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09 Julio 2018

Tareas pendientes en medicina digital

La adopción de las TIC en el sector de la salud crece de manera desigual en el mundo, sobre todo en países de América Latina y el Caribe, donde su acceso está estrechamente ligado a la capacidad para aplicarlas.

En las dos últimas décadas se ha producido a nivel global, y también en el mundo sanitario, una auténtica explosión de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), que han facilitado la oportunidad de acción y selección de los individuos.

Gracias a este creciente auge, el paciente es más activo, informado y comprometido: crea conocimiento e intercambia sus inquietudes sanitarias con su especialista, configurando nuevos modelos y escenarios para el uso e implementación de estas herramientas. 

Estas tecnologías ofrecen un amplio número de posibilidades orientadas a mejorar la calidad de vida y el bienestar general de la comunidad, fomentando la conexión y comunicación interactiva con el objetivo de disminuir inequidades en el acceso a los servicios.

Para el uso de las TIC es necesario, además de infraestructura adecuada, el conocimiento y manejo de su funcionamiento. En ese sentido, esta revolución ha generado una brecha digital, que ha dado lugar a la separación de los países entre quienes tienen acceso o no o que, aun teniéndolo, no consiguen hacer un uso de calidad de las mismas.

Esta división viene dada por la falta de recursos materiales y económicos; y, al mismo tiempo, por la insuficiente alfabetización digital, la escasa apropiación tecnológica y el limitado empoderamiento de la comunidad.

La alfabetización digital o multimedia se relaciona con las competencias necesarias para localizar, entender y analizar de forma adecuada la información a través de las tecnologías digitales. Es decir, las destrezas instrumentales y cognitivo-intelectuales básicas para poder utilizar e incluir estos conocimientos en la vida cotidiana que para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) es “una de las medidas prioritarias para reducir la brecha digital”.

Quienes nacieron a partir de los 90’ se desenvuelven con mayor facilidad: crecieron junto a la innovación tecnológica y se fueron adaptando a sus constantes cambios y funcionalidades, pero no pasó lo mismo con las generaciones anteriores. 

Una encuesta realizada por el Pew Research Center de Washington evidenció que en Estados Unidos el 98% de los jóvenes entre 18 y 29 años es usuario de Internet, cifra que en los mayores de 65 años se reduce al 66%. 

Según un estudio de la División de Desarrollo Productivo y Empresarial de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ), la penetración de las conexiones en banda ancha en América Latina y el Caribe creció fuertemente entre 2010 y 2015, particularmente en la modalidad móvil, la que pasó de 7 a 58% de la población. 

El acceso a Internet es distinto según la distribución del ingreso y la localización geográfica. En la región, el número de hogares conectados alcanzó en 2015 el 43,4%. Sólo Argentina, Costa Rica, Panamá, Paraguay, Uruguay y Chile superan el 45%. 

En relación al uso de Internet según la edad, en 2014 el crecimiento total de usuarios fue de un 22,8%: 4,4% en menores de 15 años; 16,4% en personas entre 15 y 30 años; y 3,6% en usuarios de 31 a 60 años.

Aunque se han promovido los beneficios de las TIC para la salud y observado importantes ventajas desde su adopción, la brecha digital continúa entre los países ricos y pobres. A esto se suma la expresión más importante de la transición demográfica: el envejecimiento, donde la innovación significa desarrollar con creatividad y responsabilidad social plataformas al servicio de la comunidad longeva.

Los adultos de la tercera edad no pueden mantenerse al margen de este progreso que está generando nuevas formas de sociabilización. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) es importante que en todos los países, sobre todo en aquellos en vías de desarrollo, se implementen medidas estratégicas para ayudarlos a seguir desarrollando una vida sana, activa y –ojalá- independiente.

La incorporación de las TIC en los servicios de salud resulta un paso fundamental para la optimización de los procesos clínicos y administrativos, así como para la definición de mejores políticas públicas. Pero éstas no podrán ser materializadas exitosamente si no se realizan estrategias integrales que favorezcan la accesibilidad y capacitación tecnológica de la población mayor de 60 años, que para el 2050 superará los 2000 millones de personas en el mundo.

A nivel internacional, las experiencias exitosas de adopción de TIC en las políticas públicas de salud se fundamentan en tres pilares: continuidad de una política de Estado, con liderazgo sectorial y apoyo técnico adecuado; perspectiva de desarrollo que aprovecha la oportunidad de integración social a escala; y esfuerzos públicos y privados que incorporan la participación ciudadana.

La sociedad de la información es un hecho. Forma parte del ADN del siglo XXI. Ante esta realidad, la única forma de resolver la brecha digital es educando a la sociedad en la utilización eficiente de estas herramientas con la finalidad de promover el autocuidado y la promoción de hábitos de vida saludables, cuya relevancia será cada vez mayor debido al incremento en la incidencia de las enfermedades crónico degenerativas. 

Por Carolina Faraldo Portus

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