Boletín HCSBA

22 diciembre 2021. Volumen 20 - N°81 realizado por Marcela Larraguibel et al , donde se plantea que en los niños y niñas los procesos de afrontamiento al estrés se encuentran en desarrollo y dependen en parte de las habilidades parentales, el estrés en los cuidadores, las rutinas, las interacciones sociales y el juego. En esta investigación se incluyó a apoderados de 4772 estudiantes desde prekínder hasta 4° básico de 46 establecimientos de educación pública pertenecientes a 3 comunas vulnerables de la RM. Se realizó un cuestionario en línea, donde se les preguntó a los apoderados por la frecuencia de 15 síntomas en una escala de 3 puntos (no pasaba/ no ha pasado; algunas veces; muchas veces). Los resultados fueron contundentes, se objetivó que la pandemia aumentó significativamente todos los síntomas evaluados. El 20,6% de los estudiantes evolucionaron de no presentar síntomas a tener al menos uno. Los síntomas que más aumentaron fueron “Estar triste”, “Falta de ganas, incluso para hacer actividades que le gustan” y “Cambios en el apetito (comer más o tener menos hambre)”. Maltrato La pandemia por COVID-19 puede haber creado condiciones ideales para potenciar un aumento en la experiencia de abuso y negligencia en los NNA. Sin embargo, este aumento de casos de abuso será difícil de calcular, debido a la caída en los mecanismos oficiales para rastrear su incidencia (profesores en el colegio, personal de salud en controles habituales, otros integrantes de la familia, grupos de encuentro religiosos, entre otros). A pesar de los obstáculos mencionados para establecer la incidencia del maltrato, investigadores recurren al autoinforme de los padres para estimar el riesgo de maltrato (crianza abusiva). La vigilancia poblacional del maltrato en EE. UU. estimó que los padres desempleados tenían 4 veces más probabilidades de descuidar a sus hijos y 2 veces más de abusar físicamente de ellos. Rodríguez et al describe dentro de los factores de riesgo el desempleo, pobreza e inseguridad alimentaria, dificultades financieras que podrían comprometer la salud mental de los padres, aislamiento social, ausencia de otras figuras protectoras de la infancia y la caída considerable de los informes sociales oficiales (realizados en período pre pandemia por equipo de trabajo social). Es por ello que diseñan este estudio transversal, donde incluyen 405 padres, quienes informaron un aumento de los conflictos físicos y verbales, también se pudo visualizar negligencia que se asociaron con la percepción de estrés y soledad. Un 20.3% de los padres indicó un mayor uso de la disciplina, el 5.3% informó que dio más nalgadas o golpes de lo habitual, un 24.9% indicó gritar/gritar más, 30.7% indicó tener más conflictos con sus hijos, 4.9% indicó que tenía que dejar más a sus hijos solos, 12.6% indicó que usaba palabras duras con sus hijos con más frecuencia, 26.7% indicó que se había involucrado en negligencia emocional. Las preocupaciones financieras duplicaron las probabilidades de agresión verbal. Las preocupaciones se asociaron con un aumento del 178% en las probabilidades de más conflictos y un aumento del 148% en las probabilidades de golpear a sus hijos con más frecuencia.

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