Boletín HCSBA

Precozmente, miembros de nuestro grupo de enfermería, fueron asignados(as) a desempeñarse en atención clínica de adultos de condición crítica y por su reconocido trabajo estricto y de excelencia, a ayudar en distintos procesos que contribuyeron a optimizar la calidad de la atención en dichos servicios. Y llegó el momento de convertir parte del octavo piso pediátrico para la atención de adultos. Primero, ceder por completo nuestro sector de oncología para pacientes hemato-oncológicos del Servicio de Medicina que debían entregar su espacio para aumentar la reconversión a camas críticas. Luego habilitar 12 camas que serían atendidas por los pediatras. En estrecha colaboración con el grupo de Medicina Interna, encabezado por sus jefaturas y con la confianza de nuestros superiores puesta en este equipo pediátrico, se habilitó el ala suroriente completa, para pacientes COVID- 19 y no COVID, que ya habían pasado su período más grave y que requerían fuerte apoyo para su recuperación. Se atendió así durante 79 días a 48 pacientes adultos con distintas necesidades. Cada uno hizo su mejor esfuerzo. Pediatras de sala y de las subespecialidades armaron cuadrillas muy bien organizadas que aseguraban la atención de los pacientes adultos de lunes a sábado, de 08:00 a 18:00 horas, para optimizar el tiempo del residente de medicina interna destinado a este sector. Con los médicos artículo 44 , se creó un doble refuerzo a los residentes pediátricos, uno para la atención de los niños y el otro para el sector con adultos. Cada tarde era una incertidumbre esperar los traslados y optimizar la atención clínica. Toda esta atención de pacientes adultos estaba liderada por nuestros becados de primer año y algunos de segundo año, que se convirtieron en nuestros mejores profesores y tutores. Hubo momentos profundamente emotivos al atender a compañeros de trabajo, ancianos, adultos con trágicas historias de vida, seres humanos abandonados por sus familias, mujeres y hombres que habían perdido a algún familiar y para quienes debíamos generar el espacio y ambiente adecuado para dar tan triste noticia intentando dignificar esa muerte. Simultáneamente, era fundamental estar conscientes que los pocos niños que se hospitalizaban eran de cuidado, por la complejidad diagnóstica y por la gravedad. Aparece el PIMS (Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico), como desafío diagnóstico y terapéutico para los pediatras. En cada niño hospitalizado, se presentaba la dificultad de no poder ser acompañado por sus padres o de poder hacerlo por tiempo muy limitado, contra todas nuestras convicciones de que los padres deben estar día y noche acompañando al pequeño enfermo. Una vez más, cada uno puso su mejor voluntad para llamar a una madre afligida en su casa, para hacer realidad una videollamada, para transmitir un mensaje, para compartir internet y que el menor pudiera disfrutar de una película. Como para hacer reaparecer cada cierto tiempo el temor que intentábamos sublimar con tantas diversas emociones, la enfermedad por SARS-CoV- 2 de miembros de nuestros equipos, la muerte de familiares de funcionarios cercanos y en especial del Dr. Ricardo Tobar H., broncopulmonar de nuestro hospital, impactó profundamente, reafirmando nuestra vulnerabilidad. La sensación de soledad estuvo permanentemente y se presentaba de múltiples formas. Nuestros 5 marzo 2021. Volumen 20 - N ° 79

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