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Editorial
cuanto al real corte entre normal y patológico en cada individuo, desconociéndose el margen
de tolerancia que este límite pudiese tener, así como las fluctuaciones de la tensión a lo largo
del ritmo circadiano. Esto ha llevado a un abanico de diagnósticos que incluyen el glaucoma
de tensión baja, las tensiones sospechosas, la hipertensión ocular, y el glaucoma.
Las consecuencias éticas de un programa de tamizaje pueden ser severas. Si pasan desapercibidos
los falso negativos, se puede tener la situación que el individuo sufre daño glaucomatoso
irreversible que no se detecta porque se le catalogó de sano. A la inversa, el individuo que es
diagnosticado erróneamente como positivo, el falso positivo, puede recibir una terapia que a
largo plazo podrá ocasionar costos y problemas.
La oftalmoscopía de rutina, practicada sin dilatación pupilar, ha de considerarse como un
tamizaje realizado por el oftalmólogo o por el médico general que ha tomado a su cargo una
población, en el marco de la atención médica de rutina, y cuya importancia es tanto médica
como ética. Médica por cuanto tiene por objetivo específico detectar enfermedades clínicamente
silenciosas o en etapas asintomáticas, y ética en la medida que de este modo se incrementa el
cuidado de las personas y su accesibilidad a tratamientos oportunos.
Lo anterior significa que desde el punto de vista ético-médico el examen rutinario de fondo
de ojo ha de ser eficaz, oportuno y lo más universal posible, es decir, todas las personas en
independencia de su ubicación geográfica o social, deberían tener la misma opción de hacer
uso de este examen. Es el mandato de ecuanimidad el que confirma la conveniencia que el
fondo de ojo sea practicado también por no oftalmólogos, a fin de aumentar la cobertura
poblacional. El mandato de accesibilidad, por su parte, enfatiza la necesidad de pesquisar
personas enfermas que por algún motivo aún no han sido integradas al sistema de atención
médica: individuos que no han acudido a examen o control médico por falta de oportunidad
o porque no se saben hipertensos y/o diabéticos. Pudiendo haber llegado a la etapa de daños
retinales de origen diabético, estas personas serán pesquisadas en una oftalmoscopía de rutina
y puestas en tratamiento médico.
La confiabilidad requerida a un examen de tamizaje se obtiene desarrollando la habilidad de ver
el fondo de ojo, en lo posible sin necesidad de dilatación pupilar a menos que el paciente o el
examen preliminar sugieran la probabilidad que habrá patología retinal. En esos casos, además
de tratar la patología de fondo, la habilidad incluye la capacidad de reconocer las lesiones y
derivar al paciente al oftalmólogo para la evaluación y eventual tratamiento.
El severo pronóstico de las complicaciones retinales de enfermedades sistémicas, ante todo de la
retinopatía diabética, justifican tomar todas las medidas del caso para pesquisar las alteraciones
en la etapa más precoz posible, por cuanto se trata de lesiones irreversibles cuya progresión
ha de ser evitada. Por esta misma razón se cumple la 4ª condición que éticamente justifican
los esfuerzos de tamizaje, en el sentido que la pesquisa de estos pacientes permite integrarlos
a tratamientos tanto sistémicos como oftalmológicos eficaces.
Profesor Dr. Miguel Kottow Lang
Profesor Titular
Universidad de Chile