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quismo si el paciente es adicto y quiere dejar de

fumar.

Respecto a la consejería, esta debe implemen-

tarse desde el momento en que el paciente es hos-

pitalizado, preguntando por el consumo de tabaco,

aconsejando sobre su abandono y los beneficios

de que esto conlleva. Mientras más profesiona-

les estén involucrados en dar consejo (médicos,

enfermeras, kinesiólogos, auxiliares, otros), se ha

demostrado que éste es más efectivo. Así también,

el nivel de intensidad de la consejería lleva a me-

jores resultados. En la revisión de Rigotti y cols.,

en Cochrane, una intervención hospitalaria de más

de 15 min asociada a un seguimiento al alta mas

allá del primer mes, fue el más eficiente

6

.

Respecto a la terapia farmacológica, se acepta

el uso de terapia de reemplazo nicotínico (TRN),

el uso de bupropión y vareniclina.

Si bien estos tres fármacos son aceptados como

alternativas terapéuticas, en el paciente hospitali-

zado por un infarto agudo al miocardio, no queda

clara la efectividad de bupropión, por lo que no

está recomendado su uso en este escenario

4,8

.

En cuanto a TRN, si bien no hay estudios

randomizados controlados, se recomienda su uso

desde que se ha estabilizado al paciente (hemodi-

namia estable, ausencia de arritmias graves). Se

puede usar en parches, chicles o spray bucal. Su

uso ha demostrado ser seguro

4,6,7

.

Recientemente el estudio EVITA

5

evaluó el

uso de vareniclina en paciente fumadores hospi-

talizados por síndrome coronario agudo. El estu-

dio mostró una tasa significativamente mayor de

abandono del tabaco a los 6 meses post infarto en

el grupo con vareniclina en relación con placebo

(47%

vs

32%), sin diferencias en complicaciones

cardiovasculares.

El abandono del tabaco debe ser una prioridad

para la prevención primaria y secundaria de la

enfermedad coronaria y el tabaquismo debe ser

tratado de la misma forma que otros factores de

riesgo importantes como diabetes, hipertensión

y dislipidemia.

La cesación del tabaquismo

implica una mayor reducción de la mortalidad

por enfermedad cardiovascular que cualquier

otra intervención de prevención secundaria

incluyendo el uso de β-bloqueadores, inhibi-

dores de la enzima convertidora de angioten-

sina, estatinas o aspirina. Y, por último, los

beneficios de los fármacos antihipertensivos o

hipolipemiantes se reducen significativamente

en los pacientes que no dejan de fumar

1

.

Como conclusión es importante señalar que

lograr la cesación del consumo de tabaco poste-

rior a un síndrome coronario agudo, como ya se

ha mencionado, es la medida más efectiva para

prevenir un nuevo evento futuro. Para conseguir

esta meta, se deben considerar todas las medidas

terapéuticas, farmacológicas y no farmacológicas

antes mencionadas. Estas deben iniciarse lo más

tempranamente posible durante la hospitaliza-

ción, debe involucrar a todo el personal, médico y

de apoyo, a cargo del paciente, y debe extenderse

posterior al alta en un programa de rehabilitación

cardíaca con duración no menor a un mes poste-

rior al evento.

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Correspondencia a:

Dr. Mauricio Fernández R.

Email: romagnoli.fernandez.

m@g

mail.com

Tabaquismo e Infarto agudo al Miocardio

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