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12 Noviembre 2018

La ruta vestigial del párkinson

Un reciente estudio publicado en la revista Science Translational Medicine, explicaría uno de los posibles origenes del trastorno degenerativo.

Durante años la función del apéndice ha estado cuestionada por la ciencia y la medicina. Ocurrió así por lo menos hasta principios de 2017 cuando un estudio científico le ayudó a recuperar algo de crédito.

Fue gracias a un trabajo de investigadores de la Universidad de Midwestern (Estados Unidos), cuyos resultados posicionaron al desprestigiado órgano en un sitial de privilegio en el sistema inmunológico.

El apéndice es un segmento con forma de dedo que sobresale del intestino grueso, cerca del punto en el que éste se une al intestino delgado. Tiene aproximadamente ocho centímetros de longitud por cuatro a ocho milímetros de diámetro y por muchos años se le consideró un órgano inútil. Es más, junto al desconocimiento en torno a su real funcionalidad, no era muy popular ya que al inflamarse -debido a un bloqueo ocasionado por un cuerpo extraño o por materia fecal- causa apendicitis, la que manejada de forma inoportuna puede convertirse en peritonitis y poner en riesgo la vida de la persona afectada. En este caso se presentan síntomas como dolor intenso en el vientre, fiebre, vómito, diarrea o estreñimiento. Se requiere cirugía de urgencia para extirparlo y quienes se someten a esa intervención quirúrgica, tras el postoperatorio, no sufren ninguna consecuencia. Vivir sin apéndice no representa un problema.

Pero la profesora Heather Smith logró variar esa mirada. Tras analizar la presencia o ausencia del apéndice en 533 diferentes mamíferos, descubrió que aquellos animales que contaban con el órgano tenían una mayor concentración en el intestino de tejido linfático, un grupo de células encargadas de combatir una infección. “Esto es una garantía de protección del organismo y también puede estimular el crecimiento de bacterias beneficiosas”, aseguró.

En general, científicos coinciden en que la función de este órgano vestigial es de tipo inmunológico, ya que forma parte del sistema linfático, red de ganglios conectados con vasos especiales que transportan la linfa, líquido rico en glóbulos blancos que contribuye a que el agua y ciertas proteínas regresen al torrente sanguíneo.

La suposición de que el apéndice es un órgano inútil surgió porque sin tener muy claro su funcionamiento, se le calificó como un rezago de la evolución. El homo sapiens lo usaba para poder procesar los vegetales, pero con el paso de los años esa función se fue haciendo innecesaria y quedó como una parte del cuerpo sin mayor actividad.

“Ya antes se había estudiado el papel del apéndice en el organismo y se había podido establecer que este alberga bacterias indispensables para el correcto funcionamiento de la microbiota intestinal. Nosotros demostramos que este órgano sirve como almacén de bacterias beneficiosas que son capaces de reiniciar el funcionamiento del intestino después de que se ve atacado por una infección, como la colitis, que produce fiebre, diarrea y dolor”, precisó Smith.

De todas formas, en la investigación se aclara que la ausencia del apéndice no significa un riesgo ni representa mayor cambio en el funcionamiento del organismo. “Simplemente, esta evidencia podría suponer que a quienes les fue extirpado tendrían un proceso un poco más largo para recuperarse de enfermedades, especialmente aquellas en las que las bacterias intestinales beneficiosas han sido expulsadas del cuerpo”.

Un año más tarde, en noviembre de 2018, la popularidad del apéndice nuevamente se fue al suelo. Y es que una reciente investigación revela que sería el principal responsable de la aparición de la enfermedad de Parkinson. Así se concluye en un trabajo de científicos estadounidenses que fue publicado en la revista Science Translational Medicine (doi: 10.1126/scitranslmed.aar5280).

“Las personas a las que se les había extirpado el apéndice tenían menos posibilidades de desarrollar esta enfermedad neurodegenerativa. El hallazgo representa la prueba más contundente de que el origen de la patología puede situarse fuera del cerebro, y esto es una idea revolucionaria que está empezando a surgir en el mundo científico”, enfatizaron los autores del estudio y representantes de Parkinson UK, organización del Reino Unido dedicada al estudio de esta patología.

Durante 50 años, científicos del Instituto de Investigación Van Andel (Michigan, Estados Unidos) analizaron datos y el historial médico de 1,7 millones hombres y mujeres. Los resultados revelaron que el riesgo de desarrollar el trastorno era un 20 por ciento más bajo en las personas a las que les habían quitado el apéndice. “La evidencia apunta a que el aparato digestivo tiene un vínculo con esta patología”, enfatizaron.

Al analizar el contenido del apéndice, detectaron la presencia de la proteína alfa sinucleína, la misma que existe en el cerebro de los pacientes con párkinson. Pero en el trabajo se destaca que el órgano no es el único factor involucrado, ya que todo el sistema digestivo es terreno fértil para esta proteína, la cual llega hasta el cerebro tras viajar por el nervio vago.

“No estamos promoviendo la apendicectomía como forma de protegerse contra la enfermedad de Parkinson. Sería mucho más sensato controlar o reducir la formación excesiva de alfa sinucleína para reducir su superabundancia o para prevenir, potencialmente, que se escape”, comentó la investigadora Viviane Labrie.

“Los pacientes reportan por lo general problemas digestivos. Cortar el nervio vago está vinculado a un párkinson menos severo, y estudios en animales indican que las bacterias presentes en el tracto digestivo son clave. Este trabajo demostró que casi todas las personas analizadas tenían proteína alfa sinucleína en su apéndice. Además, se hallaron algunas diferencias en la estructura de la proteína entre personas sanas y las que sufrían la enfermedad”, detalló.

Los investigadores concluyen que entender dónde, cómo y por qué se origina el párkinson será absolutamente crucial para desarrollar tratamientos que pueden detenerlo y potencialmente evitarlo. Ya existe una nueva línea de estudio para responder estas preguntas: el cuestionado apéndice y el sistema digestivo.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez

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