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19 Noviembre 2018

Metabolismo a gran escala

Un reciente estudio publicado en la revista Cell Metabolism dio a conocer el descubrimiento de una firma molecular superior al IMC, que permitiría detectar con mayor precisión el riesgo de enfermedad asociada con obesidad.

La evidencia ha demostrado –y comprobado- que la obesidad tiene directa relación con las principales enfermedades crónicas de nuestro tiempo: las patologías cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial y algunos tipos de cáncer.

Esta realidad no pertenece a una sociedad específica, sino que se ha convertido en el problema nutricional más común en todo el planeta. Si bien, puede ser una preocupación estética para los individuos afectados, tener sobrepeso va más allá de eso: es una cuestión médica importante que necesita ser abordada de manera interdisciplinaria.

La obesidad y el sobrepeso se han definido como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. La causa fundamental es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. A nivel mundial ha ocurrido un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico y ricos en grasa; y un descenso en la actividad física, debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, los nuevos modos de transporte y la creciente urbanización.

Una forma simple de medirla es a través del índice de masa corporal (IMC), esto es el peso de una persona en kilogramos dividido por el cuadrado de la talla en metros. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que una persona es obesa cuando su IMC es igual o superior a 30, mientras que el sobrepeso sería cuando presenta un IMC igual o superior a 25.

Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista Cell Metabolism dio a conocer una nueva forma de determinar esta condición, avance que podría ampliar la manera en que los médicos y científicos enfrentan su diagnóstico y el tratamiento de las patologías asociadas. (DOI: 10.1016/j.cmet.2018.09.022)

La investigación dirigida por el doctor Amalio Telenti, profesor de genómica en el Scripps Research de California, mostró que en los metabolitos de una persona obesa se pueden encontrar factores predictivos de diabetes y enfermedad cardiovascular futura.

Para el científico, la obesidad no es sólo una cuestión de grasa bajo la piel. Se trata de una verdadera modificación del metabolismo, pues altera la forma de absorber los nutrientes y modifica las relaciones químicas que sostienen la existencia.

Al comprobar que hay diferentes tipos de obesidad, cada una con diferentes consecuencias para la salud, junto a un grupo de investigadores se propuso identificar cuál era el patrón o denominador común entre ellas, analizando el metaboloma, el genoma y su relación con el IMC. A esto llamaron “heterogeneidad” de la enfermedad. 

Los metabolitos siempre han sido los mejores biomarcadores, porque están más cerca de las características físicas de una persona, las que pueden ser influenciadas por factores ambientales como la dieta, el estrés y el ejercicio físico. Además, indican mejor el estado fisiológico o patológico que la expresión de un gen o los niveles de proteínas.

El grupo de investigadores analizó a 2.396 participantes, muchos de ellos objeto de un seguimiento durante más de 10 años. Secuenciaron el genoma de cada uno y estudiaron más de 1.000 metabolitos. También incluyeron el análisis del genoma para entender cómo los genes predisponen a la obesidad. 

En total, encontraron 49 metabolitos con una fuerte asociación con el IMC, prediciendo así el estado de obesidad de una persona con una tasa de precisión del 80 al 90%. Aquellos individuos obesos que sufrieron la mayor desregulación del metabolismo desarrollaron diabetes, enfermedad cardíaca e hipertensión. Además, fueron los que acumularon más tejido adiposo dentro del abdomen e hígado, en lugar de simplemente agregarlo debajo de la piel de la cintura o las nalgas. 

Observaron que los cambios de peso alteraban profundamente los procesos corporales, el metabolismo de proteínas y carbohidratos, la producción de energía y la concentración de hormonas. En lugar de mirar un solo biomarcador para predecir la enfermedad, combinaron muchas mediciones para crear una “firma de obesidad” con diferentes enfoques experimentales y de aprendizaje automático.

Como el perfil metabólico identificó una heterogeneidad clínicamente significativa en la obesidad, este enfoque podría ayudar a seleccionar pacientes para ensayos clínicos y avanzar un paso más en el camino por dilucidar los misterios de una de las enfermedades más comunes y prevalentes en nuestra sociedad.

Por Carolina Faraldo Portus

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