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lo intentan, presentan un trastorno mental asociado, especialmente trastornos del ánimo, abuso
de sustancias, consumo nocivo de alcohol, trastornos de personalidad (especialmente borderline)
y los pacientes con antecedentes de conducta suicida previa.
Otras conductas de riesgo asociadas a conducta suicida son:
actividad sexual precoz, parejas
múltiples, escaso compromiso con el sistema escolar, múltiples peleas y uso de armas de fuego.
2. Factores familiares de riesgo
En estas familias existe falta de empatía, escaso compromiso y dificultades crónicas de funcio-
namiento de sus subsistemas, siendo el subsistema parental y conyugal rígido y con incapacidad
para adaptarse a los cambios del adolescente. El subsistema fraterno no es solidario sino de re-
chazo o muy individualista. Suelen existir además, inconsistencia en normas y límites, dificultades
en la resolución de conflictos y pueden existir miembros con trastornos psiquiátricos, alcoholismo
y drogadicción.
3. Factores sociales de riesgo
Los medios de información juegan un rol fundamental en la multiplicación de la conducta sui-
cida. La sola difusión pública de actos suicidas aumenta significativamente el número de intentos
similares al corto plazo, especialmente en los jóvenes, especialmente si plantean el suicidio como
exitoso, lo glorifican o sensacionalizan.
En relación a los
métodos
, los varones tienden a preferir los denominados “métodos duros”,
como son las armas de fuegos, el ahorcamiento o el salto al vacío. Las mujeres utilizan con mayor
frecuencia la intoxicación. La frecuencia de uso de los métodos difiere significativamente de un
país a otro, probablemente por las diferencias en la disponibilidad según la legislación (Ej. ley de
control de armas, control de prescripción de fármacos).
Así como existen factores de riesgo existen también
factores protectores
como la ausencia
de psicopatología psiquiátrica, bajos niveles de agresividad e impulsividad, mecanismos psicoló-
gicos eficientes y familias apoyadoras y contenedoras.
Como sucesos
desencadenantes
del intento suicida generalmente se describen: conflictos y
peleas con los padres, con pareja o con amigos, entrega de notas escolares, episodios de violencia
o abuso sexual, conflictos con la justicia y problemas de disciplina.
Si bien el objetivo primordial del intento de suicidio es terminar con la vida, existen otros, como
resolver problemas, evitar situaciones adversas, modificar la situación familiar, llamar la atención
o castigar o asustar a otras personas.
Intervención aguda
Evaluar el riesgo suicida es un reto para el médico debiendo considerarse la presencia de
factores de riesgo y de factores protectores.
Recordar tomar en serio TODA conversación sobre suicidio y que preguntar sobre suicidio NO
pone esta idea dentro de la cabeza de otro.
Buscar elementos que confieren alta peligrosidad a un intento suicida: pensamiento repetitivo
y persistente de muerte de larga data, plan altamente elaborado y bien preparado (consiguió arma
o cuerda, ha comprado o juntado medicamentos), precauciones para no ser ayudado con ausencia
de medidas de escape, presencia de patología psiquiátrica grave con asociación de otros factores
de riesgo, utilizar método de alta letalidad (arma de fuego, colgarse, tirarse al vacío), severidad
de la ideación con ideación persistente posintento, decepción por seguir vivo sin arrepentimiento,
grave compromiso físico.
Manejo de una urgencia suicida. Intervención en crisis
Cuando la urgencia suicida se presenta como suicidio frustrado, en primer lugar, se atenderá
la condición somática y una vez superado el riesgo vital, se procederá a la evaluación.