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06 Junio 2016

El temido cáncer bajo amenaza

Mientras académicos de Estados Unidos buscan confirmar estrategias que aumenten la sobrevida a la enfermedad de un grupo específico de pacientes, en Alemania investigadores se acercan a una vacuna contra el cáncer.

De acuerdo a las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se espera un aumento global de la incidencia del cáncer de diez a veinte millones de personas por año y un incremento en la mortalidad de seis a diez millones para 2030. Para el doctor Hugo Marsiglia, director médico del Instituto Oncológico FALP (Fundación Arturo López Pérez), “esta patología no es resultado del azar o de un riesgo modelizado matemáticamente como se presentó en la revista Science. La predisposición genética y factores exógenos como el tabaco, las infecciones, hábitos de vida y contaminación ambiental, influyen predominantemente en su génesis”.

Aproximadamente, el 30 por ciento de los cánceres están ligados al tabaco, 15% a una alimentación inadecuada o a factores ambientales y un 10% son producto de causas genéticas. Así al menos se respalda en estudios publicados en la revista New England Journal of Medicine. “El cáncer es un problema de salud pública y social indiscutible en cualquier contexto socioeconómico, con el agravante de que su incidencia está en crecimiento”

Expertos creen que, en alguna medida, esta realidad se ha ido compensando gracias a los progresos en innovación tecnológica y terapéutica de la cirugía, radioterapia y oncogenómica (estudio de los genes y su relación con el cáncer) con fármacos de última generación. Precisamente, estos permitirían curar el 90% de los cánceres iniciales, el 50% de los localmente avanzados y prolongar la expectativa de vida en cánceres metastásicos. Sin embargo, el gran problema en países latinoamericanos o en vías de desarrollo sería la equidad al acceso terapéutico de vanguardia.

Respecto de los factores que pueden influir en la sobrevivencia del cáncer, existen algunos que, según lo asevera un grupo de científicos de la Universidad de California (Estados Unidos), podrían ser mucho más determinantes de lo que se pensaba, como por ejemplo, el estado civil, la etnia y el lugar de nacimiento. Este trabajo, cuyos resultados fueron publicados en la revista Cancer, pone énfasis en el caso de las relaciones sentimentales estables, asegurando que los pacientes que cuentan con la compañía de una pareja o están casados, en comparación a los solteros, tienen una probabilidad más alta de sobrevivir a la enfermedad.

“El factor social juega un papel clave. Nuestros hallazgos indican que los médicos y demás profesionales sanitarios que tratan pacientes con cáncer que no se han casado, deberían preguntarles si hay alguien disponible en su entorno social para ayudarlos física y emocionalmente”, comentó la doctora Scarlett Lin Gómez, integrante del Instituto de Prevención del Cáncer de California, quien encabezó la investigación (doi: 10.1002/cncr.29885).

Los científicos analizaron datos de 800 mil pacientes adultos diagnosticados de cáncer en fases avanzadas, concluyendo que las personas solteras tuvieron una mayor tasa de mortalidad que los casados. Luego de establecido el diagnóstico del cáncer, el índice de decesos asociado a la enfermedad fue hasta un 19% superior en las mujeres solteras que en las casadas. Este “efecto protector” no sólo se repitió en los varones, sino que fue aún más efectivo. Los solteros tienen una tasa de mortalidad por cáncer 27% superior.

“Se deben realizar más estudios para identificar las razones específicas que se encuentran detrás de la asociación entre el matrimonio y la supervivencia al cáncer. Así podremos ofrecer a los futuros pacientes solteros las intervenciones necesarias para aumentar su esperanza de vida”, subrayó la doctora María Elena Martínez, oncóloga de la Escuela de Medicina de la Universidad de la Universidad de California.

Mientras se trabaja en esta arista, en Alemania dieron un paso importante en la búsqueda de una vacuna universal para tratar el cáncer. Según lo que publica la revista Nature (doi:10.1038/nature18300), se trata de una técnica que instruye al sistema inmune para atacar a los tumores, gracias a nanopartículas que contienen ácido ribonucleico (ARN) de un tumor para simular el ingreso de un patógeno al torrente sanguíneo y desencadenar una respuesta autoinmune.

“Cuando esas partículas entran en contacto con el tejido linfático, un componente esencial del sistema inmunitario, activan los mecanismos de autodefensa habituales para combatir los virus de los que disponen células como las dendríticas”, explicaron los investigadores, pertenecientes a la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia.

El equipo logró inducir respuestas antitumorales en ratones y, en una primera fase experimental en humanos, en tres pacientes con melanoma avanzado. Además, crearon nanopartículas en las que los fragmentos de ARN están recubiertos de una capa de lípidos, similar a una membrana celular, para protegerlos. “Al establecer una carga eléctrica negativa en esas partículas, conseguimos que sean atraídas por las células dendríticas, que a su vez crean un antígeno específico contra el tumor cancerígeno”, detallaron.

Debido a que las células cancerígenas son similares en muchos aspectos a las células normales, el desarrollo de potenciales vacunas para combatir la enfermedad no había sido fructífero. Este “parentesco” evita que el sistema inmunitario sepa cuándo es momento de defenderse, lo que sólo ocurre cuando las células cancerígenas producen antígenos, componentes que fomentan la creación de anticuerpos, distintos a los que expresan las células sanas.

“Otro de los factores que frena la respuesta inmune al cáncer es que el crecimiento de los tumores no va acompañado de señales inflamatorias importantes, como las que se presentan durante una infección microbiana, que disparan la respuesta autoinmune. Por esos motivos, el sistema inmunitario en ocasiones tolera, o incluso promueve, la formación de un tumor”, coincidieron los académicos alemanes, quienes creen que cualquier antígeno basado en una proteína puede estar codificado en el ARN, por lo que consideran que esta técnica puede utilizarse para crear vacunas contra todo tipo de cánceres. 

El reto técnico es que, como cada tumor es diferente y tiene rasgos característicos, no se podría utilizar una vacuna idéntica para cada paciente. “El enfoque de la vacuna es como un sobre en el que puedes introducir cualquier información. El sobre transporta esta información a las células dendríticas que extraen los datos y los utilizan para entrenar a otras células inmunitarias, lo que significa que podemos personalizar e incluso individualizar la vacuna utilizando este concepto universal”, subrayó el doctor Ugur Sahin, líder de un estudio que, al menos en teoría, representaría una nueva clase de vacunas contra el cáncer extraordinariamente potentes, debido a su cualidad de redireccionar al sistema inmune frente a una amplia gama de antígenos tumorales. “Este es un paso importante hacia inmunoterapias de cáncer verdaderamente personalizadas y aplicables a todos los tipos de cáncer”, finalizó Sahin. ¿Esperanzador?, absolutamente. ¿Efectivo?, el tiempo lo dirá.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez

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