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04 Enero 2016

La amenaza que esconde el desarrollo tecnológico

El veloz avance de la ciencia trae consigo un sinfín de beneficios concretos y palpables para el hombre, pero también acarrea algunos insospechados contrasentidos.

La ciencia y la tecnología crecen de forma exponencial y, a estas alturas, disminuir su vertiginosa carrera resulta una quimera. Más aún, intentar frenar este proceso sería tan extraño como ver a Don Quijote de la Mancha derribar molinos de viento, porque su éxito es sinónimo de una imaginación desbocada.

El gran desafío que plantea el desarrollo tecnológico es cómo incorporarlo a nuestras vidas sin que nos prive del beneficio implícito de disfrutar de la existencia como realmente se debe, sin perder nuestra humanidad y la verdadera interacción entre los individuos, lejos de modernas plataformas, dispositivos ni redes sociales que “faciliten” esta tarea. Las ventajas de la tecnología en múltiples aspectos es innegable y los grandes pasos que ha dado la medicina son un fiel ejemplo de aquello. Sin embargo, su excesivo uso, o abuso indiscriminado para ser más preciso, en ocasiones puede amenazar lo que ha costado cientos de años de evolución.

¿Exageración? Un estudio publicado en la revista JAMA Pediatrics (doi:10.1001/jamapediatrics.2015.3753) se propuso determinar cómo dispositivos pueden vulnerar las habilidades lingüísticas de los menores de edad, pese a que prometan todo lo contrario. Actualmente, en el mercado se pueden encontrar cientos de computadores, celulares y llamativos juguetes caracterizados por sonidos, luces, canciones y movimientos que, aseguran sus fabricantes, son una excelente herramienta en la estimulación verbal de los niños. Pero, ¿son verdaderamente efectivos?

El trabajo concluye que cuando los bebés y sus padres se divierten con juguetes electrónicos que son publicitados como promotores del lenguaje, los adultos hablan poco y responden menos al balbuceo de sus hijos, en comparación a la utilización de juguetes tradicionales como bloques armables, pelotas y libros de cuentos. Los autores además encontraron que los pequeños vocalizan mucho menos cuando tienen un aparato electrónico en sus manos.

“Creo que con el tiempo el abuso de dispositivos tecnológicos en niños y adolescentes, si no se limita, puede llegar a convertirse en un problema de salud pública. Tenemos que hacer un trabajo de difusión en los medios que advierta a los padres sobre los riesgos en torno a esta materia”, comentó el doctor Hernán Sepúlveda Rodríguez, integrante de la Sociedad Chilena de Pediatría.

Según la agrupación científica, cerca del 85 por ciento de los menores de edad utiliza las nuevas tecnologías y accede a internet de manera regular. En este escenario, y de cara a una sociedad que promueve cada vez más la adquisición de diferentes dispositivos tecnológicos, los especialistas chilenos se han declarado en estado de alerta por el creciente abuso de estos aparatos en la edad pediátrica. Ellos coinciden en que la educación, prevención, autorregulación y restablecimiento de hábitos resultan determinantes para evitar la aparición de cuadros depresivos, trastorno de déficit atencional y conductas adictivas, las que a la postre amenazan el correcto neurodesarrollo cerebral.

Por su parte, la doctora Estebeni Baltra Elorriaga, neuróloga infantil de los hospitales Gustavo Fricke y de Quilpué, comparte esta preocupación, aunque con algunos matices que también deben ser considerados. “Conozco bien los riesgos asociados a la sobreexposición a las nuevas tecnologías, pero así como existen peligros también hay algunos beneficios que se pueden destacar, los que se dan cuando existe una regulación en esta materia. Por ejemplo, nosotros podemos usar las tecnologías para realizar un mejor trabajo en salud, aportando nuevas terapias y herramientas en el caso de los niños que tienen autismo, mediante programas de anticipación, organización y comunicación con el medio, aspecto relevante cuando estamos frente a dificultades de lenguaje”, explicó.

El mencionado estudio se basa en una línea de investigación que sugiere que los juguetes y libros electrónicos pueden llevar a los padres a tener intercambios verbales menos significativos con sus hijos. “Me da la impresión que en estos casos los papás dejan al bebé interactuar con el juguete y se hacen a un lado”, planteó Anna V. Sosa, autora del trabajo y profesora asociada de ciencias de la comunicación de la Universidad del Norte de Arizona (Estados Unidos). “Un juego debe ser un 10% de juguete y un 90% de niños, y con una gran cantidad de juguetes electrónicos, el juguete se hace cargo del 90% y el niño simplemente llena el espacio que queda en blanco”, agregó. Vale decir, desde cierta perspectiva, la tecnología ha comenzado a asumir un rol protagónico en el desarrollo del menor de edad, desplazando a los padres, quienes, queriendo o no, paulatinamente han delegado la función de estimular la comunicación de sus hijos. Las estrategias o herramientas más sencillas para lograr este objetivo parecen estar quedando atrás, probablemente, porque demandan más tiempo a individuos que suelen estar sometidos a una serie de presiones que limitan su interacción social.

El análisis arrojó que cuando se empleaban juguetes electrónicos, los padres dijeron, en promedio, cerca de 40 palabras por minuto, en comparación a las 56 palabras que pronunciaron en ese lapso al utilizar juegos tradicionales y 67 al leer un libro. Los progenitores también mencionaron menos palabras que eren relevantes para el contenido del juguete. De todas formas, el equipo que realizó el estudio aseguró que, si bien se muestra una tendencia clara, los resultados son aún preliminares.

Para el escritor mexicano Víctor Manuel Hernández, “el lenguaje es la más grande creación concebida por el hombre en todos los tiempos, pues a través de él ha logrado capturar el pensamiento, la acción y sentimiento de seres de distintas épocas. El hombre es el único de los seres vivientes que tiene la suficiente capacidad para representar simbólicamente la realidad. Desde las primeras comunidades humanas (la horda, el clan, la tribu) el hombre ha tenido necesidad de comunicarse para interactuar en su grupo social y así resolver los retos que desde siempre la sobrevivencia le ha planteado”. Nos preguntamos entonces, ¿es que acaso esa necesidad ya no es tan prioritaria? 

“La palabra es el hombre mismo. Sin ellas, es inasible. El hombre es un ser de palabras” dijo alguna vez el premio Nobel de Literatura Octavio Paz (1914 – 1998). ¿La tecnología le está quitando al hombre lo que lo convierte en hombre? Juzgue usted.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez

Mundo Médico

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