

Están indicados entonces la incisión y
drenaje del absceso en el momento que es
identificado, siendo el sitio de la extracción
dentaria la primera ruta de drenaje indicada.
Sin embargo la propia manipulación quirúrgica,
si es realizada prematuramente pudiese
diseminar una infección localizada hacia
los espacios circundantes, y eventualmente
hacia la órbita
(11)
. Deben ser monitoreados
los signos vitales, y realizados estudios
de laboratorio que incluyan recuento
leucocitario y cultivos de sangre utilizando
las técnicas anaerobias de toma de muestra
apropiadas
(12)
. La evaluación oftalmológica
debe incluir pruebas de agudeza visual,
oftalmoscopía, potencial visual evocado y
exoftalmometría. Y debe ser administrada
antibioterapia de amplio espectro.
(6)
Los mecanismos de pérdida visual debido a
un absceso subperiostico orbitario merecen
una particular atención por sus implicaciones
terapeúticas. Las causas pueden ser neuritis
óptica séptica, lesiones embólicas o trombóticas
en el suplemento vascular del nervio óptico,
retina o coroides
(13-14)
. Sin embargo la elevación
rápida y sostenida de la presión intraorbitaria
es la que juega el rol de mayor relevancia
y es potencialmente reversible si se trata
precozmente. En estos casos la isquemia
es producida por la disminución neta de
la presión de perfusión, que acompaña a
la elevación de la presión intraocular, es
decir la presión de la arteria orbitaria cae
y la presión venosa aumenta provocando
finalmente la muerte del tejido.
(15)
El curso natural de los abscesos subperiosticos
orbitarios pueden oscurecer la interpretación
de los hallazgos clínicos, a pesar de que la
colección purulenta puede dirigirse hacia
adelante y drenar espontáneamente a través
de la piel del párpado hacia el ángulo medio
cantal, también puede extenderse a la región
posterior hacia el espacio subperiostico,
produciendo un síndrome del Vértice
orbitario, que particularmente en este caso
fue esta la complicación que se produjo;
con los signos característicos que incluyen
parálisis de los nervios oculomotores III,IV
y VI, blefaroptosis, midriasis , parálisis de la
acomodación, trastornos de la sensibilidad
con reflejo corneal abolido y anestesia del
territorio del V par; todo esto conjuntamente
con exoftalmos y alteración del Nervio Óptico
con la consecuente atrofia óptica.
(16)
CONCLUSIÓN
En la práctica médica habitual, no es frecuente
que ocurran casos como el descrito, tal como
lo evidencia la literatura hay pocos pacientes
reportados con la presencia de atrofia óptica
tras la extracción de un molar inferior. El
paciente se complicó con la presencia de
infección polimicrobiana que se diseminó a
través de los espacios anatómicos, facies y
circulación venosa tal como se describió en el
presente estudio; dando lugar a la formación
de diferentes abscesos: uno cervical, que
comenzó en región submaxilar derecha y se
extendió a través del espacio parafaríngeo
hasta por debajo del hueso hioides, otra
colección en espacio masticador con gas
en su espesor, absceso de fosa temporal y
por último una colección retro ocular con
burbuja de gas a nivel de la grasa intra y
extraconal con exoftalmos, provocando
finalmente un síndrome del vértice orbitario
y en consecuencia la atrofia óptica.
Del análisis del caso finalmente se puede
concluir que es fundamental el tratamiento
oportuno y agresivo para detener la
diseminación de una infección desde las
estructuras adyacentes hacia la órbita. La
Anales Oftalmológicos
Tomo V Vol. IV N˚2 2008 Santiago - Chile