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5

Julio

2014.

Volumen

13

-

N

°

57

también se realizaban con material de vidrio.

Para, venopunción no contábamos con los

insumos de la calidad actual, las agujas eran

metálicas y de tanto usarlas perdían la agudeza

de su bisel, las limábamos para mantenerlas

útiles. Cuando era necesario practicar un análisis

de sangre en niños de corta edad que no

disponen de venas de calibre suficientes en sus

extremidades, era necesario puncionar las venas

yugular externa o interna, femoral e incluso la

fontanela anterior o posterior (esta última solo se

practicaba en los casos de urgencias y usábamos

una aguja corta que se instalaba en la línea

media del cráneo); el método era fácil pero el

riesgo de trombosis o hemorragia del seno

longitudinal, era demasiado alto por lo que esta

punción venosa en breve fue suspendida. A

diferencia de hoy las indicaciones médicas de

fármacos por vía intramuscular eran de rutina,

hasta que la señal de alerta surgió de un hospital

en el Norte del país (fibrosis del cuadriceps).

Instalar y conservar vías venosas con ese material

en niños, que generalmente noprestancolaboración,

era una proeza por lo tanto eran frecuentes la

disección quirúrgica de una vena con catéteres

artesanales que preparábamos con un tubo

de plástico que se conectaba a una aguja lo

que permitía su adopción al macrogoteo. La

venoclisis exigía una estrecha vigilancia del

paciente, sitio de inserción, velocidad de la

infusión y del nivel del líquido en el matraz

de vidrio para prevenir complicaciones.

El cuidado del niño se llevaba a cabo con una

estricta disciplina en cuanto a procedimientos

de enfermería, reposo en cama y reglamentación

de las visitas familiares; normas que se dictaban

por la naturaleza de la enfermedad y por la firme

convicción que era lo más conveniente para él.

Las visitas las considerábamos como un peligro

para la mantención adecuada de las técnicas y

la prevención de las infecciones; siempre estaba

latente el riesgo de una infección cruzada y su

diseminación sólo podía controlarse mediante

técnicas de aislamiento estrictas. Si ahora el aseo

Terminal se realizara como en aquellos años no

tendríamos la actual capacidad de hospitalización,

las salas o boxes, se cerraban en forma hermética

por

24

horas, después de aplicar la formalina y

por el mismo tiempo se aireaba, antes de efectuar

el aseo Terminal. Este sistema fue reemplazado

por la desinfección con aerosol por el “Marcianito”

apodo que se ganó por su vestimenta de

protección el funcionario que tenía asignada

esta responsabilidad. El período de exposición y

aireación no tuvo cambios.

La mortalidad era alta en especial en niños con

diarrea y enfermedades infecciosas y para otorgar

los cuidados requeridos los equipos eran escasos,

contábamos con croupettes, tienda de oxígeno,

pulmón de acero para los niños con Poliomielitis,

incubadora y el ingenio de cada una para

crear el elemento que permitiera satisfacer las

necesidades del momento.

La práctica en enfermería en aquellos años y los

tratamientos relativamente simples se llevaban a

cabo con una gran atención a los detalles. La

cantidad de pacientes con enfermedades graves

y el escaso número de enfermeras, nos mantenía

tan ocupadas en la atención que requería el niño

que no teníamos tiempo para preocuparnos de

sus necesidades de jugar, compañía, estudios y

que recibiera el apoyo emocional de sus padres;

pudiera decir que por necesidad adoptábamos