Boletín HCSBA

Recurrent Abdominal Pain. The American Journal of Medicine. 2013; 126 (1): 7-8). Hace algunos años, me tocó participar como jefe de servicio, en la atención de un niño de 9 años con dolor abdominal en la zona de epigastrio e hipocondrio derecho. Había tenido algunas consultas ambulatorias hasta que finalmente se decide su hospitalización. Los cirujanos descartaron abdomen agudo quirúrgico y no había un diagnóstico claro, incluso se planteó la necesidad de evaluación psiquiátrica. Sin embargo, transcurridos algunos días de hospitalización, los radiólogos informaron que les llamaba la atención la imagen radiológica del duodeno, por lo cual se optó por una tomografía axial computarizada de abdomen (TAC), la cual informó de un hematoma en la 2ª y 3ª porción de duodeno. Sorprendido el equipo médico revisó los antecedentes clínicos. Se obtuvo la información que los padres vivían en el altillo de un consultorio del Servicio Central de Salud, que el padre era un experto en karate y que en una jugarreta le habría dado un golpe de karate en la región toraco-abdominal a su hijo. Reconstituida la historia clínica, era evidente que la causa del dolor abdominal era un severo traumatismo con hematoma en duodeno. Transcurridos algunos días de observación y evaluada la función pancreática, el niño pudo irse de alta. Por razones que no he podido comprender, los viernes en la tarde era frecuente que llegara a la consulta alguna madre con su hijo con dolor agudo del abdomen. En varias oportunidades la evaluación y ecografía concluían en una apendicitis aguda, de tal modo que los viernes estaba alerta por si llegaba un paciente con apendicitis aguda. En el último caso de pancreatitis que me tocó asistir hace 4 años, el médico de turno de una clínica privada le dijo a la madre por un dolor abdominal que presentaba su hija Antonella de 14 años "Sra., no insista, las molestias de su hija Antonella son por un choripán que se comió", el choripán terminó en una pancreatitis aguda autoinmune, actualmente en control y que además ha desarrollado una enfermedad celíaca. Hemos insistido que los grandes olvidados en Pediatría eran el páncreas, la columna vertebral y el pliegue posterior del codo. Este último debido a un error en un caso de escarlatina, sin poder precisar su foco de origen. Su padre, colega y amigo de infancia, me llamó y me dijo "Francisco, he revisado de nuevo a mi niño y le he encontrado una lesión infectada en la parte posterior del codo". En adelante, ya sea por sospecha de psoriasis o alguna otra patología, no se me ha olvidado la lección. 12 diciembre 2021. Volumen 20 - N°81

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