NEUMOLOGÍA PEDIÁTRICA

C o n t e n i d o d i s p o n i b l e e n h t t p : / / www. n e umo l o g i a - p e d i a t r i c a . cl 212 Los efectos del entrenamiento físico en niños asmaticos Neumol Pediatr 2019; 14 (4): 210 - 215 más importantes para determinar el éxito de una intervención con entrenamiento físico. Por otro lado, hay algunos estudios en la literatura que no muestran una mejora significativa en la capacidad de ejercicio (14,15) en respuesta a un programa de entrenamiento. Sin embargo, cuando se realiza un análisis individual de estos estudios, vale la pena señalar que los protocolos de entrenamiento físico utilizados presentan intensidades consideradas como bajas, en el umbral anaeróbico pero por una duración reducida, o con una descripción metodológica muy pobre (14,15). Por lo tanto, considerando la evidencia disponible en la literatura, es posible afirmar que la práctica del ejercicio físico produce efectos beneficiosos sobre el acondicionamiento aeróbico de los niños asmáticos. Sin embargo, es importante destacar que el programa de entrenamiento físico debe seguir las principales recomendaciones con respecto a la prescripción de intensidad, frecuencia y duración de la actividad. BRONCOCONSTRICCIÓN INDUCIDA POR EJERCICIO La BIE es una característica clínica importante de la hiperreactividad bronquial en el asma. Se define como una obstrucción transitoria de las vías respiratorias durante o después del ejercicio y puede evidenciarse objetivamente por una caída en el VEF1, asociada a signos y síntomas clásicos de la enfermedad (3). La práctica del ejercicio físico puede representar un factor de riesgo para desencadenar obstrucción bronquial en los asmáticos. Por lo general, los síntomas clínicos comienzan de dos a cuatro minutos después de que comienza el ejercicio, con un pico de cinco a diez minutos, y comúnmente desaparecen alrededor de 20 a 40 minutos después. En cuanto a la prevalencia, existe una gran variabilidad en la literatura, ya que datos indican que del 40 al 90% de los niños con asma pueden desarrollar la BIE (3). El mecanismo fisiopatológico aún no se comprende completamente, aunque parece estar asociado a un aumento rápido en la ventilación por minuto, que requiere una mayor tasa de transferencia de calor y vapor de agua desde las paredes de las vías respiratorias (3). Existe evidencia de que el entrenamiento físico podría prevenir o disminuir la gravedad de la BIE (9). Estudios han evaluado los efectos del entrenamiento físico sobre la BIE en niños asmáticos y han mostrado mejoras en la caída del VEF1 después del entrenamiento físico. El mecanismo preciso por el cual ocurre este efecto aún no está claro, pero se especula que la intensidad del ejercicio es un factor importante, ya que se observan mejores resultados con un entrenamiento de intensidad cerca del umbral anaeróbico (9, 16, 17). Por otro lado, un manejo clínico adecuado de la BIE es esencial en estos casos, y las guías recomiendan el uso de agonistas de ß2 de acción corta (SABA) 15 minutos antes del ejercicio (1). Sin embargo, uno de los principales factores limitantes en estos casos es la comprensión del paciente sobre el manejo de la BIE, que a menudo es inadecuada, teniendo en cuenta que solo el 22.2% de las personas con síntomas relacionados con el ejercicio informan que usan medicamentos de alivio rápido antes del ejercicio (3). Por lo tanto, considerando los estudios disponibles hasta la fecha, es posible afirmar que el ejercicio físico, cuando se ajusta a una intensidad cercana al umbral anaeróbico, puede contribuir a la reducción de la gravedad de la BIE en niños asmáticos. Además, el uso adecuado de medicamentos antes de hacer ejercicio es un factor adicional de gran impacto clínico. FUNCIÓN PULMONAR Las mediciones de la función pulmonar proporcionan una evaluación de la gravedad de la limitación del flujo de aire, su reversibilidad y variabilidad, y también contribuyen a confirmar el diagnóstico de asma. El uso de la espirometría permite documentar la gravedad de la obstrucción del flujo de aire y controlar la progresión de la enfermedad. Según las directrices internacionales, el VEF1 es uno de los parámetros clínicos más comúnmente utilizados para el diagnóstico y el seguimiento de la enfermedad (1). Los datos en la literatura (18) indican que valores más bajos de VEF1 están asociados con empeoramiento clínico, exacerbación de la enfermedad y presencia de BIE. Por otro lado, hay evidencia de que los valores de la función pulmonar en niños asmáticos están dentro o cerca de los rangos normales (19). Además, la medición del flujo espiratorio máximo (FEM) es una forma simple, pero menos precisa, de diagnosticar la limitación del flujo de aire y a menudo se usa en pacientes asmáticos. Se ha demostrado una correlación positiva entre VEF1 y FEM, lo que indica que la medición de FEM también puede ser importante en el seguimiento de estos pacientes (20). En cuanto a los efectos del ejercicio, la mayoría de los estudios disponibles han demostrado que el entrenamiento físico no tiene un impacto relevante en la función pulmonar en niños asmáticos (4, 9, 16, 21). Estos hallazgos también están de acuerdo con un estudio en adultos, lo que sugiere que los volúmenes pulmonares y la función pulmonar no parecen mejorar con la práctica regular de ejercicio (22). Sin embargo, existe evidencia de que el ejercicio puede mejorar varios otros aspectos, incluido el control de la enfermedad (23), la calidad de vida (21), la capacidad de ejercicio (4) y la BIE (9), lo que demuestra que, aunque no hay cambios significativos en la función pulmonar, el ejercicio físico todavía se recomienda como terapia adyuvante en el tratamiento de pacientes asmáticos. Esta recomendación también se ve reforzada por un estudio (24) que demuestra que el tratamiento farmacológico asociado con un programa de entrenamiento físico mejoró significativamente la función pulmonar en niños asmáticos. Teniendo en cuenta los estudios que evalúan los efectos del entrenamiento físico sobre la función pulmonar de los niños asmáticos, solo unos pocos mostraron una mejoría en VEF1 y FEM (24, 25). Los datos disponibles muestran que solo el FEM parece mejorar ligeramente después del entrenamiento físico, probablemente debido a un aumento en la fuerza muscular respiratoria (8). Esto también se ve reforzado por los hallazgos de que los cambios en FEM después del entrenamiento físico no están acompañados por cambios en VEF1. Teniendo en cuenta que muchos pacientes en el

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