunidad para que el niño señale, desde su punto de vista, el motivo de