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En 1926 el cirujano Hans Selye advirtió que varios de sus pacientes tenían algo en común, una condición que denominó “síndrome del enfermo” y que fue la base de una investigación que publicó 24 años más tarde bajo el nombre de “Estrés, un estudio sobre la ansiedad”. El médico austriaco fue el primero en explorar síntomas como cansancio físico, agotamiento mental, pérdida de apetito y baja de peso, entre otros, desde una perspectiva vinculante en busca de una respuesta con fundamento científico.

Fue así como el facultativo introdujo el concepto “estrés” a la medicina, describiéndolo como una reacción fisiológica, en la que varios mecanismos de defensa se activan, con el fin de protegerse de una situación que se percibe como una amenaza. Es una condición que se ha ido exacerbando en tiempos modernos debido a las crecientes exigencias que mujeres y hombres deben enfrentar en su vida laboral, familiar o personal. Esta sobrecarga de tensión ha presionado tanto al organismo que a los síntomas observados por el doctor Selye se han sumado otros a la lista, considerablemente más peligrosos como los accidentes cerebrovasculares, depresión, ansiedad, alteraciones del ánimo, falta de concentración, irritabilidad, gastritis, insomnio, envejecimiento prematuro, dolor crónico, deterioro cognitivo y mayor predisposición a la demencia y el cáncer. En resumen, un amargo cóctel de patologías físicas y mentales.

Se trata de un tema particularmente complejo, que se manifiesta con fuerza en los ámbitos familiar y laboral del individuo, más aún en determinadas circunstancias. Una de ellas es el cierre de año, periodo donde varios estudios confirman que se produce un aumento en el grado de estrés, a consecuencia de una mayor sobrecarga de trabajo y compromisos personales.

En Chile, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud, durante 2016 se perdieron cerca de 50 mil días de trabajo en licencias médicas por enfermedades mentales laborales, patologías que según la psicóloga de IntegraMédica, María Ignacia Achurra, son más frecuentes en mujeres. “Las mujeres son más propensas a sufrir este tipo de trastornos y hay que estar atentos a los síntomas que florecen en esta época. El Ministerio de Salud detectó una gran diferencia entre licencias de hombres y mujeres por enfermedades mentales, donde las licencias tramitadas por mujeres duplican a las presentadas por el sexo opuesto”, comenta.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Chile, el cinco por ciento de la población padece de depresión, es decir unas 844.253 personas, mientras que 1.100.584 tienen ansiedad, lo que corresponde al 5,6% de los chilenos. Para peor, la tendencia es al alza.

“Estos cuadros depresivos pueden estar asociados a un difícil proceso de adaptación o a la ansiedad. En general, las mujeres tienen una doble responsabilidad: el trabajo y el hogar, por lo mismo muchas veces se sienten sobrepasadas por todas las cosas que tienen que hacer y todo lo que tienen que rendir. Es un problema que es invisible en Chile debido a cómo construimos culturalmente lo que significa ser hombre y mujer”, asegura la profesional. En ese sentido, para quienes viven en pareja la división de las tareas domésticas es clave.

El cansancio permanente, la falta de concentración y las dificultades para conciliar o mantener el sueño, son las primeras señales que indican la posible presencia de una enfermedad mental. En caso de presentar estos síntomas se debe consultar rápidamente con un especialista para comenzar de inmediato una terapia acorde y poder lidiar con patologías tan peligrosas como la depresión. Y es que este trastorno mal tratado o no atendido por un médico puede terminar, en el peor de los casos, en un suicidio. “Una persona que tiene depresión es alguien que lo está pasando muy mal y muchas veces no lo ve, por eso es importante que alguien con respeto y cariño lo oriente para recibir ayuda”, afirma María Ignacia Achurra.

La Organización Mundial de la Salud calcula que diariamente se suicidan 2.900 personas a causa de la depresión y en los únicos países donde esta tasa va en aumento es en Chile y Corea del Sur. En este escenario se hace necesario implementar acciones concretas y el Instituto de Neurociencias Clínicas de la Universidad Austral de Chile materializó a medidos de 2017 un importante paso, al poner en funcionamiento una plataforma multimedia interactiva, en conjunto con la Alianza Chilena contra la Depresión (ACHID), organización que tiene como propósito generar distintas instancias y herramientas que promuevan el enfrentamiento precoz de la depresión a fin de disminuir los índices de suicidio y de intento de suicidio. Esta iniciativa cuenta con la asesoría de la Alianza Europea contra la Depresión (EAAD), red internacional de expertos que durante la última década ha logrado reducir significativamente las tasas de suicidio, gracias a un modelo de intervención multisectorial que ya se replica en el país.

Recientemente, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos aprobó el uso de la primera píldora con un sistema de seguimiento digital capaz de rastrear si los pacientes toman el fármaco y así supervisar la adherencia al tratamiento. Su funcionamiento es sencillo: cuando la persona ingiere la píldora, un sensor incrustado (compuesto de cobre, magnesio y óxido de silicio) envía un mensaje a un parche portátil, que transmite la información a una aplicación móvil con la que el paciente, sus familiares o su médico pueden confirmar o no la ingesta del fármaco. Es un producto para el tratamiento de la esquizofrenia y trastorno bipolar, pero también se ha diseñado como terapia complementaria para la depresión en adultos. Una buena noticia de fin de año, justo cuando más se necesita.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez