

Neumol Pediatr 2015; 10 (3): 118 - 123
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Neumonía por bacterias atípicas: mycoplasma y chlamydia pneumoniae
gran heterogeneidad entre los trabajos, con imposibilidad de
corregir por test diagnóstico realizado, coinfección o tiempo
de intervención, por lo que también concluye que la evidencia
actual es insuficiente (16). Dado la evidencia mencionada, sigue
siendo tema en discusión, quedando sujeto al criterio médico el
hecho de tratar o no hacerlo. En relación a esto creemos que una
conducta adecuada sería considerar la gravedad y compromiso
clínico del paciente para tomar una conducta. Es decir, aquel
paciente que cursa con neumonía que requiere hospitalización,
que presenta evolución prolongada (> 14 días), o que se
asocia a compromiso extrapulmonar debería recibir tratamiento
antibiótico; por otro lado, un paciente que presenta síntomas
leves, que no tiene enfermedad de base y cuya evolución
clínica es benigna, podría recibir tratamiento sintomático bajo
un seguimiento clínico cercano, dada la posibilidad de que se
trate de un episodio auto limitado. De cualquier modo, ninguna
recomendación reemplaza el criterio médico, que en cada
situación debe considerar factores del paciente, del entorno
epidemiológico y del tratamiento.
CHLAMYDIA PNEUMONIAE
Las
Chlamydias
son bacterias intracelulares, gram
negativas, que contienen ADN y ARN ribosomal. Tienen un ciclo
vital prolongado, de desarrollo en 2 fases: uno extracelular
infeccioso y uno replicativo intracelular, que se comportan
como repetidos ciclos de replicación binaria y diferenciación
secundaria (17, 18). Codifican para una proteina estructural
cuya síntesis es muy similar a la del peptidoglicano, incluyendo
las proteínas de unión a penicilina (PBP). Esto explica la
paradoja del peptidoglicano
chlamydial
, que la hace susceptible
a betalactámicos.
La infección respiratoria por
Chlamydia pneumoniae
afecta a todas las edades y es de amplia distribución geográfica.
Se trasmite y propaga por aerosol, sobretodo en núcleos
cerrados. Las
Chlamydias
tienen la capacidad de sobrevivir en
superficies por hasta 30 horas. Los reportes de incidencia son
variables, asignándole la etiología de neumonía adquirida en la
comunidad entre el 0 y 44% de los casos. Se ha descrito portación
asintomática en el 2 a 5% de la población (4). Generalmente la
infección por
Chlamydia pneumoniae
es poco sintomática y se
confunde clínicamente con un resfrío común. Frecuentemente se
presenta en coinfección con algún virus o Mycoplasma, quedando
cubierta sus manifestaciones clínicas por las del coinfectante.
En un porcentaje menor los niños infectados pueden presentar
síntomas atribuibles a traqueobronquitis catarral y solo la
minoría de los niños van a presentar síntomas por neumonía.
En relación a las pruebas diagnósticas no existe
estandarización de una sola técnica. El cultivo se utiliza
como estándar de oro, tomado de nasofaringe. En cuanto a la
serología, la técnica más utilizada y de elección es el factor
inhibitorio de macrófafos (MIF) que mide Inmunoglobulina (Ig)
M e IgG; la IgM aparece entre las 2 a 3 semanas, pero puede
demorar hasta 6 semanas, la IgG aparece a las 8 semanas. Se
ha establecido en forma estándar puntos de corte de IgM > 1:16
o IgG elevada sobre 4 veces su valor basal, sin embargo, existe
gran heterogeneidad entre los laboratorios.
La PCR es una técnica cada vez más disponible;
aun cuando los resultados son preliminares y la técnica no se
ha estandarizado, parece ser que esta herramienta, de buena
sensibilidad y especificidad, podría cambiar la práctica clínica
por la rapidez en su disponibilidad (19)
En relación al tratamiento, a pesar de que existe
susceptibilidad a betalactámicos, la mejor respuesta se logra
usando agentes que actúan en la síntesis de proteínas como
los macrólidos. De elección sería azitromicina, con lo que se
erradica hasta el 80% del microorganismo (4). No existen
estudios comparativos en relación a la efectividad del tratamiento
antibiótico versus tratamiento sintomático; sin embargo, dado de
que generalmente se trata episodios asintomáticos o levemente
sintomáticos, la mayoría no llegará a plantear el dilema; por
otra parte, si el cuadro clínico se manifiesta con síntomas de
magnitud significativa, nuestra recomendación sería realizar
el tratamiento ya sea bajo la sospecha de una infección o con
diagnóstico confirmado por
Chlamydia pneumoniae
.
CONCLUSIONES
La infección por agentes atípicos sigue siendo tema
de discusión en la actualidad. Si bien el término de “Neumonía
atípica” ha perdido sentido al conocer la importancia en
frecuencia de esta infección, la dificultad en el diagnóstico
diferencial a través de la clínica, al menos en nuestro medio,
lo hace todavía vigente. Está pendiente resolver cuál es la
técnica de laboratorio más idónea para el diagnóstico y la real
efectividad del tratamiento antibacteriano. En esta enfermedad,
las habilidades médicas y el juicio clínico racional en la toma de
decisiones son de mucho valor en virtud de los conocimientos
existentes.
En la Figura 2 se propone un algoritmo para el
enfrentamiento diagnóstico y terapéutico de la infección por
estos agentes.
Los autores declaran no presentar conflicto de interés.