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de Nutrición, implementada en parte en base a

premios obtenidos en trabajo de investigación a

los que se integraba Gladys Romero, Nutricionista,

única para todo el Servicio, pero se daba el tiempo

para realizar sus tareas propias y participar de los

proyectos que el Jefe organizaba, nos apoyamos

mutuamente para cumplir con los que nos

correspondía. En este ambiente, fue fácil lograr

un mayor grado de apertura a la presencia de

los padres en un rol afectivo con el objetivo de

mantener o recuperar el vínculo familiar en los

niños con hospitalizaciones prolongadas.

El Servicio de endocrino entrega sus camas

trasladándose al segundo piso como IDIMI,

Instituto de Investigación Materno Infantil y en

igual período

1989

se crea la Unidad de Ingreso a

cargo del doctorWaldo Castillo, como consecuencia

del cierre de las camas de hospitalización

pediátrica del Servicio de Urgencia Infantil.

En esta década, junto con desaparecer la

estructura del Servicio Nacional de Salud, para ser

reemplazada por el actual sistema, desapareció

también la estructura de enfermería y en lugar

del cargo de Enfermera Jefe, se define uno nuevo,

Coordinadora, con dependencia de la Subdirección

Médica, con funciones limitadas a la asesoría y

organización, sin facilidades para tomar decisiones

en su ámbito profesional. Lo mismo ocurre con las

Enfermeras Supervisoras de los servicios clínicos,

ya que las tareas y facultades propias se radicaron

en el Jefe de Servicio, que no tenía competencia

en nuestro ámbito. Solo en

1994

al constituirse

la Organización Funcional de Enfermería, recuperó

un poco de terreno.

Esto no nos ha limitado, y nos hemos subido al

carro pediátrico que ha tenido cambios profundos

desde los años

90

al variar las necesidades de

nuestra sociedad, junto a los avances médicos

y tecnológicos, a las medidas en salud y a una

mayor educación de nuestros usuarios, que han

dado lugar a que se reduzcan las enfermedades

infecciosas en frecuencia y gravedad de modo

que nuestros niños requieren menor tiempo de

hospitalización por enfermedades transmisibles,

se corta el período de aislamiento y las estadías

prolongadas por patologías agudas, y sus lugares

son ocupados por niños a los que las técnicas

nuevas ofrecen alivio en sus enfermedades

crónicas y para aquellos que requieren estudios

diagnósticos más complicados.

Los años

90

, fue un período de definiciones

decisivas en el Servicio de Pediatría. Uno de

los grandes logros de esta época fue ganar

espacio en el octavo piso al trasladarse medicina

adulto al sexto piso, esto nos permitió eliminar

el hacinamiento, dar una mejor respuesta a las

solicitudes de hospitalización y a las normativas

de infección intrahospitalaria en la prevención

de infecciones cruzadas. Una planta física mayor

facilitó también el retorno de las alumnas de

enfermería y con ello la docencia que nos ayuda

en nuestro crecimiento profesional.

Nos hemos caracterizado siempre por nuestra

naturaleza dinámica y evolutiva que impacta

sobre los cuidados pediátricos y que ha

permitido cambios en el proceder con los niños

hospitalizados. Se logran grandes progresos en

la comprensión de los trastornos emocionales

derivados de la enfermedad y la hospitalización y

de la ansiedad de los padres que requiere tanta

atención como el hijo, la que puede disminuirse o

eliminarse al hacerlo miembros activos del equipo

de salud.

En el año

1988

integramos a la madre

en calidad de acompañante,

como resultado de

una necesidad imperiosa de preparar al niño