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13 Junio 2016

El sonido fantasma de los músicos

Los acúfenos afectan a una de cada cinco personas en el mundo y puede ser un síntoma de problemas auditivos mayores. Actualmente, se trata de un creciente mal entre los intérpretes musicales profesionales.

Para los antiguos griegos significaba algo que se podría interpretar como el “sonido que aparece”, el tunnitus o acúfenos se trata de una sensación auditiva ilusoria o de ruidos que no están en el ambiente, pero que la persona los siente, en uno o en ambos oídos, porque provienen desde el propio organismo y son percibidos en la cabeza. 

En ocasiones han sido descritos como una sensación auditiva generada por una descarga neural en el sistema nervioso central que es interpretada erróneamente por el cerebro como un sonido. Actualmente, se ha convertido en uno de los problemas auditivos más habituales en los países industrializados. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del ocho por ciento de la población mundial la padece y en Chile, sobre un millón de personas, cifra que estaría por sobre esa estadística.

Este problema ha afectado al hombre desde tiempos inmemoriales. De hecho, fueron los egipcios quienes bautizaron como “oído encantado” a los zumbidos constantes en el interior de los oídos, cuando no existe ningún ruido exterior que lo provoque. Ese nombre egipcio pronto adoptó la denominación latina de tinye-tus o tin-ni-tus, que significa tintineo, y que se mantiene hasta nuestros días. 

Se trata de una molestia, no de una enfermedad propiamente tal, que afecta tanto a mujeres como hombres, especialmente entre los 30 y los 50 años. Sus causas son variables, desde una simple acumulación de cera en el oído hasta infecciones, efecto nocivo del consumo de medicamentos ototóxicos, perforación del tímpano, aneurisma, alergias, hipertensión arterial, diabetes, hipertiroidismo, tumor en el nervio acústico, alguna lesión en las cervicales o en las mandíbulas, o por edad avanzada. 

Otras hipótesis apuntan a que estos pacientes pueden tener una zona del córtex cerebral auditivo activada permanentemente por alguna anomalía. Sin embargo, parece que es la exposición a ruidos de gran intensidad una de las más frecuentes. Si bien una pérdida auditiva no necesariamente causa tinnitus y el tinnitus no causa pérdida de audición, este binomio suele cumplirse. 

Un sonido fuerte, los ruidos industriales durante largas jornadas laborales, escuchar los auriculares a gran volumen o la música muy alta en espacios cerrados pueden ser algunos de sus desencadenantes, por eso se le conoce como el mal de los músicos, sobre todo los clásicos y de rock que están largas horas a la semana sometidos a decibeles muy altos.

Existen dos tipos: el tinnitus neurosensorial o subjetivo, el más común que sólo escucha quien lo padece e involucra al oído interno o al sistema auditivo central; y el tinnitus del oído medio u objetivo, que puede ser percibido por el médico examinador con un instrumento y se manifiesta como resultado de vasos sanguíneos anormales o de espasmos musculares en la cavidad del oído medio.

En ocasiones basta con resolver la causa que lo provoca para terminar con los ruidos para siempre. Sin embargo, en la mayoría de los casos, no existe esa solución. Llegando a provocar diversos efectos en la vida de las personas: ansiedad, insomnio, pérdida del equilibrio, incapacidad para concentrarse, depresión y dificultades de convivencia.

En los últimos 50 años, los problemas médicos de los músicos profesionales se han estudiado con especial énfasis en el tema de la audición. En particular, se han desarrollado varios intentos por evaluar los riesgos de la pérdida de audición en respuesta a la exposición a sonidos (Occup Environ Med 2014;71:472–476), principalmente en intérpretes de rock, pop y clásicos.

El sonido tiene dos características fundamentales: intensidad y frecuencia. La primera se mide en decibeles (dB) y depende únicamente de la fuente de emisión sonora, mientras que la segunda lo hace en vibraciones por segundo o hertzios (Hz) y no depende únicamente de la fuente de emisión sonora. 

Los sonidos graves tienen un número bajo de hertzios y los agudos un número alto. La voz humana está entre los 500 y los 4000 Hz y un oído en buenas condiciones puede captar desde los 20 Hz hasta los 20000 Hz. El primer efecto de la exposición durante largas horas al ruido o a la música es la fatiga de las células sensoriales del oído, lo que provoca un déficit temporal de la audición que, generalmente, no supera los 25 dB. 

La recuperación de este déficit temporal dependerá de la intensidad de la exposición sonora, del tiempo de exposición y de la sensibilidad individual y se produce de una forma gradual, durante un periodo de 12 horas.

En el tinnitus inducido por la música intervienen la intensidad y duración del sonido y la presencia de impulsos, es decir, las explosiones rápidas de sonido de alta amplitud. Si una persona no debe exponerse a más de 80 decibeles durante ocho horas al día o 40 horas a la semana, el riesgo de pérdida auditiva en músicos se eleva, considerando que la mayoría de estos profesionales están expuestos entre 2,5 y 8 horas diarias a sonidos entre los 85 y 120 dB, niveles que superan los aceptables para la salud humana y que pueden perjudicar los oídos. (Noise Health. 2015 May-Jun;17(76):158-64)

Según el estudio realizado por el equipo de la Facultad de Salud, Ciencias de la Comunicación y Trastornos de la Ono Academic College de Israel, el 52 por ciento de los músicos de clásica y el 30 de los músicos de pop y rock sufren pérdida de audición. Si la vida de un intérprete profesional consiste en ensayar y tocar entre cuatro y ocho horas diarias, el peligro de padecer una discapacidad auditiva está siempre presente. 

Cabe consignar que la presión de sonido en un gran concierto de orquesta puede alcanzar los 112 dB y en bandas de rock, con el uso de amplificadores, incluso llega a los 130 dB, mucho más de lo aceptado en un entorno industrial y, sustancialmente, por encima del nivel límite recomendado de 85 dB en el entorno laboral, establecido por la OMS. 

Músicos como Bono, Eric Clapton, Sting, Bob Dylan, Barbra Streisand, Phil Collins, Neil Young, Noel Gallagher, Chris Martin, Lars Ulrich, Anthony Kiedis, Jeff Ament y, hace unos meses, Brian Johnson, han hecho públicos sus problemas de acúfenos o sonidos fantasmas en sus oídos.

Su experiencia ha llevado a aumentar la concientización respecto a esta problemática, tanto es así que algunos grupos musicales, como Pearl Jam, están llamando a sus fanáticos a cuidar los oídos, no sólo durante los conciertos, sino que también en la vida diaria al moderar el volumen de la música en los dispositivos actuales que utilizan auriculares para sobrellevar de mejor manera una enfermedad emergente de la sociedad moderna: el ruido

Por Carolina Faraldo Portus

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