NEUMOLOGÍA PEDIÁTRICA

C o n t e n i d o d i s p o n i b l e e n h t t p : / / www. n e umo l o g i a - p e d i a t r i c a . cl 182 Hidatidosis pulmonar en el niño: Presentación un caso clínico residente en Marruecos Neumol Pediatr 2019; 14 (3): 180 - 183 edades más tempranas que la forma hepática pura, a causa de la mayor distensibilidad del parénquima pulmonar [3]. La coexistencia de enfermedad pulmonar y hepática está presente solo en 6% de los casos [4]. Los quistes pulmonares generalmente asintomáticos, se suelen descubrir durante una exploración radiológica. Se manifiestan clínicamente cuando tienen en la mayoría de los casos 5-6 cm de diámetro o se complican. La rotura del quiste hidatídico (QH) es la complicación más temida y la más frecuente, se describe en el 49%-88,4% de los casos en distintas series [3,5]. Puede suceder durante la evolución o tras eventos tales como traumatismos, infecciones o manipulaciones quirúrgicas. La ruptura al interior de un bronquio puede provocar hemoptisis, expectoración de fluidos con contenido quístico (signo patognomónico de la ruptura quística). Ocasionalmente la ruptura puede causar reacción anafiláctica y neumonía. El diagnóstico de la enfermedad se basa en datos epidemiológicos, manifestaciones clínicas y fundamentalmente métodos complementarios por imágenes y serología. El diagnóstico de certeza solo puede hacerse por la visualización macroscópica del quiste en el acto quirúrgico o de estructuras quísticas observadas microscópicamente. La radiografía de tórax es el método más simple y útil en el diagnóstico, mostrando diferentes signos radiológicos según el estadio del quiste. La mayoría de los enfermos presentan un solo quiste y es más frecuente en el lóbulo inferior del pulmón derecho. Cuando el quiste se comunica con la vía aérea, pueden observarse diferentes signos radiológicos [6]: Signo del pnemoquiste: cuando el aire entra entre la cutícula y la adventicia Signo del doble arco: cuando penetra aire entre la cutícula y la germinativa Signo del camalote: cuando el quiste se ha vaciado parcialmente y se observa la membrana flotando en líquido hidatídico como en nuestro caso. Signo de morquio o quiste poligonal: cuando el quiste se ha vaciado completamente y sólo quedan las membranas. La tomografía axial computada (TAC) ayuda al diagnóstico diferencial frente a otras entidades. En caso de quiste de gran tamaño o complicado, permite de definir con mayor precisión las relaciones anatómicas del quiste y las alteraciones causadas por este. La ecografía es un examen también útil para el diagnóstico de QHP, siendo de utilidad para descartar otros diagnósticos como el secuestro pulmonar, y buscar otras localizaciones abdominales frecuentes, como hepática o esplénica. Los principales diagnósticos diferenciales el QHP son el absceso pulmonar, tuberculosis y patología pulmonar congénita como el secuestro pulmonar, el quiste broncogénico o malformación adenomatoidea quística congénita. El diagnostico serológico se realiza utilizando técnicas de laboratorio para la detección de anticuerpos circulantes. Enzimoinmunoanálisis (ELISA) y Western blot actualmente se utilizan por su alta sensibilidad y especificidad. ELISA se utiliza para cribado (detección de IgG) y Western blot es la técnica de confirmación en pacientes adultos (detecta IgG, IgM e IgA). En el caso de los niños, Western blot presenta mayor utilidad para el cribado por ser más sensible en esta población [7]. La sensibilidad de serología hidatídica aumenta en el caso de quiste complicado o en caso de localización hepática asociada [4]. Las principales opciones terapéuticas son la cirugía y el tratamiento farmacológico. El tratamiento quirúrgico varía según el tipo de enfermedad. En el caso de quiste único simple no complicado, está indicado una quistectomia o periquistectomia más el capitonaje de la cavidad residual, con el objetivo de preservar el máximo de tejido pulmonar [8]. La cirugía convencional por toracotomía es la vía de abordaje de elección, en especial cuando los quistes están complicados. En la población pediátrica no es necesario realizar grandes resecciones pulmonares como neumonectomía, lobectomía o segmentectomia, pueden ser deletreas para el paciente y será cause de morbilidad en el futuro [9]. El tratamiento farmacológico de elección es el Albendazol, que es de la familia de los benzimidazólicos y es superior al tratamiento con Mebendazol, ya que se ha demostrado ser más efectivo en vitro y tener mejor biodisponibilidad. Deber ser utilizado diariamente a una dosis de 10-15mg/kg/día en dos tomas. Esta indicado en el paciente asintomático, cuando hay un quiste inferior 5cm, como profilaxis pre quirúrgica, o en caso de quistes múltiples [10]. El tiempo mínimo del tratamiento farmacológico es de tres meses. CONCLUSIÓN La presencia de hidatidosis pulmonar debe ser considerada en pacientes que presentan una opacidad redondeada, particularmente en sujetos de zonas endémicas. La presentación pulmonar es la más frecuente en niños, pudiendo ser asintomático hasta que se complica o adquiere gran tamaño. El tratamiento quirúrgico más el farmacológico con albendazol son de elección, observándose buena respuesta clínica. Conflicto de interés El autor declara no tener ningún conflicto de interés. Financiación El autor declara que no tuvo fuente de financiación para este artículo. REFERENCIAS 1. Graig PS, MacManus DP, Lightowlers MW, Chabalgoity JA, Garcia HH, Gavidia CM et al. Prevention and control of cystic echinococcosis. Lancet Infect Dis 2007;7:385- 94. 2. Oudni- M’Rad M, M’Rad S,Gorcii M,Mekki M, M. Belguith ,Harrabi I, Nouri A. Cystic echinococcosis in children in Tunisia: fertility and case distribution of hydatid cysts.

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