Boletín HCSBA

optimizaran su trabajo, ejecutándolo de la manera más eficiente y siempre con excelencia. Era necesario comprender cabalmente que, a pesar de tener que realizar actividades fuera de las habituales y de temer por nuestra salud y la de todos los que nos rodeaban, era más importante que nunca mantener la unión y vencer el miedo, reconociéndolo como una emoción normal que no dejaríamos que nos dominara. En lo laboral, la redistribución de funciones y la falta de experiencia en algunas de ellas, la capacitación necesaria, los cambios organizacionales no imaginados, la mayor carga de trabajo, las nuevas rotaciones, los muchos protocolos, la falta de descanso reponedor, eran los principales desafíos. En lo personal, la preocupación por la familia, el aislamiento social, la escasa posibilidad de desconectarse, la falta de horarios, las rutinas de cuidado, eran complicaciones para cada uno de nosotros. En mi rol de encargada de conducir al grupo pediátrico, eran retos adicionales la manera de resguardar a todos del desgaste emocional y físico, ¿Cómo apoyar y contener a cada miembro del equipo?, la toma de múltiples y variadas decisiones, la capacidad de adaptarse a la ruptura de lo habitual, la transmisión adecuada y oportuna de tanta información y la incertidumbre. Había situaciones trágicas que no era posible planificar, pero si era factible proteger a los funcionarios y por eso, muy precozmente, se determinó que los equipos de turno eran indispensables, por lo que los residentes solo realizarían sus turnos semanales, liberándose de otras funciones. El resto del personal de guardia, enfermería y técnicos, se organizaron en períodos de 24 horas para permitir así minimizar la exposición. Los funcionarios de día se turnaron semanalmente, de manera de asistir al hospital solo el número indispensable de ellos, de acuerdo al número de pacientes. Los pediatras en cada una de las subespecialidades comenzaron de manera espontánea a contactar telefónicamente a sus pacientes conocidos, luego a organizar el despacho de recetas, crear la opción de responder consultas por correo o por llamadas. Se instaló el teletrabajo o trabajo remoto, el tiempo no presencial era la oportunidad de hacer aquellas labores no directamente asistenciales para las que siempre nos quejamos de no tener tiempo. La consulta pediátrica y la hospitalización se mantuvieron en cifras muy bajas, la “campaña de invierno” por primera vez, no se inició nunca. Ante la inminente necesidad de atender pacientes pediátricos que requirieran cuidados intensivos, nos capacitamos todos, de los diferentes estamentos, de distintas antigüedades, de diversos cargos. Eso permitió complejizar cuatro camas de nuestro Intermedio. Aparecía la opción de concentrar la hospitalización de niños en los tres grandes hospitales pediátricos de Santiago, es decir que nuestro hospital solo atendiera pacientes adultos. En acuerdo con el equipo directivo del hospital y ante el importante número de pacientes NANEAS (niños y adolescentes con necesidades especiales de atención en salud) de alta complejidad que se controlan en nuestro servicio o que se encuentran en hospitalización domiciliaria, se decidió mantener habilitadas 38 camas pediátricas, incluida la unidad de intermedio con capacidad de complejización a intensivo. 4 marzo 2021. Volumen 20 - N ° 79

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