Un desvío hacia la negligencia unilateral
Este trastorno, que provoca una menor atención al lado izquierdo del cuerpo, podría contar con nuevas terapias, tras un estudio sobre la ansiedad realizado por científicos de la Universidad de Kent.
Cuando el hombre toma conciencia de quién es y lo que quiere lograr en la vida es una señal inequívoca de madurez. El cómo alcanzar sus sueños es lo que posteriormente lo definirá como persona.
En este proceso es común escuchar sobre la relevancia de fijarse objetivos y perseverar en el camino que finalmente dará forma a los proyectos, algo que evidentemente es un desafío complejo. Y es que mantener un rumbo claro, sin desvíos, puede ser incluso una tarea mayor en simples actividades cotidianas, como caminar.
De acuerdo a un estudio de la Escuela de Psicología de la Universidad de Kent (Reino Unido), la ansiedad no solamente provocaría consecuencias que van desde cambios en el metabolismo hasta la aparición de distintas patologías psicológicas y psiquiátricas, sino que también podría alterar la dirección en que se camina. Según científicos de este centro formativo, cuando se experimenta ansiedad e inhibición se registra una mayor actividad en el lado derecho del cerebro, lo que conduce a que las personas que padecen este cuadro inclinen inconscientemente su andar hacia la izquierda.
Si bien, evidentemente, se trata de algo menor, imperceptible cuando no hay experimentos de por medio y sin mayores consecuencias, el gran mérito de este trabajo es que vincula por primera vez la activación de los dos hemisferios del cerebro con los cambios laterales en la trayectoria de la caminata de un individuo.
La investigación, publicada en la revista Cognition (doi: 10.1016/j.cognition.2015.11.006), se propuso establecer por qué los ansiosos muestran una tendencia a desviarse del camino que decidieron tomar. Para encontrar la respuesta, el equipo reclutó a un grupo de personas, algunas sin problemas de salud y otras con cuadros permanentes o episodios de ansiedad. Tras mostrarles un objeto en una habitación, se les pidió avanzar en esa dirección, pero con los ojos vendados. Finalizada la prueba, se pudo corroborar que las personas a las que se les había diagnosticado ansiedad, tenían una clara tendencia de modificar su rumbo hacia la izquierda, lo que indica una mayor activación del hemisferio derecho del cerebro.
“Ellos mostraron una tendencia a asignar una atención desigual a través del espacio, y esta tendencia tiene implicaciones sobre cómo las personas interactúan con su entorno. La investigación examinó las contribuciones conjuntas e independientes de dos sistemas motivacionales fundamentales, el enfoque de comportamiento y el sistema de inhibición conductual”, explicó el doctor Mario Weick, quien encabezó el estudio.
Desde la publicación en 1990 de la “Teoría de la sensibilidad al refuerzo”, propuesta por el psicólogo británico Jeffrey Alan Gray (1934 – 2004), se contemplan dos sistemas motivacionales con base biológica que son relevantes en el desarrollo potencial de la psicopatología: el sistema de aproximación o activación conductual (SAC o BAS, Behavioural Approach System), que es sensible a la recompensa; y el sistema de inhibición conductual (SIC o BIS, Behavioural Inhibition System), sensible a las señales de castigo. Diversos estudios parten de esta teoría para realizar un acercamiento a la inhibición conductual.
“Se puede concluir que los dos hemisferios del cerebro están asociados a diferentes sistemas motivacionales, donde el lado derecho sería el sistema de inhibición y el lado izquierdo el de la activación, siendo este el primer estudio que establece una relación entre activación e inhibición en el hemisferio derecho cerebral”, agregó el doctor Weick.
La investigación podría ayudar a tratar más eficazmente la negligencia unilateral. Este síndrome se caracteriza principalmente porque la persona afectada deja de atender el lado izquierdo de su cuerpo y el espacio que lo rodea. Incluso ignora la parte izquierda de los objetos que percibe. Aunque pueden seguir sintiendo estímulos en ese costado, no les prestan atención. Se acompaña de disfunciones cognitivas y de comunicación, problemas de memoria, de atención y razonamiento. Los hombres y mujeres que sufren de este “abandono” se pueden beneficiar mediante el diseño de terapias personalizadas para reducir la ansiedad.
Es importante destacar que sentir ansiedad, miedo y estrés es considerado completamente normal en la vida de cada individuo, siempre y cuando sea ocasional y temporal. Sin embargo, cuando estas reacciones emocionales agudas se vuelven más frecuentes o crónicas, pueden llegar a interferir significativamente con actividades cotidianas, como trabajar, ir a la escuela o relacionarse con otras personas, lo que se convierte en un factor de riesgo para desarrollar depresión o demencia.
En un trabajo publicado en la revista Current Opinion in Psychiatry (doi: 10.1097/YCO.0000000000000223) científicos del Instituto de Investigación Rotman, de la Universidad de Toronto (Canadá), examinaron áreas del cerebro humano y animal afectadas por la ansiedad crónica, el miedo y el estrés. Los autores del estudio llegaron a la conclusión de que existe una amplia superposición de los neurocircuitos del cerebro en los tres estados antes mencionados, lo que favorece la aparición de trastornos neuropsiquiátricos como la depresión o la enfermedad de Alzheimer.
El estrés crónico ocurre como consecuencia de la activación prolongada de la respuesta al estrés fisiológico, lo que puede causar serias alteraciones en los sistemas inmunológico y cardiovascular, además de conducir a la atrofia del hipocampo del cerebro, crucial para la memoria a largo plazo y la navegación espacial.
Por Óscar Ferrari Gutiérrez
